Deshielo
Biden interviene en la cumbre europea como símbolo de reconciliación tras la era Trump
Washington corteja a la Unión Europea para unir fuerzas frente a los autoritarismos de Rusia y China
En política, los símbolos son importantes y en las relaciones internacionales cualquier resbalón puede desencadenar consecuencias serias. Tras cuatro años de tormento con Donald Trump, la nueva Administración Biden quiere demostrar a los socios europeos que la pesadilla ha terminado y que para Washington resulta prioritario reparar el vínculo transatlántico. Por eso, los gestos se multiplican.
Como muestra de que los aires de cambio, el nuevo inquilino del Despacho Oval participó a puerta cerrada en la cumbre telemática de jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete, como colofón a la gira emprendida esta semana por su secretario de Estado, Antony Blinken, quien se desplazó hasta la capital comunitaria para participar en un encuentro ministerial de la OTAN y entrevistarse con la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen y el Alto Representante, Josep Borrell.
El formato de videoconferencia –debido a las restricciones del coronavirus– no permitió ayer grandes honduras ni sorpresas y fuentes diplomáticas ya habían anticipado que la discusión sería breve, aunque suficiente para hacer entrega de la rama de olivo. Barak Obama fue el último presidente de EE UU en participar en una encuentro europeo de este tipo en 2009. Según explicó Von der Leyen, Biden mostró su compromiso ante los socios europeos en ámbitos como la lucha contra la pandemia, el cambio climático, la recuperación económica y la lucha por los derechos humanos.
«Unámonos juntos para construir un mundo más justo, más verde y más democrático anclado en nuestra historia común. La UE es un proyecto de paz. Si vivemos en paz, libertad y prosperidad hoy, es porque hace 76 años incontable americanos desembarcaron en nuestras costas», dijo el presidente del Consejo, Charles Michel, tras agradecer a Biden su participación.
Blinken en su visita europea calificó a la UE como «socio preferente» y mostró sin fisuras el compromiso de EE UU en la revitalización de la OTAN. Washington no oculta sus intenciones de cortejar a los Veintisiete para establecer una alianza común frente a China y Rusia. «Depende de nosotros permanecer unidos y demostrar al mundo que la democracia es mejor», sostuvo Blinken.
Como ejemplo, los movimientos coordinados a ambos lados del Atlántico en las sanciones impuestas tanto a personalidades rusas como chinas por violaciones a los derechos humanos. El deshielo en las relaciones transatlánticas avanza a buen ritmo y los signos son esperanzadores, pero nada es perfecto. Quizás porque los Veintisiete han perdido la ingenuidad respecto a EE UU y los últimos años les han enseñado la necesidad de hablar con voz propia en el incierto tablero internacional.
Washington mantiene discrepancias con la EU, entre otros ámbitos, por la construcción del gasoducto Nord Stream 2 que incrementa la dependencia del suministro energético europeo respecto a Rusia y por la tasa al carbono que los Veintisiete quieren poner en marcha para hacer frente al cambio climático.
Además, EE UU mira con suspicacia el acuerdo de inversiones firmado entre los Veintisiete y Pekín en diciembre y cuya ratificación ahora peligra debido a las sanciones, las primeros castigos europeos desde el embargo de armas impuesto por la masacra de Tiananmen en 1989.
Como muestra de la necesidad de perseguir su soberanía estratégica y de articular de manera autónoma su relación con el gigante asiático, Bruselas decidió no esperar al nuevo presidente de EE UU para llegar a este acuerdo con Pekín. Washington no oculta su malestar con este movimiento europeo y defiende que la unión hace la fuerza. «No debemos separar la coerción económica de otras formas de presión. Cuando uno de nosotros es coaccionado, debemos responder todos como aliados y trabajar juntos para reducir nuestras vulnerabilidades al asegurar una integración mayor de nuestras economías que con nuestros competidores», dijo Blinken.
EE UU también pretende que la amenaza china debido al desarrollo de misiles se convierta en una prioridad de la Alianza. Fuentes diplomáticas europeas reconocen que la beligerancia estadounidense respecto a Pekín y Rusia preocupa a algunos socios, ya que puede estrechar los lazos de las dos potencias. Precisamente, Bruselas siempre ha apostado por mantener los canales abierto respecto a Moscú para evitar que Vladimir Putin caiga en los brazos del gigante asiático. Los Veintisiete abordaron ayer de manera breve las relaciones con Rusia, pero prefirieron esperar a debatirlo en una cumbre presencial.
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