Plan de evacuación
Mustafa es uno del medio centenar de traductores que aguardan escondidos en Kabul a la espera de ser evacuados a España. Durante cinco años prestó servicio a las tropas españolas desplegadas en Herat, en el noroeste de Afganistán. Ahora, con la toma de la capital por parte de los talibanes, espera una represalia inmediata de los islamistas por haber colaborado con los aliados. LA RAZÓN pudo hablar con él poco después del aterrizaje del primer avión de la Fuerza Aérea española. Este hombre de 39 años y padre de tres hijos de 14, 13 y 4 sabía que no entraría en ese A400M porque su nombre no estaba en la lista. “En ese primer avión irá el personal de la embajada, los trabajadores y sus familias. No sabemos qué pasará con nosotros, pero espero que nos saquen de aquí antes de que los americanos dejen el aeropuerto, que es cuando empezará la venganza de los talibanes”.
El Gobierno español se puso en contacto con él en la mañana de ayer para pedirle los números de los pasaportes de toda la familia y su dirección exacta en Kabul. A pesar de esta buena señal, Mustafa no se relaja y confiesa el miedo y la enorme preocupación con que conviven todos los intérpretes desde hace una semana. El estrés les impide dormir y pasan horas hablando entre ellos para compartir la escasísima información que les llega: “Es una situación complicadísima, los talibanes sabe quiénes somos porque tenían Inteligencia infiltrada en las tropas afganasque entrenaba el Ejército español en la base. No tengo duda de que tienen listas con nuestros nombres”. Durante los años de trabajo con los militares españoles, de los que no se arrepiente, “hacíamos las misiones junto a ellos, las patrullas, el contacto con los locales... Éramos soldados sin armas”.
Mustafa cuenta que en los alrededores del aeropuerto se agolpan miles de personas que quieren acceder como sea. Él mismo lo comprobó ayer cuando salió a ver lo que estaba ocurriendo, aunque asegura que se respiraba un ambiente más tranquilo que en días anteriores. No acierta a comprender cómo logarán llegar hasta la pista de despegue porque “los americanos que controlan el aeródromo no han sabido organizarlo bien, es un caos”. Mentalmente se ha fijado la salida de los americanos del aeródromo como el momento tope para ser evacuados. “Hasta que ellos se vayan, mantenemos la esperanza. Creo que los talibanes aguardan ese instante para buscar a todo el que consideran enemigo y quién sabe lo que nos harán”.
Por ahora, los fanáticos se limitan, según Mustafa, a tomar posiciones en los edificios oficiales y a tratar de organizar esta siniestra transición. Aunque en los pueblos la situación es distinta, “aquí en Kabul no están parando a nadie. En esta ciudad viven alrededor de siete millones de personas y aún no la controlan. Acaban de llegar y se limitan a patrullar”. Mientras llega el ansiado momento de la partida, la familia tiene las maletas preparadas junto a la puerta de entrada. La adrenalina por la urgencia de salir de allí apenas les ha dejado hueco para pensar lo que harán en España. Tampoco para lamentarse mucho por dejar su tierra. Mustafa acaricia la idea de montar un pequeño negocio aquí, quizá junto a su mujer, que hasta esta vuelta a la Edad de Piedra era profesora en un colegio. Lo cierto es que tienen la cabeza puesta en una sola cosa: subir a bordo de alguno de los dos aviones militares que están por llegar y que pueden salvarles la vida.
Después del caos de los primeros días, parece que el plan de evacuación occidental desde Kabul avanza. Todos los países se afanan por sacar a sus nacionales junto a colaboradores afganos, desde intérpretes a cualquier trabajador de las legaciones diplomáticas. En la madrugada de ayer llegaron a Abu Dhabi 216 personas a bordo de un avión francés, entre ellas 184 ciudadanos afganos. Francia también subió a bordo a personas de Países Bajos, Irlanda y Kenia, según Efe. Italia también ha empezado a cumplir con los locales que sirvieron para ellos y ayer consumaron la repatriación de 85.
Sin embargo, alguno de estos vuelos no ha llegado a cubrir su capacidad debido al caos que reina en el aeropuerto bajo control americano. Fue el caso de Alemania, que reconoció que fue imposible aprovechar las más de cien plazas que quedaron vacantes en un Airbus A400 por el corto tiempo que pudo estar en pista para esquivar la avalancha de civiles desesperados por escapar. Australia también fue objeto de críticas por no llenar su avión, después de que el primer ministro, Scott Morrison, confirmase que 26 personas se habían subido a bordo del primer vuelo, tanto australianas como afganas. El avión tenía capacidad para 128 personas.
Ayer se supo que la Unión Europea sufragará todos los gastos de la operación de evacuación, según fuentes diplomáticas consultadas por Ep. La operación todavía está en fase embrionaria, toda vez que la UE está ultimando el listado de las personas que se encuentran en esta circunstancia, a las que habría que añadir algunos de sus familiares. El Alto Representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, adelantó el martes que se espera que la cifra esté entre los 380 y los 400. El Gobierno español se ha ofrecido a servir como centro de llegada de todos estos afganos, quienes a continuación serán repartidos por el resto de estados miembros, en cuotas que aún están por determinar. España se quedarían entre 40 y 60 afganos.