Elecciones

Ingrid Betancourt, el símbolo colombiano de la reconciliación

La ex rehén de las FARC vuelve al centro de la política de Colombia con su intención de convertirse en la candidata de una coalición de centro

Ingrid Betacourt smiles during a press conference in Bogota, Colombia, Tuesday, Jan. 18, 2022. Betancourt, who was held as a hostage for six years by rebels of the Revolutionary Armed Forces of Colombia, FARC, announced she will be running for her country's presidency. (AP Photo/Ivan Valencia)
Ingrid Betacourt smiles during a press conference in Bogota, Colombia, Tuesday, Jan. 18, 2022. Betancourt, who was held as a hostage for six years by rebels of the Revolutionary Armed Forces of Colombia, FARC, announced she will be running for her country's presidency. (AP Photo/Ivan Valencia)Ivan ValenciaAgencia AP

Ingrid Betancourt negó hace unos meses a la posibilidad de que fuera a presentarse como candidata a las elecciones presidenciales de Colombia que se celebran el 29 de mayo. Cerró la puerta pero no dio un portazo. Así que ahora, dos décadas después de postularse por primera vez como aspirante a liderar su país, la veterana dirigente ha anunciado su intención de presentar su precandidatura en la Coalición Centro Esperanza. “Estoy aquí para terminar lo que empecé en 2002”, anunció a los colombianos este martes.

En una entrevista con LA RAZÓN, con motivo de la presentación de su libro escrito junto con el ex presidente Juan Manuel Santos, la mujer que estuvo secuestrada por la guerrilla de las FARC durante seis años criticó la falta de liderazgo en su país y lamentó que los extremos estuvieran ganando terreno. Es en ese terreno de centro donde su candidatura podría seducir a millones de votantes que buscan por encima de todo un futuro próspero y sin violencia.

Con su paso al frente, Betancourt pretende posicionarse como la persona capaz de dar un impulso al país, eliminar la corrupción de las élites políticas y pacificar una sociedad que presenta aun muchas heridas abiertas pese a la firma del acuerdo de paz con las FARC.

En 2002 se había postulado como candidata a las presidenciales, pero fue secuestrada durante un acto de campaña y conducida a la selva durante seis años. Su vida quedó marcada a fuego por aquel episodio dramático que terminó en 2008, con una audaz operación del Ejército colombiano que terminó rescatando a Betancourt y a otros rehenes de la guerrilla.

Su cautiverio fue narrado en varios libros y en una película. Al poco de quedar en libertad viajó a Francia para reunirse con sus hijos y en París recibió la Legión de Honor de manos del presidente Sarkozy. En muchas ocasiones confesó que no guarda rencor a sus captores, una posición que le ha colocado como ejemplo de reconciliación en un país donde los odios del pasado impiden a muchos mirar al futuro.

Hija del político Gabriel Betancourt, ministro de Educación, Ingrid fue reina de belleza en su juventud y años más tarde se convirtió en miembro de la Cámara de Representantes y senadora. Estudió en una escuela privada británica y en el Instituto de Estudios Políticos de París, donde fue alumna del que sería primer ministro francés Dominique de Villepin y en el que obtendría una licenciatura en comercio exterior y relaciones internacionales. De regreso a Colombia en 1989, tras el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, comenzó una fulgurante carrera en la política que la llevó a apoyar al conservador Andrés Pastrana en la presidencia. Hasta que no pudo más y dijo basta. Abandonó su cargo de senadora y proyectó su campaña presidencial, truncada por el secuestro más famoso en la historia de Colombia.

Ahora regresa al momento en el que todo quedó parado, pero antes tendrá que vencer en marzo la consulta de la coalición del centro a los precandidatos Sergio Fajardo, Juan Manuel Galán o Alejandro Gaviria. En realidad, tampoco se conoce el nombre del candidato del uribismo, que llevó a la presidencia hace cuatro años a Iván Duque.

Preguntada en aquella entrevista por el presidente Iván Duque, dijo: “Yo en lo personal pienso que Iván Duque es un hombre con buenas intenciones, pero eso no es suficiente para arreglar un país, se necesita un grupo de personas con la misma agenda, y él llegó al poder con gente comprometida con la política corrupta y no ha podido liberarse de eso. Él está preso de esta situación, es el beneficiario pero también es la víctima”.