Defensa

Washington vs Pekín, un desencuentro visto desde el gasto militar

China ha incrementado su gasto militar 30 veces más rápido que EE UU en los últimos 24 años

Afganistán.- EEUU batió en 2019 el récord de bombas y misiles lanzados en la guerra de Afganistán
Imagen de archivo de un caza F15 Strike Eagle de la Fuerza Aérea de Estados UnidoslarazonDEPARTAMENTO DE DEFENSA DE EEUU

Si todo se torciese mucho más de lo imaginable y el resto del mundo sumase fuerzas contra Estados Unidos, no resultaría nada sencillo batir los recursos del Pentágono. El enorme gasto militar de la primera potencia de la Tierra, cerca de 650.000 millones de dólares en 2018 (último año del que hay cifras completas), supone por si solo más de una tercera parte de todo lo que emplea el planeta en armamento (1,8 billones de dólares en el mismo ejercicio). Y, sobre todo, la disponibilidad de tal cantidad para un único país le proporciona la ventaja de una sinergia imposible para el resto de los hipotéticos contrincantes, donde la variedad de sistemas de armas y de visiones tácticas y estratégicas dificultarían una mínima coordinación que permitiese hacer frente a la combinación de fuerzas que únicamente pueden acometer hoy día los estadounidenses.

Todo esto es una ficción para evidenciar el inmenso poder militar que mantiene Washington. La realidad es que, al margen del daño puntual que le pueden infringir las nuevas amenazas asimétricas (el ataque de una pequeña lancha casi hunde al destructor USS Cole, de más de 8.000 toneladas, en el año 2000) y los ciberataques (la web de la propia CIA sufrió la ofensiva de un grupo de hackers en 2011), lo que de verdad quita el sueño al alto mando estadounidense es China.

El crecimiento de la inversión china en defensa.
  • 1994 / 24.100 millones de dólares.
  • 2018 / 250.000 millones de dólares.
La evolución del gasto estadounidense.
  • 1994 / 480.000 millones de dólares.
  • 2018 / 650.000 millones de dólares.

El creciente poder económico del gigante asiático, que en 2017 adelantó por primera vez a los norteamericanos como mayor potencia comercial e inversora mundial, se ve acompañado por una capacidad militar cada año más importante. Pekín ya lleva casi un cuarto de siglo incrementando sus partidas militares ejercicio a ejercicio. En 2018 alcanzó los 250.000 millones de dólares, en torno al 14% del conjunto del gasto en armamento mundial y más de la tercera parte de lo que emplea Estados Unidos. Pero más que la cantidad, que de por sí es monumental, lo inquietante es la velocidad con la que ha llegado a ella. Resulta más fácil de ver si comparamos su evolución con la de Estados Unidos. Desde 1994, China ha multiplicado su esfuerzo militar prácticamente por diez, desde los apenas 24.100 millones que dedicó entonces a su defensa. En aquel momento, el gasto en armamento de los norteamericanos rondaba los 480.000 millones de dólares (en moneda constante de 2017). Pero Estados Unidos apenas ha incrementado un tercio esta partida desde entonces, en contraste con el acelerón sin precedentes de Pekín.

Visto de otro modo: China ha aumentado su esfuerzo militar 30 veces más rápido que Estados Unidos en los últimos 24 años. Al inicio de este periodo, en el citado 1994, Japón, con el equivalente a 42.400 millones de hoy en día, casi doblaba el gasto militar chino, que era entonces inferior al italiano (27.000 millones) y estaba muy lejos del francés (casi 55.000 millones), el británico (45.000 millones), el alemán (cerca de 47.000 millones) y el ruso (40.200 millones). España, por cierto, superó entonces los 15.500 millones de dólares, una cifra tampoco demasiado alejada de la china. Ninguno de estos otros países citados ha variado significativamente su esfuerzo en defensa. Únicamente Rusia los ha incrementado ampliamente, casi un 60% durante el periodo. En todo caso es una cifra muy alejada del 900% de crecimiento armamentista chino.

El Ejército de Liberación de China mostró sus nuevas armas/AP
El Ejército de Liberación de China mostró sus nuevas armas/APlarazon

Espionaje informático

Además de la evolución en el gasto, en Estados Unidos preocupa mucho cómo se emplean las partidas militares chinas. Altos representantes de la defensa norteamericana han evidenciado su inquietud al ver cómo los ingenieros del país asiáticos son capaces de sacar en unos pocos años desarrollos equivalentes a otros que en Estados Unidos han requerido décadas. ¿Son más diestros y rápidos que sus homólogos del otro lado del Pacífico? No, según denunció el mismísimo John Bolton, poco antes dejar su cargo como consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el pasado septiembre.

A la vista del nuevo avión de combate chino de última J20, Bolton evidenció su enorme parecido con el caza F-35 estadounidense. “Eso es porque es el F-35, simplemente lo robaron”, concluyó. No fue un comentario sin más. En el Pentágono existen algo más que sospechas sobre el posible robo de ingeniería militar por parte de Pekín.

De hecho, un grupo de piratas informáticos chinos (no trascendió su posible vinculación con el gobierno de su país) se hizo en 2013 con los diseños de más de dos docenas de importantes sistemas de armas estadounidenses. El botín incluyó desarrollos tan avanzados como el del citado F-35, que es el proyecto militar más caro de la historia (más de 400.000 millones de dólares); el del convertiplano V-22 Osprey (una aeronave única, capaz de elevarse como un helicóptero y volar como un avión); el del helicóptero Black Hawk; el del sistema de defensa naval Aegis, que es el empleado también en las fragatas españolas F-100, y el de los misiles Patriot PAC-3, entre otros.

En aquel momento ya se advirtió de la posibilidad de que China experimentase un importante acelerón en sus desarrollos de armas, como efectivamente ha ocurrido. Apenas unos años después, Pekín ha ido revelando una serie de avances que en muchos casos recuerdan a los de los diseños robados. La preocupación por la sustracción de los planos llevó al propio Pentágono a advertir en 2018 de que con estas prácticas China podría poner en peligro la hegemonía tecnológica estadounidense. El entonces responsable de inteligencia para cuestiones militares de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional, Anthony Schianella, acusó a Pekín incluso de emplear a compatriotas retornados de occidente “para implementar cambios importantes en sus currículos de ciencia, ingeniería y matemáticas, que fomentan una mayor creatividad y aplicación de habilidades en las principales universidades de China". Como consecuencia, se propuso revisar la admisión de estudiantes chinos en áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas en universidades estadounidenses.

El viejo temor de la Guerra Fría al espía soviético ha tornado en sospechas frente al ingeniero chino. De fondo, estos últimos meses hemos sido testigos de una guerra comercial entre Estados Unidos y China, con una escalada de aranceles incluida, que parecía impensable hasta hace poco. Ahora ya no resulta tan descabellado pensar que ese enfrentamiento llegue también, con mayor o menor intensidad, al teatro militar. En ese caso, confiemos en que el desencuentro no pase más allá de una nueva carrera de armamento como la que ya se ha iniciado, aderezada por tensiones en el entorno del Mar de China Meridional, donde Pekín está levantando islas artificiales a modo de portaaviones con las que consolidar su hegemonía en la zona, y, con casi seguridad, cada vez más frecuentes ataques en el ciberespacio. La nueva guerra fría pasa por ser ante todo digital. Ya no tendrá su foco en Berlín, sino en internet.

(Especial Infodefensa.com para La Razón)