Inestabilidad

Siete golpes de Estado en tres años: ¿Qué está pasando en África?

África Occidental protagoniza la mayoría de los ataques contra la democracia, cuya degeneración corre el peligro de extenderse hacia las naciones vecinas

Mali coup
Estos sucesos se producen en un momento en que Mali se encuentra sumido en una grave crisis políticaMOUSSA KALAPOAgencia EFE

De los 10 últimos golpes de Estado exitosos sucedidos en el mundo, nueve han sucedido en África. Uno en Zimbabue (2015), otros dos en Sudán (2019, 2021), otro en Chad (2021), dos en Mali (2020, 2021), uno en Guinea Conakry (2021) y dos más en Burkina Faso (enero y septiembre de 2022). La oleada de golpes ha llegado a su culmen en el continente, con estos ocho golpes exitosos y un número indeterminado de golpes fallidos, entre los que destacan los de Etiopía y Gabón en 2019 y en Níger en 2021. No se vivía una situación así en el continente desde el siglo pasado, cuyo gusto por los golpes de Estado parecía haber quedado atrás. Más allá de los clichés que pueda sostener el continente en lo referente a su calidad democrática, no hay duda de que la situación parece haber retrocedido con respecto a los años anteriores. Con mención honorífica a la región de África Occidental.

El triunfo de los golpistas ha remodelado las delicadas relaciones entre países africanos, ha incidido de manera decisiva en la guerra contra el terrorismo y (quizás esto sea lo más importante) ha abierto la puerta a una nueva mentalidad dentro de la población africana, con una nueva manera de verse a sí mismos y de contemplar la alargada sombra de Europa.

Esperanza 2.0

La Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) es un organismo compuesto por 14 Estados del oeste africano y que requiere de enormes cuidados para su correcto funcionamiento, no sólo por las delicadas situaciones internas que viven (Nigeria, Guinea Bissau, Liberia, Sierra Leona, Mali, Burkina Faso y Costa de Marfil han sufrido una concatenación de guerras civiles y conflictos desde su independencia), sino porque, si hay algo que puede provocar la ruina de una comunidad económica, esto sería, precisamente, no tener dinero. La precaria situación económica de las naciones africanas se añaden al ingrediente de la inseguridad, hoy empeorada a causa del yihadismo que se extiende en el Sahel, y frente a la incapacidad de los gobiernos para encarar los retos presentados suceden estos golpes de Estado que, irónicamente, arrojan luz y esperanza a los pies deshechos de una población que ya no sabe exactamente en qué creer.

Diferentes miembros de las Fuerzas de Seguridad maliense en el momento previo a la llegada del coronel. Tras ellos, la bandera rusa y los retratos de Goita y de Doumbouya.
Diferentes miembros de las Fuerzas de Seguridad maliense en el momento previo a la llegada del coronel. Tras ellos, la bandera rusa y los retratos de Goita y de Doumbouya.Alfonso Masoliver

Tanto el coronel Assimi Goita (Mali) como el coronel Mamady Doumbouya (Guinea Conakry) y el capitán Ibrahim Traoré (Burkina Faso) han conseguido convencer a sus respectivas poblaciones de que ellos son la solución definitiva. Sus tomas de poder siguieron a un descontento general de la sociedad civil, que acogió sin hesitación y con los brazos abiertos la alternativa que ofrecen los gobiernos controlados por juntas militares, a falta de una solución efectiva propuesta por los presidentes (o golpistas) anteriores. Tras décadas de decepciones, los malienses, burkineses y guineanos asombran al mundo mostrando aún enormes dosis de esperanza, como un nuevo despertar tras la pesadilla del periodo postcolonial, como una suerte de esperanza 2.0 que los militares aprovechan para mantenerse en el poder.

La esperanza en África se genera buscando culpables. ¿Quieres comenzar un proceso de reconciliación en Ruanda después de que los hutus masacren a casi un millón de tutsis? Basta con culpar a los colonizadores de ser quienes establecieron la brecha social entre una etnia y otra. ¿Quieres derrotar a la UNITA en la guerra civil de Angola? Acusa a Sudáfrica de intervenir en el país con el fin de implantar una suerte de microimperio africano. ¿Quieres mantenerte en el poder en una región azotada por el yihadismo? Culpa a Francia de armar a los terroristas y de promover la inseguridad. Esta curiosa búsqueda de la esperanza a través de la culpabilidad no significa necesariamente que los culpables señalados sean inocentes, pero lo que sí hace es generar nuevas líneas de pensamiento que remodelan de manera radical las poblaciones locales.

En Uagadugú, hace no más de cinco años, las banderas francesas ondeaban en las boutique y dentro de los taxis como si aquello fuera una extensión del territorio nacional francés. Hoy, las banderas rusas las han sustituido sin remedio, y las enseñas francesas arden a diario en las manifestaciones. Los franceses eran ayer amigos y hoy, en el mejor de los casos, espías al servició del demoníaco Emmanuel Macron. Mientras los rusos, que ayer eran extraños, hoy son ángeles benefactores enviados por bondad de Vladimir Putin.

La CEDEAO, dividida

Pero la triste realidad es que los nuevos presidentes no tienen nada nuevo que ofrecer. No pueden chasquear los dedos y hacer que lluevan billetes de euro sobre las chabolas que hieden en sus capitales. No pueden comprar un armamento moderno que combata a los yihadistas a la manera de un ejército occidental. Lo único que pueden hacer es alimentar la esperanza de la población, que es en definitiva lo que les mantiene en el poder, junto con el apoyo, siempre cambiante, de sus respectivos ejércitos. Rompiendo una lanza a favor de los golpistas de África Occidental, debe decirse que al menos intentan nuevas estrategias.

