Emmanuel Macron

Roubaix: el bastión del «separatismo islamista»

La lucha de Macron contra el integrismo. Con un 40% de población magrebí, los valores de la República van en retroceso en esta ciudad

El presidente francés, Emmanuel Macron, habla con jóvenes el martes 18 de febrero de 2020 (AP Photo / Jean-Francois Badias)
El presidente francés, Emmanuel Macron, habla con jóvenes el martes 18 de febrero de 2020 (AP Photo / Jean-Francois Badias)Jean-Francois BadiasAP

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha decidido reforzar su combate contra el separatismo islamista, un tema delicado y estratégico de cara a las elecciones municipales de marzo próximo. Esta decisión pondrá el foco en ciudades como Roubaix, donde según el Gobierno se han acentuado prácticas comunitaristas. «Al norte estaban los corons. La tierra era carbón. El cielo era el horizonte. Los hombres, mineros subterráneos». Así describía el cantante popular Pierre Bachelet las tierras del norte francés en una de sus canciones más populares. ¿Su nombre? Les Corons, las tradicionales casas de ladrillos, construidas a un lado de la otra y que dibujan el paisaje de ciudades como Lens o Roubaix.

Les Corons siguen en pie en Roubaix. Pero los mineros y sus tradiciones no. Y según el Gobierno francés la ciudad ahora es un ejemplo del avance del separatismo islamista. Un lugar en el que los valores de República estarían retrocediendo ante expresiones sectarias. Ante un sectarismo islamista, para ser más exactos. «El separatismo se acentuó fuertemente en ciertos barrios y ciudades», entre ellas Roubaix, decía hace unos días el ministro de educación, Jean-Michel Blanquer.

96.000 personas viven actualmente en esa ciudad, a doscientos kilómetros de París. Un 40% de su población es extranjera, principalmente de origen magrebí. Durante décadas sirvió de base a la industria textil, indispensable para sostener las necesidades del gran núcleo minero del que forma parte. Ahora cuenta con una tasa de desempleo superior al 30% y una de pobreza de 44%. Desde 2019 uno de sus barrios más sensibles, el de Alma, forma parte de la misión de las Brigadas de reconquista republicana, un programa con el que la policía buscar restablecer sus lazos con la ciudadanía y limitar la explosión de fenómenos como la radicalización.

Pero hay otras cifras de ciudades como Roubaix que inquietan al gobierno: tasa de desescolarización, aumento de escuelas privadas sin contrato (dos escuelas musulmanas en el norte del país, con unos 750 alumnos), aumento de proyectos privados que no respetan la mezcla de sexos.

El presidente Macron eligió otra ciudad para presentar las medidas de su Gobierno contra lo que el Elíseo prefiere nombrar ahora como «separatismo islamista». Lejos del «comunitarismo» empleado hasta ahora y que el Gobierno parece considerar muy duro en plena carrera para las elecciones municipales del próximo marzo.

Fue en la ciudad alsaciana de Mulhouse donde el mandatario reveló su plan contra la radicalización, una de las principales amenazas a la seguridad y los principios de la República francesa. Tres son los pilares de este plan. Francia quiere controlar de dónde viene el financiamiento extranjero para mezquitas y otros lugares de culto. Porque ejemplos hay varios: Arabia Saudí financió la gran mezquita de Lyon, en los años 90. Argelia subvencionó la de París y Marruecos, otra en la periferia de la capital.

La idea es «retomar el control y luchar contra influencias extranjeras, en particular en escuelas y lugares de culto», indicó el mandatario. A lo que agregó: «Necesitamos transparencia sobre el origen y finalidad del dinero. De dónde llega, a quién llega y para que sirve».

El plan también contempla un especial cuidado en la formación de los imanes. De allí el anuncio del fin progresivo del sistema de imanes consulares, que permite la llegada de unos 300 líderes religiosos formados en Turquía, Marruecos y Argelia. En reemplazo se reforzará la formación en Francia de nuevos imanes, una idea respaldada por el Consejo Francés de Culto Musulmán, que participará en la formulación de propuestas.

Estas medidas son analizadas por algunos expertos como un paso hacia el pragmatismo, tras décadas de una laicidad no intervencionista aplicada por sus predecesores. Otros critican la conveniencia electoral de una tema como este, en el que la ultraderecha de Marine Le Pen ya ha marcado territorio. Justamente, Marine Le Pen ha tachado los anuncios de Macron como «irrisorios y mentirosos».

Aunque hay un punto que acerca a la candidata a la elección presidencial del 2022 y al actual mandatario: el fin del ELCO, programa de enseñanza de idiomas y culturas de origen extranjero. Un plan que desde hace 42 años permite la llegada a Francia de profesores pagados y educados en otros países, entre ellos España, Italia, Marruecos y Túnez, entre otros. «El problema que tenemos con ese dispositivo es que hay cada vez más profesores que no hablan francés», explicó el mandatario, que agregó que el Estado tampoco tiene control alguno sobre ellos. Su idea es reemplazarlo por profesores internacionales de lengua extranjera.

Pero la propuesta genera malestar en los sindicatos de profesores que señalan que el discurso presidencial hace caer un manto de sospecha en los profesores, recordando además que el programa ya fue reformado en 2016, con especial foco en la vigilancia de la laicidad de los maestros del ELCO.

En Roubaix las palabras del mandatario, pero sobre todo las de su ministro de Educación, tampoco tuvieron una acogida muy entusiasta. Sus habitantes se sienten estigmatizados. «Lo invito a venir y a dialogar aquí sobre los temas de la reconquista republicana», dio categórico el alcalde de Roubaix.