Ayudas

EE UU aprueba un rescate de casi un billón de dólares contra la pandemia

El acuerdo incluye ayudas económicas de hasta 600 dólares en función de los ingresos del destinatario, y bono por desempleo de hasta 300 dólares por semana

Imagen del Capitolio de EEUU
Imagen del Capitolio de EEUUMICHAEL REYNOLDSEFE

Después de varios meses con todo paralizado, el acuerdo para lograr un paquete de estímulos llegó a Washington. Demócratas y republicanos lograron al fin ponerse de acuerdo respecto a los asuntos que más los habían distanciado, de la cantidad del rescate a sus principales beneficiarios y, por supuesto, respecto al papel que desempeñará la Reserva Federal.

Hablamos de un monto total cercano a los 900.000 millones de dólares, repartido en más de 600.000 millones para particulares, 300.000 millones para el desempleo y otros 300.000 en créditos para las empresas. También de una ingente inyección económica para ayudar al sistema educativo, abrumado por todo tipo de requerimientos logísticos, y por supuesto para el imprescindible reparto de las vacunas.

El acuerdo incluye ayudas económicas de hasta 600 dólares (490 euros) en función de los ingresos del destinatario, y bono por desempleo de hasta 300 dólares (245 euros) por semana, así como una partida de 284.000 millones de dólares (232.000 millones de euros) para que las empresas y negocios afectados por la crisis de la pandemia puedan hacer frente a los alquileres y a la nómina de sus trabajadores.

A su vez, se han destinado 82.000 millones de dólares (unos 67.000 millones de euros) para los pagos de universidades y escuelas, además de otros 25.000 millones de dólares (cerca de 20.500 millones de euros) para el pago de alquileres e hipotecas, y otros fondos para la distribución de las vacunas contra el coronavirus, detalla la cadena NBC.

“Hoy, hemos llegado a un acuerdo con los republicanos y con la Casa Blanca para lanzar un paquete de emergencia contra el coronavirus, con el que se entrega de manera urgente fondos para salvar las vidas y los medios de subsistencia del pueblo estadounidense”, han celebrado en un comunicado conjunto la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi y el líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer.

“Por fin tenemos el acuerdo bipartidista que el país ha necesitado. Espero que podamos hacer esto lo antes posible”, ha dicho el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell.

Mitch McConnell, actor crucial en las conversaciones, ya había recordado antes que las cantidades estarían muy cerca de las que ellos siempre defendieron, frente a las pretensiones, mucho más ambiciosas, de los demócratas. «El pueblo estadounidense ya ha esperado asistencia por más tiempo del que podía resistir», dijo, al tiempo que explicó que el paquete de ayuda tiene «el mismo tamaño y alcance general que los republicanos del Senado han estado proponiendo literalmente desde el verano». «Cada uno de nosotros en el Senado y en la Cámara», remachó, «representa a las familias estadounidenses que simplemente no pueden esperar más para que el Congreso concluya estas discusiones».

En realidad, la gran pelea de los últimos días fue la exigencia del senador republicano Pat Toomey para que el legislativo liquide tres programas de préstamos desarrollados durante la epidemia. Los demócratas lo acusaron de poner en peligro la ayuda con unas reclamaciones que entienden diseñadas para coartar las posibilidades del próximo gobierno. Toomey respondió que no tiene nada que ver, que se trata de tres programas aprobados en unas circunstancias distintas, que cumplieron su función y que no deben prorrogarse.

En un comunicado del viernes explicó que sólo se centra en un conjunto «muy limitado de facilidades crediticias» y que no aspiraba a revisar «la autoridad de préstamos de emergencia de la Reserva Federal». Eso y que los programas no se puedan «reiniciar o duplicar sin autorización del Congreso». Los demócratas, por otro lado, sostiene que el senador republicano ya no sería tan beligerante en su pretensión de cerrar las líneas de crédito y en su empeño para que la Reserva Federal no pueda crear otros programas similares.

