Berlín
Las potencias pactan una solución política en Libia
Líderes internacionales acuerdan un alto el fuego incierto en una conferencia bajo el auspicio de las Naciones Unidas.
Un frágil alto el fuego para Libia se cocinó ayer a fuego lento en Berlín. «Queremos respetar el embargo de armas de una forma mas estricta que en el pasado», declaraba Merkel en la conferencia conjunta con las autoridades de las Naciones Unidas, que auspiciaban el encuentro. Los documentos acordados han de ser refrendados por la ONU, aseguraba la canciller. Los miembros de la conferencia se comprometieron a no tomar parte por ninguna de las facciones enfrentadas y a contribuir al cese de las hostilidades. «No me hago ilusiones y será un camino muy difícil el que tenemos por delante», advertía Merkel. A su derecha, Antonio Guterres, el secretario general de Naciones Unidas, agradeció a Merkel «su esfuerzo» por la paz en Libia. «No hay solución militar a este conflicto, han asegurado todos los participantes en esta conferencia», matizaba Guterres. «El proceso político es esencial». El ámbito económico habría estado marcado por un encuentro en Túnez. Las reformas que «el país necesita urgentemente», añadía Gutierrez, se habrían tratado en el encuentro berlinés, entre otras, la formación de un banco central libio.
El ministro de Exteriores de Merkel, Heiko Maas del partido socialdemócrata anunció la creación de «un comité de seguimiento» que será «dirigido por la ONU» a principios de febrero que se reunirá de nuevo en Alemania. «El espíritu de trabajo conjunto que hemos sentido hoy tiene que llevarnos a crear las condiciones para una paz duradera en Libia, por supuesto con el alto el fuego». Por su parte, el enviado especial de la ONU para Libia, Ghassan Salame, reveló que Merkel impulsó el proyecto «de forma muy entusiasta». Al igual que la canciller expresó su deseo de que «el Consejo de Seguridad de la ONU aplique lo acordado aquí». Merkel, preguntada por el reparto del petróleo, dio la palabra a Guterres que aseguró que la ONU está interesada en «recuperar la normalidad» y que haya un «alto el fuego» que permita controlar la producción y el transporte de crudo.
A la conferencia asistieron mandatarios y enviados de una docena de países involucrados en el conflicto que desde el 2011 ha envuelto el país en el caos y la violencia. Las potencias, entre ellas Rusia, Estados Unidos, Francia y Turquía, aseguraban tratar de evitar en el último momento una guerra similar a la siria, pero lo cierto es que el conflicto es una guerrade facto desde 2014. La prensa alemana valoraba el encuentro como una victoria porque a él asistiesen las dos partes enfrentadas en Libia, tanto el presidente Fayez al Serraj, reconocido como mandatario del país por la ONU, pero que en la práctica no tiene el control del país, así como el general Jalifa Haftar, del Ejército Nacional Libio (LNA), que con sus tropas ha tomado buena parte de las principales ciudades del país y de los puertos fundamentales para el transporte del petróleo.
En realidad ya habían comenzado a negociar hace una semana en Moscú al auspicio del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan y de su homólogo ruso Vladímir Putin, que son quienes les apoyan respectivamente. Unas conversaciones en el marco de las cuales no se consiguió llegar a un acuerdo de alto el fuego. La canciller alemana Angela Merkel buscaba de este modo transmitir una imagen positiva de mediadora exitosa. El diario Tagesspiegel resumía que «las emociones se mueven entre el orgullo y la desazón, entre el confían en nosotros y el en qué lío nos hemos metido». A la cita acudieron tambié el Alto Representante de Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, así como la presidenta de la Comisión, la alemana Ursula von der Leyen. Alemania pudo presentarse como país neutral debido a que en 2011 no se implicó en el ataque de la OTAN de 2011, en el que sí participaron dieciséis países, entre ellos España, Francia, Reino Unido, Estados Unidos, Italia, Canadá, Suecia o Turquía.
No obstante, Berlín dejó de ser neutral hace tiempo. Libia es uno de los lugares donde hasta el asesinato de Gadafi se contenía la inmigración africana hacia Europa. El acuerdo de la Unión Europea con el Gobierno libio debía servir a los fines alemanes y el gobierno teutón ha apoyado la operación «Sophia» con decenas de miles de millones de euros para equipar y a formar a la guardia costera libia. Los inmigrantes interceptados por dicha guarda costera son trasladados a cárceles en suelo libio en las que han denunciado sufrir torturas, asesinatos, violaciones, extorsiones a sus familias y trabajo esclavo. De hecho, el dinero que la Unión Europea ha estado enviando a Libia ha tenido al parecer un destino incierto, ya que las bandas criminales y los militares rebeldes se habrían beneficiado también. De ahí que Alemania, que no tiene intereses directos en el petróleo del país sí que los tenga en la pacificación del mismo.
En las últimas semanas el conflicto se había recrudecido, después de que el interés por la riqueza petrolera del país llevase a Turquía a decretar el envío de soldados para apoyar al presidente libio. Turquía había firmado un acuerdo de cooperación en materia petrolera el pasado diciembre con el Gobierno libio y el general Haftar había avanzado en la toma de las principales ciudades y puertos libios. Durante la conferencia en Berlín Erdogan exhortó directamente al general Haftar a detener el fuego. En el aire se quedó la propuesta de una fuerza de países europeos que interviniese en Libia y para la que la ministra alemana de defensa se mostraba favorable la noche anterior a la conferencia. Para Alemania y para los europeos, en general, con los italianos a la cabeza por una cuestión de proximidad, la estabilización de Libia es fundamental para contener los flujos migratorios del Mediterráneo. Un fenómeno que tuvo su punto álgido en 2015.
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