Comunidad de Madrid

La basura de Madrid suministra electricidad a 40000 hogares

Los televisores de más de 80 municipios de la zona sur de Madrid funcionan gracias a los desechos. ¿El secreto? La Planta de Tratamiento de Residuos de Pinto convierte los desperdicios en gas metano que logra mover las turbinas de once motores y generar hasta 90 millones de vatios al año.

La basura de Madrid suministra electricidad a 40000 hogares
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Antoine Laurent Lavoisier lo dejó por escrito y terminó como terminó. Siglos después, aunque otros genios rizaron el rizo, todo el mundo sabe que es cierto: «la energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma». Suena bien, pero llevarlo a la práctica es todavía mejor. En la Planta de Tratamiento de Residuos de Pinto están intentando que gran parte de la energía «escondida» en los desechos de cerca de 80 municipios de la zona sur de la Comunidad de Madrid se transforme en energía eléctrica. Y lo están consiguiendo. La electricidad que ahora mismo alimenta a 40.000 viviendas ya procede de los restos orgánicos que se acumulan en las bolsas de basura. Después de ver la gran cantidad de maquinaria de la que se dispone en la planta y la mano de obra que se precisa, puede parecer una obscenidad decir que el mecanismo en cuestión es sencillo. Pero no lo es, pues es simple: con los residuos se obtiene gas metano y con ese gas metano se produce electricidad. ¿El secreto? Todos los residuos de los contenedores (400 toneladas de basura diarias) entran en la planta de tratamiento y se someten a un primer filtro en el cual se separa la materia orgánica de la inorgánica. Una criba de 80 milímetros (mm) realiza la división. De este modo, la materia orgánica se acumula en el «pulper» y la inorgánica en el «tromer». En primer lugar, la materia viva, gracias a un proceso de decantación de impropios, es liberada de su fracción no biodegradable. Posteriormente se mezcla con agua y es enviada a los digestores donde, en unas condiciones de ausencia de oxígeno y 35 grados centígrados durante 20 días, se va formando y expandiendo el gas metano. Dicho gas se acumula en los reservorios hasta que se reúne la cantidad necesaria para entrar en los motores de la estación de transformación. Aprovechar el humo de escape En el área de co-generación de la estación de transformación once motores de 1.413 kilovatios (kW) cada uno utilizan la presión del gas metano para que el movimiento de sus turbinas produzca energía eléctrica. En total, cerca de 15 megavatios. Además, el humo de escape de cada motor es recogido y canalizado a otro depósito donde, mezclado con agua y sufriendo temperaturas de 450 grados centígrados, provocará el giro de unas nuevas turbinas que generan un megavatio más. En definitiva, 16 megavatios en cada ciclo. Habitualmente 15 ciclos al día para llegar a un total de 90 millones de vatios al año. En segundo lugar, la materia inorgánica se considera la fracción gruesa (la que no superó la criba de 80 mm). Y está destinada a una selección de envases de toda naturaleza. Se separan por modelos y se van formando paquetes cúbicos para facilitar el almacenaje. Estos recipientes están a la venta para los clientes recicladores de la planta. Como curiosidad, los precios de venta aproximados son 80 euros cada tonelada (tn) de chatarra, 40€/tn de envases de bebida, 30€/tn de papel y cartón, 170€/tn de polietileno (botellas de dos litros de refrescos) y 350€/tn polietileno de alta densidad. Tras un primer vistazo a este proceso mecanizado llama la atención precisamente la inmensa cantidad de materiales inorgánicos (envases) que aparecen en los contenedores «normales» de las calles y que no deberían estar allí, sino en los depósitos especiales. «Todavía no se nota mucho el reciclaje de los vecinos, lo empezaremos a comprobar dentro de 15 o 20 años, porque ahora son los niños los que empiezan a estar concienciados», explica Álvaro Beneytez, director técnico de la planta, con la experiencia que le otorga observar cada día los residuos entrantes. A este respecto, Enrique