Europa

Mar Blanco

La UE se suma al boicot contra el genocidio de focas

Más de un millón y medio de crías de foca han sido masacradas en los últimos cuatro años, según el Parlamento Europeo. La mayoría tenía menos de tres meses. En 2008 la UE importó productos de foca por 329.000 euros. Algo que no se repetirá. El 25 de junio los ministros de Medio Ambiente ratifican el veto a estas mercancías.

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Tres, cuatro meses, nunca más de un año. Ésa es la edad a la que fallecen muchas de las focas a las que se la da muerte. Meses después, su piel –ya no tan blanca, ya no tan lisa– dejará de interesar a nivel comercial. Los ejemplares adultos pueden correr «la misma suerte», pero no por el valor de su piel. Y en este mercado en el que el dinero manda son las de los pequeños las que interesan.El 25 de junio marcará un antes y un después. «37 años después de que EE UU prohibiera la entrada de productos de foca y tres años después de que lo hicieran México y Croacia, la UE va a dar ese mismo paso», asegura Alberto Díez, portavoz de la Asociación Nacional para la Defensa de los Animales (ANDA), y confirman desde la Comisión Europea, que concretan que en EE UU es una ley de protección de mamíferos marinos. Y aunque la decisión aún no esté firmada, se trata de un mero trámite. Después de que el Parlamento Europeo prohibiera en mayo dicho comercio (el acuerdo fue respaldado por 550 eurodiputados, frente a 49 en contra y 41 abstenciones), tan sólo queda que los ministros de Medio Ambiente refrenden el 25 de junio la decisión, y de hecho el texto fue ya consensuado entre el Consejo, el Parlamento y la Comisión en reuniones previas. Quedaron atrás aquellas advertencias que un año antes hizo el ministro de Pesca canadiense, Loyola Hearn. «Una vez más nos gustaría advertir a los políticos europeos que adoptar amplias regulaciones para prohibir productos de una caza responsable, sostenible y bien regulada es una pendiente peligrosa».Es en Canadá donde –como es bien sabido–, se produce la mayor matanza de estos pinnípedos del mundo. «La cuota permitida por el Gobierno canadiense fue, en 2007, de 270.000 focas. En Groenlandia, de 138.000; en Namibia, de 80.000 y en Noruega roza las 15.000. La mayoría de ellas eran crías de menos de un año», asegura Díez. Salvo en el caso de Rusia, que en abril prohibió la caza de focas menores de un año en el Mar Blanco. Datos más alarmantes llegan desde Europa. Pues hablan de 900.000 ejemplares capturados anualmente. «Más de un millón y medio de bebés focas han sido masacrados durante los últimos cuatro años. La mayoría tenían menos de tres meses», aseguran desde el Parlamento Europeo. «De las 30 especies de focas que hay –prosiguen–, unas 17 especies son objeto de caza, con una población estimada de entre 15 y 16 millones. Canadá, Groenlandia, y Namibia suman alrededor del 60 por ciento de las 900.000 focas que se cazan cada año». Económicamente, la comercialización de productos de estos pinnípedos que en el caso de las hembras pueden vivir hasta los 30 años (los machos sólo 20) mueve cada año casi 7.900 millones de euros. Sólo en el caso de Canadá, la matanza supone unos ingresos de 7,1 millones de dólares aproximadamente (eso sólo las materias primas, falta sumar el dinero que mueven los productos finales).Pero, ¿qué entra en la UE? Del tráfico mundial de productos derivados de la caza de estos ejemplares que si se les deja crecer pueden pesar 150 kilos, una tercera parte entra en territorio comunitario. «En el mercado de los 27 las pieles mueven 4.530.000 euros al año y los aceites menos, 538.000 euros», asegura Díez. «Dinamarca e Italia son los principales importadores de piel de foca sin curtir. En el caso de Dinamarca, no es tanto por su consumo, sino por el importante comercio que se da en Copenhague, pues hasta él se acercan diferentes diseñadores y compañías textiles. Prada entre ellas», como recuerda Díez. «Dinamarca, Grecia, Rusia, Italia y Letonia son, por ese orden, los mayores importantes de pieles ya tratadas en forma de calzado, cinturones, bolsos, etcétera», añade.Así, en 2008, Europa importó productos de foca por valor de 5.654.000 euros y exportó este tipo de artículos por 10.618.000 euros, según los datos facilitados por la oficina europea de estadísticas Eurostat.

