Europa

Luto nacional

Adiós a Valéry Giscard d’Estaing, el “Kennedy francés”

El ex presidente fallecido por covid fue un reformista que legalizó el aborto, el divorcio y los anticonceptivos, así como un convencido europeísta

El ex presidente francés Valéry Giscard d'Estaing será enterrado en la más estricta intimidad
El ex presidente francés Valéry Giscard d'Estaing será enterrado en la más estricta intimidadMarkus SchreiberAP

«Usted no tiene el monopolio del corazón, señor Mitterrand». Ésta es la frase más célebre que se le recuerda a Valéry Giscard d´Estaing y que tuvo una influencia fundamental en su vida. La pronunció durante el debate presidencial de 1974 y, según confesó años más tarde en un libro autobiográfico, fue la expresión que le dio la llave del Elíseo. En estas horas posteriores a su muerte, a los 94 años, las televisiones francesas rescatan en bucle aquel fragmento que se ha convertido en historia propia de la V República y que viene a confirmar aquello de que detrás de cada presidente siempre hay una gran frase para la posterioridad.

Sobre todo en el caso de Giscard, a quien se considera el primer presidente francés que supo interpretar los códigos televisivos. El «Kennedy francés», que buscaba siempre la complicidad de una cámara al lado y protagonizó no pocas portadas practicando deporte o mostrando un estilo de vida moderno.

Los obituarios de la prensa francesa recordaban, ante todo, su carácter reformador desde el liberalismo de centro derecha. Liberalizó las leyes del divorcio, aborto y anticoncepción y su marcado acento europeísta. Giscard puso los fundamentos de la integración económica y la moneda única de la UE. La modernización, sin embargo, tenía unos límites: se negó a abolir la pena de muerte, que seguiría vigente hasta la llegada de Mitterrand.

El propio Emmanuel Macron, a quien no en pocas ocasiones se le ha comparado con Giscard, no solo desde un punto de vista ideológico, sino sobre todo por la juventud con la que ambos accedieron al poder y también por cierto punto de arrogancia, recordó las transformaciones esenciales que el fallecido ex presidente hizo en la sociedad francesa. «Un servidor del Estado, un político de progreso y libertad, su muerte ha sumido en el luto a la nación francesa», dijo.

Palabras similares ha tenido el primer ministro, Jean Castex, que ha destacado que Giscard fue un «hombre de progreso» cuyas reformas sociales tuvieron un impacto fundamental en la vida de mujeres y jóvenes.

La familia del ex presidente dijo que su funeral se llevaría a cabo en medio de una «estricta intimidad». Pero algunas voces, especialmente de la familia conservadora de Los Republicanos quieren que el homenaje nacional tenga un carácter más especial. La presidenta de la región parisina, Valérie Pecresse, y otras voces han propuesto que se rebautice al Museo de Orsay con su nombre. No en vano fue Giscard quien rehabilitó la vieja estación de Orsay para reconvertirla en el olimpo de los impresionistas.

También desde la izquierda, aunque en menor medida, se han dado reacciones a la muerte de Giscard. El ex presidente socialista François Hollande ha recordado a un hombre «no siempre comprendido». Probablemente lleve razón porque Giscard, a diferencia de Chirac o Mitterrand, nunca fue popular. Y eso se percibe en estos momentos en la calle, más allá de los momentos de pandemia. Porque el ambiente no es ni mucho menos comparable al del año pasado con la muerte de Chirac, cuando Giscard hizo su última aparición pública.

Hay varios factores que contribuyen a explicar esta menor popularidad, algunos políticos, otros que van ligados a la propia personalidad de Giscard, de quien se reconoce el gran intelecto, pero que nunca logró despojarse de cierto aire arrogante burgués. Giscard llegó al poder en los últimos años de vacas gordas, los llamados «Treinta Gloriosos», las tres décadas de crecimiento y prosperidad que siguieron a la II Guerra Mundial. Giscard llegó en 1974 y con él las crisis del petróleo y los problemas económicos.

Tampoco contribuyeron a su popularidad algunos escándalos que rodearon sus últimos años en el poder. «Le Canard Enchaîné» llegó a acusar a Giscard de haber recibido del depuesto emperador Bokassa I de República Centroafricana regalos consistentes en diamantes en el curso de visitas oficiales.

Otra voz socialista, la ex ministra y ex candidata presidencial Segolène Royal, hacía un fino análisis de la figura de Giscard este jueves señalando que “sin ser un hombre feminista, entendió que las cosas tenían que avanzar para las mujeres”.

Los homenajes que en estas horas rinde Francia a su ex mandatario también llegan desde el mundo del humor y de la sátira, en un país muy dado a reírse de sus políticos. Son innumerables las parodias e imitadores de Giscard, en parte debidas al fuerte acento que tenía, característico de una región del interior de Francia, la Auvernia. Quizás estas parodias fueron lo más popular de alguien que nunca lo fue. Su distancia del francés de calle será tan recordada como su marcado compromiso europeísta, que llevó más allá de sus años de presidencia.