Opinión

Ucrania no es Finlandia

Demonstration 'Yes to peace, no to war' in Rome
Demonstration 'Yes to peace, no to war' in RomeCLAUDIO PERIAgencia EFE

Una de las posibles soluciones al conflicto en el Este que ha sido propuesta en las últimas semanas es la posible «finlandización» de Ucrania. Esto es en referencia a la estricta neutralidad que Helsinki mantuvo desde 1947 en la contienda entre Occidente y la URSS. Durante la Guerra Fría esta solución era aceptable para Moscú, que había con anterioridad sufrido una calamitosa derrota a manos de los finlandeses unos años atrás en la Guerra de Invierno. Para el imperio soviético, la solución de contar con un país neutral en su frontera occidental (1.340 kilómetros) suponía incluso garantías para su seguridad.

La cruda realidad es que Ucrania no es Finlandia, y Putin no estará jamás dispuesto a aceptar la neutralidad de un país soberano que tanto él como el nacionalismo más rancio ruso considera artificial. Si los movimaientos de Kiev hacia Occidente preocupan al Kremlin, la realidad es que una Ucrania independiente podría punto y final a las aspiraciones hegemónicas de Moscú basada en el repetido mantra que «Rusia va más allá de la Federación de Rusia».

Es la racionalización de la política exterior rusa. Putin ha repetido muchas ocasiones que Rusia es allá dónde estén los rusos. Por si fuera poco, y a diferencia de los finlandeses, el ruso considera al ucraniano parte de un mismo pueblo. Putin no busca una solución de neutralidad para Ucrania. Quiere restablecer el poder de Rusia en aquellos territorios que considera como parte natural de su Estado. Y ahí está justamente el quid de la cuestión. No se trata de conquista, el objetivo no es ocupar Kiev, la clave es la subordinación. Putin no necesita la anexión de antiguos territorios soviéticos, le basta con mantener a títeres como Lukashenko para restablecer la hegemonía perdida.