Testimonios

“Duermo con la mochila por si tengo que huir”, el temor de una ucraniana si estalla una nueva guerra con Rusia

Los ucranianos apenas se han movilizado en el Día de la Unidad proclamado por Zelenski y se muestran resignados ante el conflicto

Una bandera de 200 metros se desplegó ayer en Kiev
Una bandera de 200 metros se desplegó ayer en KievEfrem LukatskyAgencia AP

Volodomir Zelenski anunció este lunes que había sido informado de la fecha de la invasión rusa por los servicios de inteligencia occidentales y que convertía el 16 de febrero en el Día de la Unidad de Ucrania. Las intenciones del presidente ucraniano eran claras: ante un conflicto muy marcado por los lazos familiares entre ucranianos y rusos, influido en gran medida por la mezcla de pueblos en su país, Zelenski quiso tomar las riendas en el discurso de la nación y poner un ladrillo más en la identidad ucraniana.

Pero no hubo sobresalto. En Kiev todo permaneció igual que las últimas semanas. Lena es una de las pocas personas que pasean por la Plaza de Sofiyivska en este miércoles de cielo encapotado y húmedo. Confiesa que hace cinco días que duerme con la mochila hecha «por si toca salir corriendo» y que los últimos días han sido muy tensos pero también que «aquí sigue sin atacar Rusia» y «no es la primera vez que todo el mundo piensa que va a ocurrir lo peor, empieza a ser normal». Está reconsiderando su preocupación. Al preguntarle su opinión sobre Zelenski, es tajante: «Me parece un idiota y yo no le voté, pero si me preguntas pues te digo que prefiero tener a nuestro idiota en el gobierno que a un idiota de fuera». También afirma que, para ella, «los enemigos no son los rusos sino el Gobierno ruso, que es distinto».

Las calles que llevan a la Plaza de la Independencia estaban atestadas de personas y de vehículos. La actividad de Kiev, incluso ahora que se encuentra algo más recogida por los temores a la guerra, siempre es apabullante y llena todas las calles con un trajín de idas y venidas hipnótico. A las 10 de la mañana se concentraron en el Maidan poco más de cien personas, aunque no aguantaron mucho tiempo. Un periodista de la cadena DOM explica que retransmiten principalmente a «territorio ocupado», es decir, al Donbás y la península de Crimea. Él mismo es de Crimea y decidió irse a Kiev tras la anexión rusa de 2015.

Recuerda el caso de Nariman Dzhelyal, un líder tártaro detenido en la península y cuya liberación se pide en una pancarta que cuelga del puente de Nebesna Sotnya. «Si tenemos en cuenta a los habitantes originales de Crimea», refiriéndose a los tártaros, «es un hecho que prefieren pertenecer a Ucrania». Y añade: «Nadie quiere formar parte de las minorías rusas». A continuación explica que el Día de la Unidad pretendía aunar a los diferentes grupos que habitan Ucrania, incluyendo a los tártaros, para hacer frente a la dialéctica nacionalista de Rusia porque «para bien o para mal, somos un país muy joven» y «pese a que podemos inspirarnos en el Rus de Kiev», la verdad es que países más viejos como Rusia «tienen un discurso nacional mucho más sólido».

Una mujer de edad avanzada vende pulseritas de la bandera ucraniana a lo largo de la calle Khreschatyk para «financiar los hospitales de nuestros soldados». Su inglés no es muy bueno, pero consigue expresar que el precio es la voluntad. En las calles pueden verse más policías y más voluntarios haciendo su ronda pero no se aprecia ningún revuelo de sirenas, nadie se despertó ayer lo suficientemente agitado en la capital.

A la altura del Museo Nacional de Arte de Ucrania, tres individuos pilotan dos drones. El más grande cargaba una pancarta que intenta colocarse frente a la cámara en vivo de Reuters en el Hotel Ucrania, el otro se limitaba a grabar la operación. El plan de estos tres kievitas era enseñar a todo el mundo el mensaje escrito en la pancarta, que decía: «Se vende plaza de garaje». Y debajo ponían el número de teléfono de la Embajada rusa en Kiev.

El encargado de ver la web de Reuters para avisar a los otros de la posición de la cámara me dijo que «era una gracia para relajar tensiones», pero que también «expresaba un mensaje político», dándome a entender que el Estado ruso no es bienvenido en Kiev. Otro transeúnte me advierte en ese momento que «si sigue a este ritmo, es seguro que Rusia colapsará por dentro», a la vez que matizaba en la importancia de celebrar un día como hoy, haya o no haya ataque del país vecino.

De nuevo me recuerda la importancia de construir un discurso nacional que perdure en Ucrania. En esta línea se pronunció ayer presidente Zelenski, al afirmar que el país «no tiene miedo a ningún enemigo», ni a predicciones sobre la fecha de un ataque ruso, asegurando en todo momento que la nación «se defenderá».