Tensión en Ucrania

La OTAN alerta: la diplomacia en Ucrania puede fallar

La Alianza Atlántica prepara sanciones económicas severas si la amenaza rusa continúa y los encuentros de la semana que vienen no dan los frutos esperados

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg
El secretario general de la OTAN, Jens StoltenbergJOHANNA GERONREUTERS

La OTAN sigue utilizando la vieja estrategia del palo y la zanahoria. Los ministros de Exteriores de la Alianza se reunieron ayer de manera extraordinaria por videoconferencia para analizar la amenaza rusa en la frontera con Ucrania y hacer un nuevo llamamiento al diálogo, pero también dejar claro que la Alianza no se quedará de brazos cruzados si Moscú acaba invadiendo Ucrania.

Según declaró ayer el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, “dialogaremos con Moscú de buena fe pero hay que prepararse ante la posibilidad de que la diplomacia falle”, lo que se traducirá en sanciones económicas y política “severas” y un reforzamiento de la Alianza en su flanco oriental, si bien la organización militar no quiere dar demasiados datos sobre hasta dónde podría llegar este despliegue.

Aunque la OTAN no planea salir en defensa de la antigua república soviética ya que Ucrania no es un miembro de la organización, sí está dispuesta a apoyar al país con el incrementos de sus capacidades militares. Hasta el momento, las apelaciones a la calma no están funcionando.

“Lamentamos que, pese a los llamamientos de la comunidad internacional durante varias semanas, Rusia no ha dado pasos para la desescalada. El despliegue militar de Rusia continúa con decenas de miles de tropas y armamento pesado, así como una retórica amenazante”, aseguró Stoltenberg. Actualmente el Kremlin ha aglutinado a más de 100.000 efectivos en la frontera con Ucrania y los servicios de inteligencia estadounidenses creen que está planeando una operación militar a comienzos de este año.

Tropas rusas frontera Ucrania
Tropas rusas frontera UcraniaTania Nietofreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@40deb465

La cita de ayer sirvió como aperitivo a una series de encuentros de alto nivel que tendrán lugar la semana que viene, con el ánimo también de limar asperezas entre los socios ya que el club comunitario se ha sentido marginado en el diálogo bilateral entre Moscú y Washington que tendrá su punto fuerte los días 10 y 11 en Ginebra (Suiza). Un día después, la Alianza ha convocado una reunión con Moscú del Consejo OTAN- Rusia.

Hasta el momento, Putin ha preferido negociar directamente con Biden – ignorado completamente a los Veintisiete- para que EE UU renuncie al emplazamiento de misiles de corto y medio alcance que puedan alcanzar a Rusia y a maniobras militares en los países vecinos. El máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, viajó esta  semana a Ucrania para intentar que el club comunitario no sea eclipsado en estas negociaciones que tienen una importancia capital para la seguridad europea. A pesar de esto, las diferencias entre los socios comunitarios sobre cómo lidiar con Putin son palpables. En la cumbre europea del mes de junio, los países del Este boicotearon los intentos de la antigua canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron para la organización de una cumbre UE-Rusia y las repúblicas bálticas están visiblemente molestas por los encuentros que tendrán lugar la semana que viene en Ginebra.

En estas semanas de tensiones, el mandatario ruso Vladimir Putin ha seguido exigiendo a la organización militar un compromiso claro y firme de que Ucrania nunca formará parte de la OTAN, pero la Alianza se resiste a un pacto de estas características que afecte también a otros países de la antigua órbita soviética como Georgia. Curiosamente, las amenazas de Putin tan sólo ha conseguido que Ucrania haya incrementado sus peticiones de ingreso en los últimos meses y que otros Estados como Finlandia y Suecia –con quienes la OTAN mantiene una colaboración estrecha- se estén planteando formar parte de la Alianza. Moscú siempre ha visto como una traición de Occidente la ampliación de la OTAN a países de la antigua órbita soviética que conquistaron su independencia tras el desmoronamiento de la URSS, lo que acabó propiciando la invasión de la península de Crimea (Ucrania) en el año 2014.