EE UU

La «retórica ficticia» que atrapa a la Casa Blanca

La experta en Rusia del Consejo de Seguridad Nacional, Fiona Hill, testifica junto al asesor David Holmes sobre las presiones de Trump a Ucrania

Los asesores de la Casa Blanca, Fiona HIll y David Holmes, ayer en las audiencias en el Capitolio/REUTERS
Los asesores de la Casa Blanca, Fiona HIll y David Holmes, ayer en las audiencias en el Capitolio/REUTERSPOOLPool via Reuters

David Holmes, consejero de asuntos políticos de la Embajada de EE UU en Ucrania, describió ayer una llamada de teléfono clave entre Donald Trump y el embajador ante la UE, Gordon Sondland. Tuvo lugar durante un almuerzo. La charla, a la que Holmes asistió en directo, pasará a la historia del proceso político contra el presidente. Holmes explicó que aunque el teléfono de Sondland no tenía conectado el manos libres, la voz de Trump podía escucharse sin dificultad. El embajador estaba sentado justo enfrente suyo. Tras explicarle Sondland al presidente de EE UU que le llamaba desde Kiev añadió que «el presidente Zelenski ama tu culo». Trump preguntó si habría «investigación».

No necesitaba añadir qué investigación ni sobre qué. A esas alturas todo el mundo en la Casa Blanca estaba al tanto de lo que sucedía con Ucrania. «El embajador Sondland respondió que ‘lo hará’, y agregó que el presidente Zelenski hará ‘cualquier cosa que le pidas’». Holmes añadió que si bien no había tomado notas de estas declaraciones, tal y como es costumbre por ejemplo entre los agentes del FBI, recordaba «claramente» lo que se dijo ese día. Subrayó que sus colegas «también sabían que el embajador Sondland estaba hablando con el presidente».

La conversación cambió después a los esfuerzos del diplomático para ayudar a un rapero estadounidense encarcelado en Suecia. Como quiera que no parecía probable liberarle, Sondland aconsejó que Trump dijera «a los Kardashians» que lo había intentado. Superado el interregno telefónico colgaron. Sondland informó a sus contertulios que el presidente estaba de mal humor. En ese momento, Holmes le preguntó su impresión sobre las opiniones del presidente sobre Ucrania. «En particular, le pregunté al embajador Sondland si era cierto que al presidente ‘le daba igual Ucrania’.

El embajador Sondland estuvo de acuerdo en que al presidente “le daba igual Ucrania”». Cuando le preguntó por qué Sondland respondió que al presidente «solo le preocupan las ‘cosas importantes’». Holmes comentó que en Ucrania estaban sucediendo «grandes cosas», como una guerra con Rusia. El embajador zanjó que por «grandes cosas» se refería a «aquellas que benefician al presidente, como la ‘investigación de Biden’ que Giuliani estaba presionando para que tuviera lugar».

La otra testigo clave en hablar durante la mañana fue Fiona Hill, experta en Rusia y asesora de la Casa Blanca. En su opinión, lo sucedido con Ucrania, los intentos por lograr una investigación sobre la conducta del hijo de un rival político, puede calificarse sin problemas de «fechoría».

Tanto es así que nada menos que el ex consejero de Seguridad Nacional John Bolton le aconsejó que informara de lo que estaba sucediendo al abogado del Consejo de Seguridad Nacional. Hill acusó a los republicanos de difundir «narrativas ficticias» sobre Ucrania al afirmar que no fueron los rusos quienes trataron de intervenir en las elecciones de 2016 –a pesar de que existen informes de inteligencia que lo certifican-sino los ucranianos. Este discurso daña, a su juicio, a EE UU.

Nada de esto pareció alterar en demasía a la Casa Blanca, que por boca de su secretaria de prensa, Stephanie Grisham, emitía un comunicado en que el tachaba las declaraciones de los testigos de meras presunciones: «Como se ha visto antes a lo largo de la farsa de juicio político de los demócratas, los testigos de hoy se basan en gran medida de sus propias presunciones, suposiciones y opiniones». El congresista republicano Jim Jordan había resumido la opinión del partido, y buena parte de su electorado, con un comentario letal: «Una declaración de apertura de 40 minutos de un tipo que escuchó una llamada telefónica que duró ‘un par de minutos’». «¿Éste es», se preguntó, «el último esfuerzo de los demócratas? Refleja su desesperación».