Irán

Trump asfixia a Irán con nuevas sanciones

Un día después de tender la mano a Teherán, EE UU anuncia un duro castigo a la industria y a sus líderes en represalia por el ataque a las bases en Irak

Steve Mnuchin, Mike Pompeo
El secretario de estado Mike Pompeo comparece en la Casa BlancaEvan VucciAP

Frente a las bravatas, las amenazas y el conflicto, más sanciones. Así lo ha rubricado el presidente de EE UU, Donald Trump, tras rubricar la enésima ronda de penalizaciones contra la economía de Irán. Lo confirmaba Mike Pompeo, secretario de Estado. Primero en una rueda de prensa que provocó maremotos en el Washington. Entre otras cosas porque volvió a explicar que el asesinato del general Soleimani fue poco menos que una cuestión existencial.

El general iraní planeaba un atentado inminente contra EE UU. Matarle era lo mínimo que podía hacerse en aras de preservar las vidas y haciendas de los ciudadanos estadounidenses. Posteriormente, con un tuit que deja poco margen a la imaginación, Pompeo insistía en las sanciones. «La presión máxima sobre el régimen iraní continúa», dice. «Estados Unidos está sancionando a ocho líderes iraníes de alto rango y numerosas entidades en la industria de los metales en respuesta a los ataques de Irán contra las fuerzas e intereses de Estados Unidos. Nuestras sanciones continuarán hasta que Irán cambie su comportamiento».

En cuanto a la carta del presidente, una orden ejecutiva fechada en Washington a 10 de enero de 2020, abre con todo el aroma y contundencia de las declaraciones históricas: «Yo, Donald Trump, presidente de los EE.UU, considero que Irán continúa siendo el principal patrocinador del terrorismo a nivel mundial y que Irán ha amenazado a los ciudadanos y los intereses estadounidenses mediante el uso de la fuerza militar y a través de las milicias respaldadas por Irán».

A continuación relata que «la política de EE UU continúa siendo la de denegar a Irán cualquier vía que pueda conducir a Irán a lograr la bomba nuclear y los misiles intercontinentales, así como enfrentar la maligna influencia de Irán en la región». Para lograrlo, para zanjar cualquier relajo respecto a las intenciones necoloniales de Irán, sus intereses y apoyo a las guerrillas antioccidentales, su decisivo papel en la desestabilización de Irak o su alianza con el terrorismo en Líbano, Siria, Palestina, Afganistán o Yemen, el presidente ha insistido en la importancia de coagular las vías de financiación del régimen, incluyendo los beneficios derivados de la exportación de productos en sectores claves para la economía de Irán que puedan usarse para financiar o apoyar su programa nuclear, el desarrollo de sus misiles, el terrorismo, las redes de terrorismo aliadas y su maligna influencia en la región».

Suma y sigue a la ristra de penalizaciones, multas y sanciones impuestas por EE UU desde que el país abandonó unilateralmente el tratado nuclear suscrito para tratar de evitar que Irán accediera a la bomba atómica. Las nuevas sanciones llegan después de que este mismo verano el régimen de los ayatolas abatiera un dron del ejército estadounidense, de que atacara no menos de 6 barcos en las aguas del estrecho de Ormuz entre mayo y junio y de que misiles con la firma de sus socios volaran por los aires para de unas instalaciones petrolíferas clave de Arabia Saudí.

Por no hablar del ataque, que no causó bajas, contra dos bases con presencia militar de EE.UU, el asedio a la embajada de EE.UU en Bagdad… Entre las medidas tomadas recientemente figuran las sanciones contra el mismísimo ayatolá Ali Jamenei, acusado por Trump en el pasado junio de constituir «el obstáculo supremo para un futuro mejor para los iraníes».

Cuando a principios del verano presentó las medidas contra Khamenei, miembros miembros de su gobierno, diplomáticos y militares, Trump comentó que «El líder supremo de Irán es uno de los responsables de la conducta hostil del régimen. Es respetado dentro de su país y su oficina supervisa los instrumentos más brutales del régimen, incluida el la Guardia Revolucionaria Islámica». Dos meses antes, en abril, EE UU anunció que no pensaba renovar los permisos de los últimos ocho países que todavía compraban petróleo a Irán. El golpe, valorado en no menos de 50.000 millones de dólares, ha recortado hasta en un 40% la financiación del país, de por sí exhausto.

De pie junto a Pompeo, Steven Mnuchin, secretario del Tesoro, ha explicado que la Casa Blanca ha dado luz verde a sancionar a «cualquier individuo que posea, opere, negocie o ayude a sectores de la economía iraní, incluyendo sectores como la construcción, manufactura, textiles y la minería».