Usera

Finge el secuestro de su nieto y pide 50000 euros de rescate

La Razón
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Tener tiempo libre y dinero para jugar a las tragaperras. Es el sueño de más de uno, pero no suele llegar a justificar un secuestro. Sí fue así, aunque parezca mentira, en el caso de un hombre de nacionalidad china que, junto con una amiga, decidió fingir el rapto de su propio nieto, un bebé de 14 meses, y, haciendo ver que había sido perpetrado por una banda profesional, pedir rescate. Nada menos que 50.000 euros era lo que tendrían que pagar los padres del niño, que regentan una tienda de alimentos en la zona de Pacífico, para recuperarlo sano y salvo. Por suerte la actuación policial dio al traste con sus intenciones. Igualmente, la Guardia Civil frustró las artimañas de dos hombres de nacionalidad rumana que también trataron de fingir la retención ilegal de un tercero, en Morata de Tajuña. Parece que, de moda los «secuestros exprés», todo el mundo piensa que puede hacerse el suyo a medida. Los detenidos en el primer caso son Yimei L., de 48 años y Jiantuan Y., de 53, que carecen de antecedentes y han pasado ya a disposición judicial. En principio se pensó que ambos, abuelo y nieto, habían sido secuestrados. Luego apareció el mayor, afirmando que había conseguido escapar, pero que el niño continuaba retenido. Desde el primer momento, las declaraciones equívocas y reticencias del hombre despertaron sospechas en la Policía. Pronto se descubrió el complot, al aparecer un vídeo en se veía al supuesto secuestrado alojarse en un hotel con una compatriota: llevaban un carrito de bebé. El pequeño y la compinche fueron localizados en el distrito de Usera, en el momento en que ella dejaba abandonado al niño frente a un mercado. Extorsión en Morata En cuanto a los rumanos, su plan fue aún menos elaborado y su propia estupidez los perdió. Uno de ellos denunció el secuestro de un amigo, también rumano, vecino de la localidad de Morata de Tajuña, y afirmó haber recibido una llamada telefónica pidiendo rescate. El hermano del presunto secuestrado también compareció, más tarde, con unos supuestos mensajes amenazantes de los captores, enviados a su móvil. Todo se destapó cuando la Guardia Civil comprobó que los mensajes amenazantes habían sido autoenviados por el mismo individuo, tratando de engañar a los agentes.