Manifestantes burkineses muestran su descontento con Francia.
Manifestantes burkineses muestran su descontento con Francia.Kilaye BationoAgencia AP

La nueva moda radica entonces en aliarse con Rusia. Después de 10 años en los que las naciones del Sahel han procurado derrotar al yihadismo en colaboración con Francia y la Unión Europea con resultados relativos, Goita y Traoré ofrecen a sus compatriotas la alternativa de expulsar a las tropas francesas de sus respectivos países y contratar en su lugar a los archiconocidos mercenarios del Grupo Wagner. Hace cinco años, nadie habría levantado una ceja ante la perspectiva de que militares rusos posaran su bota en territorio compartido con tropas europeas (como ocurrió en Mozambique, Libia o República Centroafricana), pero la guerra de Ucrania iniciada en febrero de 2022 ha dividido el mundo en dos bandos bien definidos y la máxima de “el amigo de mi enemigo...” ha cobrado una fuerza determinante.

Ya no cabe ya la posibilidad de una fuerza conjunta africana, rusa y europea. Si los rusos entran en este o aquél país africano, los europeos comienzan automáticamente su retirada. Así, la CEDEAO se ha visto dividida: por un lado se encuentran las naciones que continúan el partenariado francés, con Senegal y Costa de Marfil a la cabeza, y por el otro se encuentran aquellos que derivan hacia un partenariado económico (Guinea Conakry) o militar (Mali y Burkina Faso) con el Kremlin.

Esto ha supuesto una ruptura de relaciones entre naciones africanas y que no tiene precedentes en lo que llevamos de siglo. Hace meses que los gobiernos liderados por golpistas no participan en los encuentros organizados por la CEDEAO, mientras Costa de Marfil y Mali se encuentran desde verano envueltos en una crisis diplomática a raíz de la detención de 46 soldados marfileños en Bamako. Marcada por profundas divisiones, la CEDEAO se debilita, facilitando los abusos de naciones externas como China, Francia y Rusia, y generando a continuación nuevas dependencias en el ámbito económico y militar.

Las purgas

Una de las características más comunes en cualquier gobierno ilegítimo son las purgas, sin importar a qué lugar del mundo nos refiramos. Famosas fueron las purgas de Stalin pero también encontraríamos ejemplos fáciles en Pinochet y los hermanos Castro. El modus operandi suele ser el mismo: el gobierno acusa a una rama de ejército de organizar un golpe fallido, narrando lo acontecido como si se tratara de un ataque imperdonable contra la democracia, y pocas horas o días después se difunden los nombres de los “traidores” castigados. Los nuevos gobiernos africanos, que han accedido al poder a través de la movilización del ejército y cuya estabilidad es muy frágil, no salen de esta estadística. Hace años que son habituales los rumores sobre “intentos de golpe de Estado” perpetrados por “traidores” que no acatan las órdenes de sus nuevos líderes. Cada poco tiempo sacuden los noticieros locales estos “conato de golpe” donde se anuncian a continuación los nombres de los militares defenestrados.

Ibrahim Traoré (con la boina roja a la izquierda) durante el discurso pronunciado en la televisión nacional en donde se anunció el éxito del golpe.
Ibrahim Traoré (con la boina roja a la izquierda) durante el discurso pronunciado en la televisión nacional en donde se anunció el éxito del golpe.larazonAgencia AP

El último de estos “intentos de golpe” que nadie se cree realmente tuvo lugar el 28 de diciembre en Burkina Faso, cuando el Teniente Coronel Emmanuel Zoungrana fue apresado tras ser acusado de procurar una tentativa de golpe. Fuentes próximas a la junta militar aseguran que Traoré ofreció a Zoungrana la posibilidad de exiliarse en lugar de ser arrestado, cosa que el teniente coronel rechazó. Lo mismo ocurrió en la propia Burkina hace tres semanas, el pasado mes de mayo en Mali.... La estrategia se ha mostrado tan útil para erradicar a enemigos políticos, que estas tentativas se han propagado a naciones donde los gobiernos supuestamente fueron elegidos democráticamente. Tal es el caso de Gambia. El gobierno de Adama Barrow anunció el 20 de diciembre de 2022 haber sido víctima de un intento de golpe de Estado ejecutado por facciones descontentas del Ejército. Aunque el Ejército negó tal cosa y únicamente cinco soldados fueron detenidos, este suceso permitió a Barrow (que apenas mantiene el poder en Gambia gracias al apoyo del ejército senegalés) detener una semana después a uno de los líderes de la oposición, Ousainou Darboe, bajo la acusación de haber participado en la extravagante conspiración.

Algo similar sucedió en Guinea Bissau en febrero de 2022. De lo que no cabe duda es que la degeneración democrática en África Occidental corre el peligro de extenderse como un cáncer por toda la región. La CEDEAO, dividida y debilitada, hace esfuerzos por atraer a las naciones de su lado, y envía soldados sin ton ni son para proteger a los gobiernos más inestables. Por estas razones es hoy habitual encontrar militares senegaleses y nigerianos o incluso mercenarios protegiendo los edificios principales de Bissau y de Banjul, mientras los golpes reales se mezclan con los dudosos y nadie entre la población local sabe muy bien qué pensar ni a quién apoyar, ni por cuánto tiempo. Confusión. La palabra es confusión. Antes que convulsa, estos años están resultando terriblemente confusos en África Occidental.