Evacuados

Clarissa Ward y su equipo de CNN abandonan Afganistán: “Somos los afortunados”

La corresponsal cubrió los días más duros que está viviendo el país asiático e incluso tuvieron algún percance con los talibanes

Su viaje no fue “tranquilo”, puesto que había un exceso de viajeros que querían exiliarse del país asiático tras la toma de control de los talibanes.
Su viaje no fue “tranquilo”, puesto que había un exceso de viajeros que querían exiliarse del país asiático tras la toma de control de los talibanes.Brent SwailsAP

Clarissa Ward, la corresponsal de CNN en Afganistán, ha sido evacuado junto a su equipo de Afganistán. La periodista se ha convertido en toda una referente por su cobertura desde Kabul, sin miedo a los talibanes pese a ser mujer -los talibanes no dejan trabajar a las mujeres- y contando todo lo que sucedía desde que estalló el conflicto.

Su viaje no fue “tranquilo”, en el sentido de que, como cada avión anteriormente, había un exceso de viajeros que querían exiliarse del país asiático tras la toma de control de los talibanes. La reportera compartió en su Twitter también una imagen de la gran cantidad de pasajeros que transportaba.

Acabamos de aterrizar en Doha con el equipo y casi 300 evacuados afganos. Muchas gracias a todos por el apoyo y la preocupación, también a las fuerzas aéreas norteamericanas por sacarnos del país y a Qatar por recibirnos. Nosotros somos los afortunados”, dijo Ward cuando llegó a Doha.

Pero la evacuación no ha sido nada fácil. Según el acuerdo entre las fuerzas internacionales y los talibanes, los occidentales tienen permiso para evacuar a su personal hasta el 30 de agosto. Y este avión no era el que, de primeras, iba a transportar al equipo de CNN, puesto que ayer ya tenían pensamiento de abandonar Kabul. Anoche, un avión en el que iban a embarcar tuvo que despegar sin ellos por el exceso de gente, siendo este el cuarto intento del equipo.

Y a través de su cuenta de Twitter, narraba esas últimas horas en Afganistán: “Fui testigo de varios momentos como este en el aeropuerto de Kabul. Una mujer soldado que lleva a un niño afgano llorando. Un infante de marina sosteniendo a un anciano mientras luchaba por caminar. Los militares apresuran a un recién nacido deshidratado para recibir atención médica. Tantos trabajando tan duro”, decía.

Una dura cobertura

Su “fama” en esta guerra saltó cuando, en 24 horas, pasó de vestir normal a llevar el hiyab, obligada por el nuevo régimen talibán. Su equipo y ella llegaron a ser acosados por los insurgentes. A ella, la gritaron por “no tener tapada la cara y la amenazaron, así como no hacerle caso cuando pedía entrevistar a miembros de los talibanes. Mientras, a su productor estuvieron cerca de agredirle con dos pistolas, y un hombre con “un látigo enorme” se les acercó furioso.

Fueron momentos que resistieron, pero no sin terror. Así, ella narró que “ser estadounidense era complicado en “esta nueva era” de Afganistán”, puesto que los talibanes tenían entre ceja y ceja a quien no era afgano o afgana.