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Ionesco y el absurdo de la guerra

La Razón
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Autor: E. Ionesco. Versión y dir.: S. Volta. Reparto: G. Malla, J. Mestre. Teatro María Guerrero (Sala de la princesa). Madrid, 11-I-2008.

 

Si aceptamos la etiqueta de «teatro del absurdo» (tan criticada y matizada por algunos estudiosos) para definir a la obra de Eugène Ionesco, puede decirse que con «Delirio a dúo» el autor de «Las sillas» y «La cantante calva» denunció el absurdo con mayúsculas, el de la guerra. En este caso, con una doble batalla: la que libra dentro de una habitación una pareja desgastada por los años, y la que transcurre en el exterior –Ionesco escribe en 1962, pero habla de la Segunda Guerra Mundial–, donde las bombas caen sin cesar. «Él», Gerardo Malla en esta propuesta del Centro Dramático Nacional que dirige Salva Volta, y «Ella», Jeannine Mestre, mantienen un pulso ridículo, un fuego cruzado que hace años que malhirió al amor. Su pugna recurrente es un debate de besugos: ¿el caracol y la tortuga son el mismo animal? Mordaz, incisivo, Ionesco bombardea en esta comedia de cámara –apenas pasa de una hora– la esencia del hombre, ese infierno para los otros. Hay humor lúcido en este ring conyugal que recuerda al «Play Strindberg» de Dürrenmatt, aunque las criaturas de Ionesco no se odian tanto como aquellas, más bien lamentan su existencia.

Mestre y Malla crecen poco a poco en sus personajes con veteranía y buen hacer. La decadencia del cuarto y de los ropajes –otro buen trabajo de Ana Garay– ayuda a entenderlos en su delirio, junto a una concepción escenográfica con dos vistas y butacas a ambos lados con la que Volta y Garay logran romper la tercera pared –además de la cuarta– apoyados por la cercanía que ofrece la sala de la Princesa. El director explota hábilmente las claves del absurdo: si el mundo es un manicomio, ¿por qué las granadas no pueden ser pelotas de ping-pong y muñecas de trapo? ¡Más madera!