Rodríguez, subdirector de Residuos de la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid, confirma lo dicho, aunque está seguro de que «la gente recicla más, pero esto no depende de si existe la planta de tratamiento o no, sino de otros factores como campañas de comunicación, concienciación o educación de los más pequeños en las escuelas». «La revolución no necesita científicos», alegaba un tribunal francés en la actual plaza de la Concordia momentos antes de decapitar a Lavoisier. Con el paso de los años se ha demostrado que la ciencia es una de las piezas clave en el engranaje de nuestras vidas. Planta «autosuficiente» Uno de los conocimientos científicos que los niños pueden adquirir en las escuelas es que todo lo que les rodea debe ser aprovechable. De esta manera, para completar el ciclo energético llevado a cabo en Pinto, un enorme parque de placas solares posibilita la obtención de 500 kW más, que junto a los producidos por los motores, permiten que la planta sea «autosuficiente» desde el punto de vista energético. Una zona especial de la planta se ocupa del compostaje. Para este caso en particular se utiliza el lodo orgánico que se extrae del digestor a medida que se va formando el gas metano. Este cieno sobrante se acumula en la zona de compostaje mezclado con restos vegetales de poda de arbolado, para que se airee mejor y deje huecos entre las partículas (este proceso sí necesita la intervención del oxígeno). El compost que se origina también se vende, cómo no. Para la agricultura es fundamental. Es barato: dos euros por tonelada. Y es que no sólo hay que hablar de biometanización -transformación de la materia orgánica en energía eléctrica utilizando gas metano- cuando se trata de gestionar los residuos. «La biometanización es uno más de los sistemas de tratamiento. Las próximas instalaciones no tienen que ser forzosamente de este tipo, ya que también se pueden llevar a cabo gasificaciones, incineraciones o compostajes, entre otras», añade el subdirector de Residuos. Ante este aspecto hay que tener en cuenta que alguno de estos procedimientos alternativos está en entredicho. La incineración de residuos sólidos urbanos, en particular, cuenta con una legión de enemigos, muy preocupados por los niveles de dioxinas y mercurio que genera esta técnica. En un futuro es de esperar que todos los puntos cardinales de la Comunidad de Madrid dispongan de centros de tratamiento como el que nos atañe, para que los vecinos de la región sepan que su basura llega a buen puerto; concretamente a los puertos eléctricos de sus viviendas. Si bien es cierto que no será de manera inmediata, las normas dictan que serán necesarios en la próxima década. «Se esperan nuevos proyectos medioambientales semejantes al de Pinto en otras zonas, pero eso ya depende de las Mancomunidades que se crearon en 2007 en nuestra autonomía para alcanzar los objetivos de la Unión Europea en 2016», avanza Rodríguez. Según el subdirector de Residuos de la Consejería de Medio Ambiente, tales objetivos pretenden «que los envases reciclados supongan el 60 por ciento de los lanzados a la venta y que se registre una reducción del 35 por ciento con respecto a 1995 de la entrada de materiales biodegradables en vertederos». La Comunidad de Madrid elaboró en el año 2007 la Estrategia de Residuos que incluye, por ejemplo, planes específicos para residuos urbanos y suelos contaminados. La planta de tratamiento de Pinto hay que tomarla como una grandísima inversión de futuro tanto en lo económico como en lo medioambiental. La inversión realizada ha sido de tal calibre (cerca de 60 millones de euros) que con unos ingresos de seis millones de euros anuales (de aquí habría que restar los gastos) se presentan por delante unos cuantos años de amortización. De lo que no cabe duda es de que durante todos esos años el medio ambiente lo agradecerá. Mientras tanto se ha logrado que Lavoisier esté orgulloso, que la ciudadanía lo comprenda todo mejor y lo analice con más interés y que los televisores funcionen con desechos. Lo dejó escrito un genio. Pero el mecanismo es sencillo