Brexit

La UE rechaza un acuerdo a la carta con Reino Unido

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, confía en que Johnson pida finalmente una prórroga de la negociación del tratado comercial, que debe concluir en once meses

La salida de Reino Unido de la UE es el primer reto que tiene que afrontar Ursula von der Leyen al frente de la Comisión Europea/EPA
La salida de Reino Unido de la UE es el primer reto que tiene que afrontar Ursula von der Leyen al frente de la Comisión Europea/EPAPATRICK SEEGEREFE

A veces los dioses son tan crueles que escuchan nuestras plegarias. Después de haber arrasado en las últimas elecciones generales, las cancillerías europeas se enfrentan –por primera vez desde el referéndum del Brexit– a un primer ministro británico fuerte y con un sólido mandato parlamentario. Wetsminster y Downing Street vuelven a hablar el mismo lenguaje. Y esto tiene sus pros y sus contras.

Por eso, Bruselas empieza a ver con inquietud las maniobras de Boris Johnson para limitar a tan solo 11 meses las negociaciones sobre la relación futura entre los Veintisiete y Reino Unido, tras haber consumado el Brexit el 31 de enero de 2020. El inquilino de Downing Street rechaza cualquier posible prórroga de este período de tiempo y esto pone sobre el club comunitario una nueva espada de Damocles en forma de Brexit caótico a comienzos de 2021. Johnson no está solo y la Cámara de los Comunes le respalda en su propósito. «Es un plazo muy ajustado, pero la mayoría absoluta le da a Boris Johnson mucha fuerza para tomar decisiones», avisaban fuentes diplomáticas antes incluso de que Johnson planteara convertir en ley este rechazo de la extensión, que debe seguir tramitándose a comienzos del nuevo año. La última en mostrar esta preocupación de manera pública ha sido la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, a través de una entrevista al periódico económico francés «Les Echos». Según recuerda la política alemana, «no se trata solo de negociar el acuerdo de libre comercio, sino de otros muchos temas. Me parece que ambas partes deberíamos preguntarnos seriamente si estas negociaciones podrán hacerse en tan poco tiempo». La presidenta del Ejecutivo comunitario se refiere también a todos los programas europeos en los que participa Reino Unido, desde Erasmus a los de Investigación y Desarrollo o la necesaria colaboración en materias clave como la lucha contra el terrorismo o el cambio climático.

La opinión de Von der Leyen no es un juicio aislado, sino compartido por prácticamente todo el mundo en los pasillos comunitarios. Máxime cuando Johnson no quiere limitarse a seguir siendo un satélite de la UE y está dispuesto a batallar por la divergencia regulatoria. Las negociaciones con Canadá duraron siete años y las de Japón, cinco. Aunque ahora se parte de una situación muy diferente, ya que las legislaciones están alineadas, parece prácticamente imposible que pueda lograrse un acuerdo a la celeridad que pretende Reino Unido. Además, Londres necesita no solo facilitar el comercio de bienes y mercancías, sino también abordar el capítulo más peliagudo de los acuerdos comerciales, el sector servicios y la posición de la todopoderosa City.

Bruselas pretende un acuerdo económico lo más ambicioso posible debido a la integración de los respectivos mercados (más de la mitad de las importaciones a Reino Unido procede de los Veintisiete y el 47% de las exportaciones británicas en 2018 fueron a parar a los todavía socios). Aunque una entente cordial conviene a las dos partes, los Veintisiete están dispuestos a un acuerdo con cero tarifas y cero cuotas, pero también con cero «dumping». Nada de competencia desleal en fiscalidad o los estándares fitosanitarios, de respeto al medio ambiente o derechos sociales. «Si se quiere beneficiar de la prosperidad del mercado único, accediendo sin barreras ni aduanas, hay que aceptar los principios comunes», avisa Von der Leyen. A mayor convergencia, mayor comercio. Todo lo contrario de lo que promete Johnson, que vende un acuerdo a la carta al alcance de la mano. Por eso, las palabras de Von der Leyen son una reafirmación de principios y también una oferta de concordia. «Creo que sería razonable hacer un balance a mediados de año y, si es necesario, acordar una extensión del periodo de transición», añade en referencia al plazo del 1 de julio, la fecha en la que Londres puede solicitar una prórroga de uno o dos años.

Los Veintisiete están ya manos a la obra para ponerse a negociar las condiciones de los sectores económicos que podrían verse más afectados por un Brexit abrupto el 31 de diciembre de 2020, pero siguen confiando en que Johnson acabe entrando en razón tras comprobar la firmeza de los Veintisiete. «Mi preferencia se dirige hacia un mecanismo que garantizaría las condiciones de producción comparables a los dos lados, ya que yo creo profundamente en la necesidad de conservar una buena relación con nuestros vecinos. Pero el principio de igualdad es lo más importante para nosotros», sostiene la presidenta de la Comisión.

El encargado de negociar en esta nueva etapa seguirá siendo Michel Barnier, quien ya ha demostrado su capacidad para mantener unidas a las cancillerías en los peores momentos y que ha calificado la posibilidad de alcanzar un acuerdo en once meses de «inmenso desafío».