Policía

Una agresión infame y cruel

Una agresión infame y cruel
Una agresión infame y cruellarazon

Barcelona-Si algo quedó evidenciado durante el juicio que se celebró en la Audiencia de Barcelona el pasado septiembre de 2008 a Pedro Jiménez por la muerte de las dos policías en prácticas fue su sangre fría.Los hechos por los que fue condenado a 83 años de prisión ocurrieron el 4 de octubre de 2004, mientras Jiménez, que cumplía 30 años de prisión por atraco, gozaba de un permiso penitenciario y se fijó en Silvia Nogaleda, de 28 años y policía nacional en prácticas. Según la Audiencia, la siguió hasta su domicilio, entró en la portería del inmueble, subió al ascensor con ella y, una vez dentro, sacó una navaja y la obligó a dejarlo entrar en su domicilio.Sin embargo, dentro de casa se encontraba la compañera de piso y también de trabajo de Silvia, María Aurora Rodríguez, de tan sólo 23 años. Tras amordazarlas y atarlas, puso a María Aurora sobre la cama del cuarto de al lado y la violó antes de matarla a navajazos. A continuación mató de la misma forma a su compañera, tras desnudarla y vejarla.Antes de irse, Jiménez robó una tarjeta de crédito, se puso ropa de una de las policías y prendió fuego al piso. Una vez extinguido el incendio, los bomberos descubrieron los cuerpos en lo que parecía «una sala de tortura», según los Mossos d'Esquadra. En los dos días siguientes, el procesado intentó sin éxito sacar 300 euros con la tarjeta en dos ocasiones en la misma oficina y se fue a casa de un amigo, Mustafa K.D., en Girona. Fue arrestado pocas horas después de que llegara a la vivienda.En el juicio, en el que Jiménez se declaró «inocente y víctima de un complot», la prueba indiciaria para condenarle, a falta de testigos directos que le incriminaran, fueron los pelos y el ADN del acusado hallados en los cuerpos de las jóvenes, así como las pisadas de sangre y una huella dactilar que dejó el procesado en el piso.