Opinión

Una humillación a la diplomacia occidental

¿Cuántas veces debería mentir Putin para que los líderes occidentales lo reconozcan como una persona en la que no se puede confiar?

Una mesa de seis metros separó a Vladimir Putin y Emmanuel Macron durante su reunión en el Kremlin del 7 de febrero
Una mesa de seis metros separó a Vladimir Putin y Emmanuel Macron durante su reunión en el Kremlin del 7 de febreroDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

El presidente Vladimir Putin orquestó el lunes un espectáculo formidable que culminó con su reconocimiento de dos entidades separatistas en el este de Ucrania como naciones independientes. Se transmitió en vivo una reunión del Consejo de Seguridad de Rusia con el presidente sentado al menos a diez metros de distancia de un grupo de sus cortesanos, y al día siguiente todos los miembros del Parlamento ratificaron los tratados entre Rusia y sus nuevos estados clientes. No diría que la medida cambia demasiado en las relaciones de Rusia con Ucrania, ya que los separatistas en Donbás han sido apoyados y dirigidos por los rusos. Pero lo que más me fascinó fue el comportamiento de los políticos occidentales.

Durante los últimos dos meses, hicieron todo lo posible, si no para apaciguar a Moscú, al menos para tomar en serio a Putin como contraparte diplomática. Siendo perfectamente conscientes del hecho de que las tropas rusas lucharon contra el ejército ucraniano en 2014-2015 y aún permanecían en Donbás, los líderes occidentales fingieron que los Acuerdos de Minsk eran viables e insistieron en que Kiev debería hablar con los líderes de las “repúblicas populares”. Emmanuel Macron voló a Moscú y Kiev y habló con Putin al menos siete veces (dos veces el domingo pasado), casi negociando su reunión con el presidente Joe Biden. El canciller Olaf Scholz hizo lo mismo, pero con un poco menos de intensidad. Los principales diplomáticos occidentales escucharon a los rusos en la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU el 17 de febrero, donde reiteraron el compromiso de Moscú con los Acuerdos de Minsk. El Secretario de Estado estaba buscando un lugar en Europa para su reunión con Lavrov programada para el 24 de febrero, ya que su homólogo ruso definitivamente estaba al tanto de los próximos eventos.

Entonces, mi única pregunta es: ¿cuántas veces debería mentir Putin para hacer que los líderes occidentales lo reconozcan como una persona en la que no se puede confiar en ninguna circunstancia? ¿Olvidaron los franceses que los acuerdos ruso-georgianos negociados por Sarkozy no han sido respetados por Moscú? ¿Cuántas veces los políticos occidentales llegarán al Kremlin solo para que los pongan en una mesa de seis metros de largo para escuchar sobre Rusia que no interviene en los asuntos de otros países? ¿Qué hay detrás de esta ‘diplomacia’ que está condenada al fracaso una y otra vez? Me pregunto: ¿los políticos de París, Bruselas o Washington perdieron todo el respeto por sí mismos, si intentan una y otra vez hacer tratos con un mentiroso patológico? –y no tengo respuesta para esta pregunta.