Europa

Entrevista a LA RAZÓN en 2010

Giscard d’Estaing: “El Tratado de Lisboa es la Constitución hecha sin fe”

«Francia no va a albergar a terroristas y sus autoridades lo han explicado alto y claro», dice el ex presidente galo

El ex presidente francés Giscard d’Estaing, durante un momento de la entrevista concedida en el hotel Intercontinental de Madrid
El ex presidente francés Giscard d’Estaing, durante un momento de la entrevista concedida en el hotel Intercontinental de MadridConnie G. SantosLa Razón

Casi 30 años después de abandonar el Elíseo, Valéry Giscard d’Estaing (Coblenza, 1926) se dedica a lo que quiso hacer siempre: escribir. «Cuando era presidente de la República, me preguntaban: ‘¿Qué es lo que usted quería ser?’ y yo les decía que lo que a mí me hubiera gustado hacer era escribir». Alejado ya de la primera línea de la política francesa, el ex presidente viajó ayer a Madrid para presentar su novela «La princesa y el presidente» (Editorial Vergara). Durante una relajada entrevista concedida a LA RAZÓN, Giscard no disimuló su decepción por los momentos que atraviesa el proceso de construcción europea.

Como presidente de la Convención que dio a luz en 2003 a la primera Constitución europea, Giscard lamenta «la falta de ambición» que padece el proceso la Unión Europea actual. «Cuando se iniciaron los trabajos de la Convención Europea, por cierto, bajo la Presidencia española, yo dije que había que soñar con Europa y la gente aplaudió. Dieciocho meses después, concluimos nuestro trabajo y cuando se firmó la Constitución todo el mundo estaba en pie aplaudiendo. Había un estímulo, un aliento sincero, una visión de futuro más organizada, solidaria y ambiciosa de Europa. Y esa visión se ha perdido», lamenta el político francés.

El Tratado de Lisboa, aunque incorpora la mayoría de las propuestas de la Constitución, «es un texto muy complicado, ilegible para un señor de a pie porque fue elaborado por juristas, no por políticos», explica Giscard. Lisboa, describe, «es la Constitución sin fe. Es una religión de textos en los que no hay fe». Giscard, que junto al canciller alemán Helmut Schmidt, propuso a finales de los setenta lo que hoy es la Unión Monetaria Europea (UEM), cree que la falta de ambición de Europa se debe al cortoplacismo de sus dirigentes políticos.

«Cada cual está volviéndose a encerrar en su política nacional y, lo que es más grave, en las campañas electorales nacionales. Es decir, las decisiones se toman principalmente teniendo en cuenta el impacto que éstas tendrán en las campañas nacionales. En cambio, Kohl, Mitterrand o Schmidt tenían en mente un proyecto. Cuando los alemanes aceptaron el euro, eso fue malo electoralmente, pero lo hicieron», explica.

Mientras Europa se busca a sí misma, critica Giscard, pierde poder global a pasos agigantados. «Está en un momento de debilidad histórica porque el desarrollo demográfico se da fuera de Europa. Los grandes equilibrios económicos se están desplazando fuera de Europa». «Si Europa sigue fragmentada, se encontrará en una situación peligrosa», advierte. «Las decisiones mundiales se van a tomar fuera de Europa, como en el G-20, que se ha convertido en un diálogo entre EE UU y China, aunque en su seno están presentes muchos países europeos».

Para evitar esta situación, propone el ex presidente francés, «Europa debe volver a ser una potencia, pero no una potencia militar. Estoy hablando de unir esfuerzos económicos y culturales. Cuando hablamos con una sola voz se nos oye».

A pesar de la reciente ampliación de la UE, Giscard considera indispensable el eje francoalemán por su garantía de estabilidad. «Cada vez que hay un desacuerdo francoalemán nos acercamos a una crisis». «Me gustaría que se ampliara», reclama, no obstante. «Son los países occidentales los que pueden dar un salto. Los países fundadores más España y añadiendo alguno que otro deben formar el nuevo motor de Europa».

Finalmente, el ex presidente se felicitó por el excelente momento que atraviesan las relaciones entre España y Francia. En este sentido, puso el énfasis en la colaboración antiterrorista. «No conozco los mecanismos internos de ETA. ETA siempre ha estado en la frontera franco-española y los últimos acontecimientos indican que están avanzando hacia el centro y este de Francia, lo cual es inaceptable para nosotros. Francia no va a albergar a terroristas y esto lo han expresado alto y claro las autoridades. Es, por tanto, necesario reforzar la cooperación dentro del respeto a la ley, pero es un tema en el que reina la armonía, pues la opinión pública apoya ese acuerdo».

La novela que le prometió a Lady Di

¿Realidad o ficción? Eso es lo que el lector se pregunta mientras lee «La princesa y el presidente». Giscard d’Estaing trata de mostrar en su segunda novela una imagen más cercana de la fallecida Diana de Gales, a la que prometió cuando él era presidente de la República novelar una historia de amor. De ahí que el libro arranque con las palabras «Promesa cumplida». Ante los ríos de tinta desatados en Francia y Reino Unido sobre un supuesto «affaire» entre ambos, Giscard explica que «los escenarios, los lugares y los personajes en los que me he inspirado son reales, pero el relato de los sucesos es totalmente ficticio».
«En particular el personaje de la princesa es ficticio, pero tiene rasgos comunes con la Princesa de Gales. Una cosa que he tratado de reflejar es la manera con la que ella hablaba. El resto es para dar pie a la imaginación», añade el autor.
A lo largo de la novela, Giscard nos traslada a los palacios de Francia y Gran Bretaña, donde se desarrolla «una historia de amor capaz de cambiar la historia» de Europa. Los personajes, nos cuenta, se enfrentan a «una época muy diferente. Los noventa eran un período menos abierto para todo el mundo. En aquel tiempo había una visión de las personalidades públicas mucho más fuerte que la que hay ahora».