Obesidad

Tuneo de enero

La Razón
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En enero se produce un fenómeno paranormal: todas sincronizamos los relojes para perder peso, sin contar a las mujeres del chiste, a las que siempre les sobran tres kilos y les falta una habitación. Pavese, en un alarde de conocimiento humano, equiparaba la gula a la lujuria. De hecho, si comer estuviera prohibido, habría toda una mística en torno a engullir chorizo. Ambos pecados capitales tienen caminos paralelos, al igual que sus excesos; quien mitifica lo uno, sacraliza lo otro. ¿O acaso no conocen a quienes viven en un mundo sin judías y tienen toda una iconografía de pensamientos obscenos hacia la fabada? La comida es un hecho naturalista en tanto que nos definimos por lo que comemos, por eso yo tengo una prueba del nueve infalible: no me fío de los consumidores de precocinados ni de quienes revuelven el plato con indolencia. Así, colaboro en el postoperatorio de las amigas que se tunean las mamas o se hacen una lipo del ser y el no ser -Aute dixit-, pero borro de mi lista a quienes se exilian al Gulag postnavideño de los tubérculos. Vivir a plan avinagra el carácter y cientos de ejemplos lo avalan. Comer de todo en plato de postre, como repetía Grande Covián, y algo de ejercicio, son las únicas armas contra el reto XL... Si no, en febrero probamos con la dieta de sexo.