México
Testigo directo: “No podíamos caminar... La calle era como un chicle”
El terremoto se sintió fuertemente en todo el país, incluso en Ciudad de México. Los vecinos reconocen a LA RAZÓN que "es una suerte que ningún edificio se haya caído”
El terremoto se sintió con mucha intensidad en las calles de Ciudad de México, que se llenaron de gente instantes después de que sonara la alerta sísmica. Natalio Ramírez trabaja en una céntrica colonia, ordena los aparcamientos y limpia vehículos. En su calle el mayor peligro lo constituye un edificio que no se encuentra en buen estado.
“Empezó a rozar con el de al lado y a desprender polvo y algunos escombros”, aunque finalmente se quedó en un susto. “Estuvo muy fuerte, es una suerte que ningún edificio se haya caído”.
En un hotel cercano, en un edificio de gran altura trabaja como recepcionista Obdel Pineda, quien tuvo que evacuar a los huéspedes. Por la pandemia de coronavirus apenas había una veintena de personas alojadas pero el edificio es compartido con oficinas de grandes empresas que ya están operativas. “Hicimos sonar la alarma y les evacuamos a todos rápidamente”, recuerda.
“Lo bueno es que tuvimos margen hasta que empezó a temblar y pudimos sacar a todos”.
También se siente aliviado Jorge Hernández, que trabaja como peón en una obra. Casualmente el edificio que está remodelando sufrió daños en el terremoto de septiembre de 2017. Desde entonces no se había sentido ningún temblor tan fuerte. Quedó totalmente afectado y llevan dos años trabajando. “A penas nos queda un mes para terminar y por suerte nadie salió herido y no hubo desperfectos”.
“De repente, Dios mío, se empezó a sentir de un lado para otro, los coches estacionados se movían, las persianas en las casas se movían. Se escuchaba cómo se caían trastos o algo de vidrio. No sé cuánto duró, pero cada que pasaba más tiempo y más cosas se caían mi corazón latía”, comentó a Infobae México una vecina de Ciudad de México.
“Cuántos problemas con el virus, y ahora los temblores y se me acaba de morir un hijo y otro está enfermo, entonces, imagínese”, dijo entre lágrimas María Teresa Durán, de 80 años, a la agencia AFP.
Pánico en Oaxaca
“No podíamos caminar... La calle era como un chicle”, explicó a Reuters Miguel Candelaria, de 30 años, que estaba trabajando delante del ordenador, cuando tuvo lugar el fuerte terremoto. Candelaria vive en la localidad de Juchitan, en Oaxaca.
La tierra comenzó a temblar. El joven salió fuera de casa, corriendo, junto a sus familiares. Pero tuvieron que pararse en medio de la calle ya que el pavimento comenzó a doblarse y balancearse.
Los vecinos gritaban de pánico y algunos vociferaban advertencias para que no corrieran cerca de los postes de la luz que parecían que iban a quebrarse, señaló Candelaria, que trabaja en markéting en telecomunicaciones.
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