Bundestag

La Reunificación alemana sentó las bases de la división actual en Alemania

El primer debate del parlamento alemán tras la reunificación se celebró el 4 de octubre de 1990 en el antiguo Reichstag y en dicha sesión se enunciaron los problemas que hoy persisten en los estados del este del país

El Reichtag, en el punto de mira de los terroristas islámicos
El Reichtag, en el punto de mira de los terroristas islámicoslarazon

Era la primera vez que el parlamento alemán reunificado se reunía en el Reichstag desde el incendio de 1933 y fue una sesión parlamentaria llena de simbolismo, un día después de la celebración llevaba a cabo en la capital por la adhesión de la antigua República Democrática Alemana (RDA) al estado alemán. “Adhesión” fue el término oficial utilzado en aquel entonces. El Palacio de la República de la RDA, construido en los 70, a pesar de ser un edificio más moderno, sería destruido en 2008 para levantar una reproducción del antiguo Palacio Real de Berlín.

La presidenta del Bundestag por aquel entonces, Rita Süssmuth, del partido cristianodemócrata CDU, abrió la sesión haciendo referencia al edificio: “después de 75 años nos reunimos como diputados libremente elegidos por todo el pueblo alemán aquí en Berlín, en el Reichstag”. Recordó que “el Reichstag es el símbolo de la avenida y de la caída de la democracia en nuestro país”, para honorar a continuación a la República de Weimar y a los más de 100 diputados perseguidos y asesinados por el nazismo, así por como a las víctimas del muro construido por la RDA. Los parlamentarios guardaron un minuto de silencio por los caídos.

Los miembros de edad más avanzada del nuevo parlamento conocían muy bien el pasado más oscuro de la historia reciente alemana. El por entonces presidente de la fracción parlamentaria de la CDU/CSU Alfred Dregger había sido en su juventud miembro del partido hitleriano NSDAP. Igual que el por entonces Ministro de Transportes Friedrich Zimmermann o el diputado Richard Stücklen, ambos de la CSU. El canciller Helmut Kohl de dicha formación agradeció a los Estados Unidos y al resto de países europeos haber hecho posible la reunificación, pero también agradeció al último presidente de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas Mijaíl Gorbachov por no haber provocado una guerra. Agradeció a la resistencia contra Hitler y recordó que Alemania había sido responsable de la Segunda Guerra Mundial y del holocausto judío.

“Tenemos que tratarnos con respeto y sin abrumarnos los unos a los otros”, dijo en referencia a reunificar al pueblo alemán, que había vivido “en dos sistemas completamente diferentes” en las últimas décadas. Kohl lo definió como “un reto” que sería fundamental en los próximos tiempos y en el que todos tendrían algo que aportar: “los alemanes que han vivido en la Alemania Federal aportarán de su orden social y económico exitoso, las libertades sociales y la constitución alemana, que ahora está vigente en toda Alemania”. Los alemanes del este aportarían “la consciencia de haberse impuesto mediante una revolución pacífica contra una dictadura” y el valor de la democracia.

La sesión parlamentaria fue el símbolo de lo que vendría después: con una amplia mayoría de políticos procedentes de la República Federal, y sobre todo con directores de empresa y la empresa fiduciaria encargada de desguazar la industria de la RDA procedentes del oeste del país, comenzaba una nueva época en la que las dos Alemanias no simplemente se unirían, sino que una de ellas desaparecía del mapa sin aportar lo que de bueno hubiera podido tener en su medio siglo de historia, en especial en lo que se refiere a cuestiones prácticas de la vida diaria y menos ideológicas. Era la semilla de una división interna dentro de la nueva Alemania que tiene consecuencias hasta nuestros días, por la que los ciudadanos de dichos estados del este se sentirían de segunda clase y, en muchos casos, no conseguirían encontrar trabajo acorde a sus cualificaciones en el nuevo país.

El debate, que comenzó en la oposición Willy Brandt del partido socialdemócrata (SPD) se enredó en especial en una de las cuestiones que más preocupaban a los alemanes en aquel momento. La seguridad social, la reestructuración del tejido industrial en el este y la inseguridad económica a un lado y al otro, si bien de forma velada y sin demasiados reproches, consciente del momento histórico. El último presidente del partido comunista SED y jefe de la fracción en el nuevo parlamento del partido postsoviético PDS, Gregor Gysi, reprochó el que “no ayudará a nadie el utilizar la historia de la RDA para glorificar la Alemania federal, ya que aquí también hay pobres”. Criticó además el plan de establecer convenios y salarios mínimos y pensiones para las dos partes de Alemania, como siguen estando vigentes hasta hoy, porque ello podría llevar a una división entre los ciudadanos del país.