Colombia

Obama aterriza en Iberoamérica

La Cumbre de las Américas espera un nuevo rumbo en la política de EE UU

La Razón
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La Cumbre de las Américas, que en su quinta edición reúne desde ayer en Trinidad y Tobago a los jefes de Estado y de Gobierno de 33 países iberoamericanos, está llamada a fijar el rumbo político de la nueva Administración norteamericana en la región, lo que sin duda tiene especial interés para España como nación y también para las empresas españolas instaladas allí. De lo que piensa Barack Obama sobre Iberoamérica no es mucho lo que se sabe porque fueron escasas sus referencias durante la campaña electoral. Sí se conoce, sin embargo, la opinión de los demócratas y las críticas de Hillary Clinton a la política de Bush, al que acusaba de haber propiciado con su intransigencia la aparición de los regímenes populistas. Cabe esperar, por tanto, un cambio de estilo en las relaciones de EE UU con los países iberoamericanos, que si bien no supondrá un giro sustancial de fondo, sí lo será de formas. Por ejemplo, ha sido muy valorado el hecho de que la Casa Blanca utilizara el español para anunciar el levantamiento parcial del bloqueo al régimen castrista. Cuba es, precisamente, uno de los ejes sobre los que parece bascular la nueva etapa, pues desde La Habana se irradia y alimenta el movimiento populista que agita el histriónico Hugo Chávez y comparten los presidentes de Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Honduras y Paraguay. Ya fuera por los errores de Bush, ya por el hundimiento de los partidos de centroderecha, incapaces de atajar la corrupción, lo cierto es que en estos últimos años se ha registrado una rápida expansión de los regímenes izquierdistas que, bajo el pomposo título de «Socialismo del siglo XXI», tienen al castrismo como fuente de inspiración. Neutralizarlos e impedir que sigan su propagación sólo será posible si Obama fuerza una transición democrática en Cuba que entierre definitivamente medio siglo de dictadura. En este punto, sería muy positivo que la Unión Europea, y en especial España, concertara esfuerzos con Obama, de suerte que se premiaran los avances hacia la democracia y se penalizaran las derivas caudillistas y dictatoriales. Conectada a la agenda política, tiene gran relevancia la vertiente económica de la Cumbre, en la que se confrontan dos alianzas: por un lado, la del Tratado de Libre Comercio, pilotada por EE UU con Canadá, México y Centroamérica, y al que se quieren sumar Colombia y Perú; por el otro, la confusa iniciativa de Chávez y Castro que, bajo el nombre de Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba), trata de crear una especie de alternativa socialista al primero. Más allá de la farfolla propagandística que desplegarán estos días los líderes populistas, la cuestión relevante es cómo van a abordar los países iberoamericanos la situación de crisis y qué compromisos aceptará EE UU para suprimir ciertas barreras proteccionistas, como le piden desde Tierra de Fuego hasta el Caribe. Al respecto, Brasil se postula como el gran aliado económico de los norteamericanos, a la vez que se ofrece como dique de contención a los regímenes populistas. La inmigración y el narcotráfico son otros puntos centrales en la agenda de Obama para la Cumbre de las Américas. Encauzados ya en lo que a México se refiere, país con el que Obama se ha comprometido a trabajar muy estrechamente, queda en el aire cómo afrontar con mayor eficacia la lucha contra el narcoterrorismo en Colombia y las conexiones mexicanas, así como el oscuro papel de Venezuela en el asunto. En cuanto a la inmigración ilegal, es notoria la posición de Obama: freno total a nuevos inmigrantes y regularización prudente de los que ya están en el país.