Brexit

Johnson y Von der Leyen se dan hasta el domingo para esquivar el divorcio caótico

El «premier» británico y la presidenta de la Comisión Europea constatan en su cena de Bruselas que las posiciones “permanecen muy alejadas”

Cara a cara, el duelo final y nueva patada hacía adelante. El primer ministro británico, Boris Johnson, se desplazó este miércoles hasta Bruselas para cenar con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Al fin de la cena, esta última emitió un escueto comunicado vía Twitter en el que comunican sus intenciones de que los equipos negociadores vuelven a reunirse de manera inmediata para superar sus diferencias con el objetivo de «llegar a una decisión al final del fin de semana». Las dos partes definen como «viva e interesante» la discusión, pero recalcan que las posiciones se mantiene alejadas.

Fuentes del Gobierno británico aseguraron que Johnson y Von der Leyen acordaron que “para el domingo se debería tomar una decisión firme sobre el futuro de las conversaciones”, mientras que la política alemana afirmó en un comunicado que se pactó que los equipos negociadores se reúnan “de inmediato” para intentar resolver los principales puntos pendientes. “Tomaremos una decisión para el final del fin de semana”, completó Von der Leyen, quien añadió quela discusión con el primer ministro fue “animada e interesante”, centrada en las cuestiones pendientes para alcanzar el acuerdo. “Logramos una comprensión clara de las posiciones de cada uno. Permanecen muy alejadas”, constató la política alemana.

Por su parte, fuentes del Ejecutivo británico calificaron de “franco” el debate sobre los “obstáculos significativos” que permanecen en las negociaciones. “Brechas muy grandes permanecen entre las dos partes y todavía no está claro si se pueden tender puentes. El primer ministro y Von der Leyen acordaron seguir las discusiones durante los próximos días entre sus equipos negociadores. El primer ministro no quiere dejar ninguna ruta hacia un posible acuerdo sin probar”, aseguraron las fuentes del Reino Unido.

Ayer, se entrevistaron dos políticos muy diferentes, pero con pasados sorprendentemente similares. Los dos son hijos de altos funcionarios europeos, pasaron su infancia en Bruselas e incluso estudiaron en el mismo colegio en un elitista barrio residencial de la capital comunitaria, aunque sus caminos no se cruzaron en la etapa escolar. Pero su aspecto y «modus operandi» no pueden ser más opuestos. El extravagante y despeinado alumno de Eton, amante de los golpes de efecto y que ha hecho del ventajismo su mejor estrategia política frente a la pulcra y previsible von der Leyen. Con cintura política, pero sin ases en la manga.

En el menú de la cena, los mismos tres escollos que han lastrado las negociaciones durante los últimos meses: pesca, gobernanza y competencia justa.

Las diferencias son más que conocidas. El club comunitario pretende seguir teniendo acceso a los caladeros británicos, mientras que Reino Unido quiere recuperar la soberanía de sus aguas y apuesta por un acuerdo revisable una vez al año, al igual que el que los Veintisiete mantienen con Noruega. El club comunitario, sin embargo, defiende que este sistema no puede funcionar, ya que en el caso británico hablamos de más de 100 especies.

Además, los Veintisiete supeditan el acceso a los caladeros a que los británicos pueden seguir exportando el 70% de sus capturas al territorio comunitario, tal y como sucede actualmente, ya que el consumo interno de pescado es escaso en las islas. Francia es el país que más ha estado presionando para no alcanzar un acuerdo a la baja. Bélgica, Países Bajos y Dinamarca también serían los países más perjudicados si sus pescadores no pueden acceder a las aguas británicas.

Además, Bruselas pretende actuar de manera unilateral si detecta que Reino Unido no está cumpliendo los estándares europeos en aspectos como el medio ambiente, subvenciones públicas y derechos sociales y, por lo tanto, las empresas del otro lado del Canal se benefician del mercado único sin respetar sus normas. Una doble vara de medir que perjudicaría especialmente a las compañías europeas.

Los Veintisiete quieren poner en marcha de manera unilateral aranceles o cuotas a los productos británicos si esto sucede, pero Londres considera que esto supone seguir atado a las normas burocráticas europeas que tanto detesta y que, según los «brexiters», lastran la competitividad de los productos británicos en los mercados internacionales. Una traición al lema «recuperar el control» esgrimido en la campaña del referéndum.

«Tenemos que garantizar un campo de juego equilibrado no solo para hoy sino para mañana y pasado mañana», advirtió ayer la canciller Angela Merkel en el Parlamento germano antes de la cita en la capital comunitaria entre Johnson y Von der Leyen.

Por otro lado, Bruselas siempre ha perseguido un método claro de gobernanza para asegurar que el nuevo acuerdo post Brexit se cumple y esta exigencia ha adquirido incluso más sentido después de que Reino Unido haya amenazado con violar el acuerdo de divorcio, aunque Boris Johnson acabase retractándose el pasado lunes y enterrando el hacha de guerra.

Von der Leyen y Johnson habían pedido a sus equipos negociadores que les preparasen todo el material sobre encuentros y desencuentros, pero no se esperaba que entrasen en detalles, sino que diesen a las negociaciones el imprescindible impulso político. Un nuevo punto de partida que permita salir del laberinto, el conejo de la chistera, una especie de verdad revelada.

Parece que el milagro no ha sucedido, pero los negociadores seguirán trabajando hasta finales de esta semana. Ninguna de las dos partes quiere quedar como el villano de la película y de ahí que un ultimátum sea sustituido por otro. A pesar de que hoy y mañana se celebra una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en la capital comunitaria, el presidente del Consejo, Charles Michel, había decidido no incluir el Brexit como punto del día en la agenda. Fuentes diplomáticas esperaban que Von der Leyen pudiera intervenir en la sesión, ya sea hoy o mañana, para informar a las cancillerías de las últimas novedades, pero sin entrar en un debate de fondo. Se da por supuesto que, en caso de llegar a un acuerdo con Reino Unido en los próximos días, será necesario más tiempo para que las capitales escudriñen el acuerdo antes de refrendarlo, aunque no se espera la convocatoria de un cumbre extraordinaria.

Si este domingo las dos partes deciden tirar la toalla, sería el pistoletazo de salida para poner en marcha los planes de contingencia. El Ejecutivo comunitario ha estado resistiéndose en las últimas semanas a publicar sus documentos para amortiguar el golpe ante un Brexit a las bravas, pese a las presiones crecientes de los Estados.

Pero el final del túnel quizás no llegue ni siquiera con un Brexit caótico el 1 de enero. La Comisión Europea está dispuesta a seguir negociando con Londres, aunque las amenazas se hayan convertido en realidades y a ambos lados del Canal de la Mancha se noten los efectos de la vuelta de las tarifas y las cuotas.