Reino Unido
“La guerra entre palestinos e israelitas” del Gobierno de Johnson
El inflamable enfrentamiento que mantenían Javid y Cummings era un secreto a voces en el número 10 de Downing Street y que acabó perdiendo el ex ministro de Economía
Boris Johnson llevó ayer a cabo la remodelación de su Gabinete para afrontar la nueva era post Brexit. Era una reestructuración esperada desde hace tiempo. Pero en último momento, un cambio inesperado de guión, trajo consigo el gran caos: el responsable del Economía, Sajid Javid, anunciaba de manera repentina su dimisión cuando apenas quedan cuatro semanas para que se presenten los presupuestos generales del Estado, los primeros de un Reino Unido fuera del bloque. La noticia cayó como una losa tanto en Westminster como en “la City”.
El primer ministro había garantizado durante la campaña electoral de diciembre que no tocaría la cartera de Economía para dar confianza al sector financiero en momentos convulsos por los interrogantes planteados por la salida de la Unión Europea. Sin embargo, cuando ayer se reunió con el Chancellor le explicó que sólo podía conservar su puesto -el segundo más importante del Gobierno- siempre y cuando se deshiciera de todos sus asesores para poner en su lugar a los del Número 10. Javid rechazó la oferta al considerarla inaceptable para cualquier “ministro que se respete a sí mismo”.
En su carta de dimisión, el ya ex Chancellor mandó un importante mensaje al “premier”: “es importante, como líderes, tener equipos en los que se pueda confiar y que estos reflejen el carácter y la integridad con los que deseas que se te identifique”.
Sin duda alguna, las palabras tenían un claro destinatario: Dominic Cummings, el oscuro asesor del líder “tory” y el hombre que realmente mueve los hilos en Downing Street. El control que el estratega ejerce sobre el Gobierno llega ya hasta un punto enfermizo. Y el hecho de que por primera vez en la historia haya ahora un equipo conjunto de asesores entre el Número 10 y el 11 (residencia del Chancellor) demuestra hasta que punto gana cada una de las batallas que se propone.
La relación entre Javid y Cummings era especialmente mala. En Whitehall -donde están todos los ministerios- se referían a ellos como “la guerra entre palestinos e israelitas”. En los últimos días, Javid había ganado alguna jugada a Cummings al conseguir que Johnson diera luz verde al tren de alta velocidad HS2 para unir norte y sur de Inglaterra a pesar de un elevado coste, que el asesor quería destinar a otros proyectos para impulsar estas zonas. Sin embargo, en términos generales, al ya ex ministro del Tesoro le llamaban el “Chino” (Chancellor in name only, cuya traducción es Chancellor sólo en nombre). En otras palabras, sin poder o influencia alguna.
Pero la trama no queda ahí porque el oscuro estratega ha conseguido además que su íntimo amigo Michael Gove se quede como “ministro de Gabinete”, a efectos prácticos, lo que sería un vice primer ministro. La puñalada por la espalda que Gove atestó a Johnson en las primarias de 2016 fue una de las más memorables de la historia del Reino Unido. Pero está claro que ha enterrado sus rencillas con el primer ministro.
Por otra parte, aunque el resto de ministros con más peso mantuvo el cargo, fue muy simbólica la salida de Julian Smith como responsable para Irlanda del Norte. Fue uno de los pocos, por no decir el único, que ayer se llevó halagos de todos los bandos por conseguir recientemente que, tras tres años sin Gobierno en Belfast, católicos del Sinn Féin y protestantes del DUP cerraran un acuerdo de coalición. Smith afirmó en su cuenta de Twitter que servir a los norirlandeses había sido su “mayor privilegio”, mientras que el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, lamentó su partida y se refirió a él como “uno de los mejores políticos británicos de nuestro tiempo”.
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