España también importa

España no se libra. «Ostenta el dudoso privilegio de ser el tercer mayor importador de aceites de focas, sólo por detrás de Italia y Polonia. El valor de este aceite que se utilizará para usos cosméticos mueve al año y sólo en estos tres países 70.500 euros en total», asegura Díez. En concreto, en 2008, España importó productos de foca por valor de 329.000 euros y exportó artículos por valor de 10.000, según Eurostat. Bastante menos que en el año 2003, cuando nuestro país importó estos productos por un valor de 486.000 euros y exportó por 443.000, según las mismas fuentes.Con la decisión que se tomará en tan sólo cuatro días, este tipo de artículos no podrán importarse, ni exportarse ni transitar por la Unión. Una medida que si no acaba con la matanza, si servirá al menos para frenar esta «cacería» que se realiza con una especie de palo de golf pero acabado en un garfio y de cuyo primer golpe no suelen morir, sino más bien quedan aturdidas mientras un manto de sangre pinta de rojo el blanco hielo. El lugar habitual, los alrededores de la península Labrador, al este de Canadá. Aunque también se realiza en otros lugares como en Groenlandia o en el norte de Noruega, aunque en estos dos últimos casos la cacería es, según Díez, «reducida». A pesar de lo descrito puede que alguien vea en esta práctica algo natural, De hecho, siempre existió. Pero a nivel tradicional, no con el sentido comercial que provoca estos ríos de sangre de meras crías. Además, cabe recordar que los productos que se realizan con la piel, grasa o aceite de foca «entran en la UE sin la obligación de contar con una etiqueta que identifique que la materia prima, o al menos una parte es de este ejemplar. De hecho, además de que se trate de un bebé, lo cierto es que su carne es abandonada en el hielo, pues raramente se come. Canadá lo intentó poner de moda, pero tras las vacas locas, ese nicho de mercado al que querían llegar se cerró», recuerda Díez. En fin, que si tirar carne de una cría es infame, también lo es hacerlo de un ejemplar adulto.Y a este mal se unen al parecer otros. Los datos de natalidad son negativos. «Si antes tenían 1,7 crías de media hoy estos ejemplares que se alimentan de peces, crustáceos pero sobre todo de pulpo, sólo tienen 1,3 por el cambio climático», afirma Díez. Ahora bien, esta prohibición frenará –desde el Parlamento Europeo aseguran que no disponen de estos datos, aunque están seguros de que descenderá–, pero no acabará con esta matanza. Por cierto, la prohibición no será total ni inminente. Una vez se apruebe, tendrán que pasar nueve meses. Además, las nuevas normas permitirán la venta de productos derivados de focas que hayan sido cazadas sin ánimo de lucro para mantener la sostenibilidad de los recursos marinos. La importación ocasional de bienes derivados de las focas para uso personal también estará permitida. Además, los esquimales y otras comunidades aborígenes podrán seguir comercializando sus productos, al tratase de una caza tradicional cuyo fin último es su supervivencia, por lo que se podrá comercializar con ellos.Algo, en este último caso en lo que coincide con la postura de España. El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino está a favor de esta prohibición, excepto en el caso de los inuits, que tradicionalmente han cazado focas para su subsistencia. De hecho, según Díez, cazan unas 2.000 al año.La norma prohíbe la comercialización de «productos, transformados o no, derivados u obtenidos de las focas, entre los que se incluyen la carne, el aceite, la grasa, los órganos, las pieles en bruto y las pieles curtidas o adobadas, incluso ensambladas en napas, trapecios o presentaciones análogas, así como artículos elaborados a partir de pieles de foca». En la práctica, supondrá la prohibición de bolsos, gorros, botas, guantes, así como productos parafarmacéuticos como los compuestos por ácidos grasos Omega 3.