En su opinión la clave ahora pasaba por pulir el lenguaje del acuerdo, en encontrar una forma de ponerlo por escrito que no molestara a los políticos de las dos formaciones y que les permitiera a todos salvar la cara ante posibles acusaciones de capitulación. Algo crucial con el debate público tan saturado de ruido, en un menudeo constante de denuncias por apatía y traiciones. Dice el senador Toomey que el acuerdo «preservará la independencia de la Reserva Federal y evitará que los demócratas se apropien de estos programas con fines partidistas y de política social».

El senador John Barraso aseguró que «no nos iremos hasta que tengamos alivio para el pueblo estadounidense. La gente está sufriendo, la gente necesita ayuda, y hay dos cosas que debemos hacer para escribir este capítulo final sobre el coronavirus». Esto es, vacunar a la población y ayudarla económicamente. A todo esto el presidente saliente, Donald Trump, lanzó en la medianoche del sábado al domingo un mensaje directo a los congresistas. «HÁGANLO, y denles más dinero en pagos directos».

El resto del fin de semana lo dedicó tuitear decenas de mensajes con nuevas y exóticas denuncias de corrupción electoral y mensajes de sus adictos que ponen en cuestión la limpieza del sistema. Entrevistado en la CNN, el senador republicano, y ex candidato a la presidencia, Mitt Romney, comentó que los esfuerzos de Trump para lograr «un resultado diferente al que entregó el pueblo estadounidense» resultan «vergonzosos».

En lugar de celebrar el éxito logrado con el desarrollo de las vacunas, dijo, «se está yendo de Washington con teorías de conspiración y cosas tan locas y descabelladas que la gente mueve la cabeza preguntándose qué diablos le ha pasado a este hombre», dijo el ex candidato Romney.

Los puntos polémicos se quedan fuera

Este paquete de ayuda económica, que deberán ser avaladas a principios de semana en la Cámara de Representantes, ha dejado finalmente fuera las peticiones republicanas de proteger económicamente al sector privado de posibles demandas relacionadas con su toma de decisiones durante la crisis de la pandemia.

No obstante, el acuerdo tampoco ha alcanzado a muchos gobiernos estatales y locales, quienes han lamentado la pérdida de casi 1.400 millones de dólares (1.150 millones de euros) a repartir entre sus sistemas educativos y de salud públicos.

Estos eran los dos puntos más polémicos del acuerdo, y los que habían provocado que el Congreso no hubiera dado pasos significativos desde que comenzó la crisis de la pandemia. A principios de semana, McConnell anunció que existía cierto consenso para que el debate de ambos se aplazara antes de las vacaciones, por lo que ambas cláusulas serán nuevamente revisadas a partir del próximo año.

Las negociaciones, se habían roto en varias ocasiones en los últimos meses en relación a varios de sus aspectos, como la cuantía de los cheques individuales por desempleo, lo que ponía en riesgo la estabilidad de millones de trabajadores, quienes perderían el 26 de diciembre las ayudas económicas de urgencia fijadas el pasado mes de marzo.

Biden cree que el trabajo está lejos de haber terminado

Por su parte, el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, ha celebrado el acuerdo alcanzado este domingo por demócratas y republicanos, pero ha asegurado que al tratarse de una “sesión del pato cojo”, expresión para referirse a que el Congreso volverá el próximo año a reunirse por el mismo asunto, el trabajo “está lejos de haber terminado”.

“Este proyecto de ley proporciona un apoyo temporal fundamental para millones de estadounidenses que han perdido sus trabajos por causas ajenas a ellos”, ha destacado Biden a través de un comunicado.

A su vez, ha subrayado también que se trata de “un salvavidas” para las pequeñas empresas “que luchan por mantenerse a flote” y “proporciona un pago inicial importante que se necesita en la adquisición y distribución de vacunas”.

Biden también ha aprovechado la ocasión para recalcar que su administración estará lista para tomar nuevas medidas contra el coronavirus y ha vuelto a pedir a los estadounidenses que durante sus primeros cien días al frente de la Casa Blanca utilicen la mascarilla.

“En nuestros primeros cien días, les pediremos a todos los estadounidenses que lleven la mascarilla; tendremos un plan para administrar cien millones de vacunas en cien días y lograr que la mayoría de las escuelas reabran en los primeros”, ha prometido.