Ucrania

Sancionar a Putin: el botón nuclear que Biden no se atreve a apretar... de momento

Castigar personalmente al presidente ruso tiene un elevado coste político. Además, nadie sabe dónde guarda la supuesta fortuna que se le atribuye

Vladimir Putin
Vladimir PutinAlexei NikolskyAgencia AP

Las sanciones contra Rusia anunciadas por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y por la Unión Europea ante la escalada de tensión en Ucrania tras el envío de tropas rusas al país vecino constituyen un primer ataque al sistema financiero del régimen ruso. Sin embargo, la bota americana aún puede apretar mucho más al rival del Kremlin ¿Cómo? Con sanciones directas contra la persona de Vladimir Putin, entre muchas otras formas, algo que se ha deslizado desde Washington en las últimos meses pero que, de momento, no parece inminente.

Castigar al presidente de Rusia tiene sus riesgos y no es nada fácil. Como dijo recientemente el portavoz de Putin, Dmitry Peskov, ese escenario sería “políticamente destructivo” para los lazos entre Estados Unidos y Rusia, pero no “doloroso” para el inquilino del Kremlin. Hay quien considera que las sanciones de Reino Unido a varias empresa rusas anunciadas este martes ni siquiera hacen pupa en Moscú. “No tengo ninguna duda de que Putin se está riendo de camino a su casa de campo”, asegura en The Guardian Chris Bryant, diputado laborista británico.

La imposición de sanciones contra el mandatario ruso supondría dinamitar todos los puentes que aún quedan entre la diplomacia de los dos países. Pero llegado el caso, Estados Unidos podría dar ese paso. ¿Cómo?

Para empezar hay que distinguir las sanciones económicas de aquella que restringen la libertad de movimiento del sancionado. A Putin se le puede castigar atacando sus finanzas personales, como se ha hecho en el pasado contra oligarcas rusos. Pero en el caso de Putin habría que detectar primeramente el destino de los fondos que se le atribuyen. Eugene Rumer, un experto ruso del Carnegie Endowment for International Peace, explicó a The Washington Post que pese a que se habla mucho de lo rico que es el mandatario ruso “nunca he visto ninguna prueba creíble de esa fortuna, o dónde la guarda”. Está claro que si Putin tiene una fortuna personal ésta no se haya a la vista de cualquier banco.

Si la Casa Blanca ordenara el embargo de bienes de Putin fuera de Rusia no sabría por donde empezar. Dentro, en su país, los bienes declarados del jefe del Estado ruso son los fondos derivados de su salario anual de 131.000 dólares, un apartamento de 77 metros cuadrados, un garaje de 18 metros cuadrados, dos coches antiguos Volga GAZ M21, un SUV Lada Niva y un remolque. Todo fuera del alcance de EEUU.

Luego están los castigos que limitan la capacidad de movimiento. Convertir a Putin en un proscrito acabaría en buena medida con un mundo dividido en dos: Occidente por un lado, y Rusia y China -cada vez más cerca entre sí- por otro lado. El hecho de que Putin pueda ser arrestado si pisa suelo europeo o estadounidense para asistir, por ejemplo, a una cumbre del G-20 no parece una buena idea a priori. Xi Jinping, el presidente chino, no ha perdido poder ni influencia por el hecho de no salir de su país desde hace dos años, antes de la explosión de la pandemia de la covid, por motivos desconocidos, ya que no está sancionado. Además, a Putin siempre le quedaría el Caribe, donde Cuba y Venezuela le recibirían con los brazos abiertos. O China, donde ha estado hace dos semanas para reunirse con Xi en un encuentro que ha levantado ampollas en Estados Unidos.

Con todo, si Biden decide castigar a su homólogo ruso, no sería el primer mandatario en ser atacado con sanciones personales. EEUU ya sancionó a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, a cuya cabeza se le ha puesto incluso un precio en dólares. También se ha castigado duramente al círculo más íntimo del dirigente chavista, pero ello no ha generado resultados políticos de gran alcance, al menos de momento. Nadie ha delatado a Maduro ni su régimen se ha visto debilitado hasta el punto de propiciar su caída.

En el pasado, tras la anexión de Crimea, EEUU y Europa castigaron a líderes empresariales y políticos cercanos a Putin. En total fueron unos 800 ciudadanos rusos los afectados por la congelación de sus finanzas en el extranjero o la prohibición de viajar a EEUU o países de la Unión Europea.

Sea como sea, hasta la mismísima vicepresidenta de la Comisión Europea, la checa Vera Jourova, ha declarado a un periódico de su país que ha sido “un error” no sancionar a Putin, que debería haber sido el primero en la lista.