Bloqueo político

El presidente de Israel encarga formar Gobierno al centrista Yair Lapid tras el fracaso de Netanyahu

Fue el candidato con más recomendaciones de diputados (56) del heterogéneo bloque anti-Netanyahu, pero sigue necesitando cinco apoyos para convertirse en el nuevo ‘premier’

El presidente Rivlin convocó en la residencia oficial al centrista Yair Lapid (Yesh Atid), que quedó en segundo lugar en las elecciones
El presidente Rivlin convocó en la residencia oficial al centrista Yair Lapid (Yesh Atid), que quedó en segundo lugar en las eleccionesOded BaliltyAP

La medianoche de este martes expiró el margen otorgado a Benjamín Netanyahu para intentar formar coalición tras vencer los comicios el pasado marzo, pero en el sector “anti-Bibi” todavía no descorcharon las botellas de champán. La compleja aritmética política israelí, sumida en el bloqueo –con cuatro rondas electorales y sin gobierno estable desde noviembre de 2018- no garantiza que quien reciba ahora el mandato del presidente Reuven Rivlin afronte un escenario plácido. Desde la retaguardia, se prevé que el Likud jugará todas sus cartas para torpedear la consolidación de la “coalición del cambio”.

Tras expirar el turno de Bibi, este miércoles Rivlin convocó en la residencia oficial al centrista Yair Lapid (Yesh Atid), que quedó en segundo lugar en las elecciones; y al derechista Naftali Bennet (Yamina), que con apenas siete diputados se ha erigido en árbitro imprescindible para gobernar. Ahora, el gran hándicap será poner de acuerdo a una amplia amalgama de facciones –derecha dura pro-asentamientos, izquierda pacifista, socialdemócratas, liberales o árabes islamistas-, que se verán obligados a renunciar a su agenda ideológica en pro del objetivo compartido de relevar a Netanyahu.

También tendrán que ceder los “egos”: tanto Lapid como Bennet solicitaron recibir el encargo de intentar conformar la coalición. Pero de entrada, el líder centrista ya ha recibido las primeras confirmaciones de apoyo por parte de Benny Gantz (Azul y Blanco), Gideon Sa’ar (Tikvá Jadashá) y Avigdor Liberman (Israel Beitenu).Además, Yesh Atid ya cuenta con los apoyos naturales de las facciones izquierdistas Avodá y Meretz, a los que se sumó también la Lista Árabe Unificada. Ahora, todos los esfuerzos se centran en persuadir a Mansour Abbas, líder del islamista Ra’am, que con sus cuatro escaños puede ser un actor crucial para desbloquear la crisis. De entrada, ya logró un logro significativo: legitimar a las candidaturas árabes como actores legítimos en los futuros gobiernos del estado judío.

Abbas reconoció esta semana que está en contacto casi diario con Lapid, y destacó que los constantes cantos de sirena que le llegaron –incluso de Bibi y sus aliados de extrema derecha-, le sirven para “presentar nuestros postulados y refutar el mito de que apoyamos el terrorismo”. Por ahora, Ra’am no ha confirmado a quien recomendará ante el presidente, pero ya insinuaron que su deseo es ver a Lapid y Bennet en el mismo bando. “Colaboraremos positivamente con quien reciba el encargo”, aclararon hoy los islamistas.

En una última intentona por intentar convencer al líder de Yamina, Netanyahu le ofreció un acuerdo de rotación in extremis el lunes, en que ofrecía a Bennet ejercer como premier durante el primer año de acuerdo. Pero visto el fracasado precedente del gobierno de rotación que firmaron Netanyahu y Gantz, la propuesta no cuajó. Desde la cuenta de twitter del Likud, condenaron que “dado el rechazo de Bennet a comprometerse con un gobierno derechista, que seguramente hubiera propulsado más apoyos en la Knesset, Netanyahu se vio obligado a devolver el mandato al presidente”.

Por ello, la formación de Bibi, el “Sionismo Religioso” y las facciones ultraortodoxas pidieron hoy mismo que el presidente devuelva el mandato al parlamento –escenario en que cualquier diputado que sume 61 apoyos podría erigirse como premier-, lo que a la práctica supondría un reiterado colapso y la más que posible convocatoria de las quintas elecciones.Para Arthur Lenk, ex embajador de Israel en múltiples países, el líder del Likud “está en pleno modo trumpista. Sin límites a las amenazas, división y quemarlo todo. ¿Cómo es posible que un hombre que declaró que Israel es su misión vital, actúe ahora para destruir la democracia israelí?”

“Los próximos días supondrán un examen para Naftali Bennet. Desde el bloque del cambio remarcan que es una difícil decisión a nivel psicológico y político, pero cuando lo acepte, el proceso de formar gobierno será rápido, ya que hay escasas diferencias respecto a las bases de gobierno y reparto de ministerios”, apuntó hoy Jonathan Lis, cronista político de Ha’aretz.

Sectores de Yamina le recuerdan a su líder que apoyar a Yair Lapid supondrá quebrantar su promesa electoral de “no gobernar junto a la izquierda”. Ello conllevaría, por ejemplo, cooperar con Meretz, que no se opone a la decisión del Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya de investigar presuntos crímenes de guerra cometidos por Israel en la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este.

“Un gobierno así sería una bofetada a los principios básicos del partido”, advierten a Bennet. Además, los estandartes de la derecha quedarían “congelados” en el hipotético gobierno del cambio: ni anexión de territorios, ni nuevos asentamientos judíos en Cisjordania, ni mayores presupuestos para los residentes de las colonias, muchos de los cuales votaron por Yamina. Éste, precisamente, sería un flanco idóneo para que Netanyahu y sus socios torpedeen desde el minuto uno al ejecutivo naciente. Lapid cerró la jornada con 56 apoyos asegurados, por lo que le siguen faltando cinco para erigirse como el nuevo primer ministro del estado judío.