Día histórico en EE UU

Trump se declara "no culpable" de 34 delitos por sobornar a la actriz porno Stormy Daniels

El líder republicano se entrega voluntariamente ante la sede de la Fiscalía de Nueva York

«Cuesta creer que seré arrestado mañana como resultado de la más vergonzosa caza de brujas en la historia de la nación», escribió de manera personalizada Donald Trump a través de su correo electrónico, dirigido este lunes en masa desde su plataforma electoral de recaudación de fondos bajo el título del popularizado eslogan Trump 2024, «Make America Great Again».

Costaba creer, pero sucedía. Trump se entregaba este martes a las autoridades, dejándose tomar las huellas dactilares y la foto de la ficha policial, primero en la sede de la Fiscalía en la séptima planta de la Corte de Manhattan, enfrentando así cargos criminales de manera oficial, y después trasladándose hasta la planta 15 del mismo edificio, donde se encuentran los despachos de los jueces.

En una imagen sin precedentes para la historia, Trump se convertía ayer en el primer expresidente de EE UU en haber sido técnicamente arrestado y encontrarse bajo custodia policial, acusado con 34 cargos penales. El magnate se declaró «No culpable», tal y como habían adelantando sus abogados que haría.

Acontecimiento histórico que finalmente, por orden judicial, los medios de comunicación no podrían retransmitir en vivo y en directo, pero eso no evitó que todas las cadenas y medios estadounidenses siguieran el minuto a minuto de una de las coberturas más destacadas de la historia reciente. Aunque un total de cinco fotógrafos sí fueron autorizados a entrar en la sede de la Fiscalía, situada al sur de la isla de Manhattan, para retratar las más buscadas imágenes de su interior.

«Hasta las ‘fake news’ admiten abiertamente que es una caza de brujas», añadió Trump con un tono no exento de preocupación acompañando a la denuncia pública. Sus asesores aseguran que el magnate neoyorquino «se está tomando muy en serio y está siguiendo los consejos legales» de su equipo sin rechistar.

Tal vez por eso mismo prefirió llegar a Manhattan con antelación, ante cualquier posible contratiempo que pusiera en riesgo su esperada entrega a las autoridades. El expresidente republicano volaba, pocas horas después de mandar ese mensaje, en su jet privado desde Florida –su lugar de residencia desde que culminó su mandato en la Casa Blanca–, hasta su ciudad natal de Nueva York y cuna del imperio del magnate.

Pasaban unos minutos de la una de la tarde cuando el líder republicano abandonó la Torre Trump a paso lento, saludando con la mano como respuesta a los gritos de cientos de personas presentes a la salida de su residencia neoyorquina. Acompañado por un amplio despliegue conjunto de agentes de la Policía de Nueva York y del Servicio Secreto, Trump y sus abogados se preparaban para escuchar por primera vez los más de 30 cargos que se presentaban contra él.

Escoltado por una decena de vehículos de seguridad, entre ellos un furgón policial y una ambulancia, el magnate caminó despacio a su llegada al Tribunal Penal de Manhattan, unos quince minutos después, saludando de nuevo con las manos a la multitud de curiosos que les esperaban al otro lado del perímetro vallado, antes de entregarse a las autoridades.

Aunque de nuevo en los focos mediáticos, la reaparición estelar de Trump –con porte lento, muy serio y resignado– se alejó de la habitual entrada triunfal de sus intervenciones públicas.

Entre las diversas hipótesis, declarase culpable y llegar a un acuerdo con la Fiscalía fue la elegida por sus asesores legales y confirmada en una entrevista con CNN el domingo, opción que da paso a un largo proceso judicial para demostrarlo. Y cómo afectará a su campaña presidencial es una de las grandes incógnitas ahora.

A nivel federal, las otras cuentas pendientes de Trump con la Justicia podrían comprometer todavía más sus aspiraciones políticas, si se demuestra su culpabilidad en cualquiera de los procesos en los que se ha visto envuelto el magnate y cuya investigación ya está en marcha: el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021; los intentos de revertir el resultado electoral de las presidenciales de 2020 en el caso de Georgia; o el manejo de los documentos clasificados.

Junto a infinidad de medios de comunicación apiñados durante horas frente a la Torre Trump, una inconfundible multitud de seguidores enfundados con todo tipo de merchandising de MAGA esperaba al magnate con impaciencia desde su llegada a Manhattan el lunes por la tarde.

Ante posibles protestas y un ambiente caldeado que podría derivar en disturbios, el alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, recordó que las autoridades policiales harían su trabajo «como siempre» y aprovechó para enviar «un mensaje tan claro como simple: contrólense a sí mismos», alertó a los seguidores de Trump. «Tenemos, siendo una de las más grandes del país, la ciudad más segura de América porque respetamos la regla de la ley», añadió Adams.

Las críticas directas de Trump al fiscal del distrito de Manhattan fueron incluso eliminadas de la red social donde las había publicado, donde propuso a Alvin Bragg acusarse a sí mismo «si realmente quiere limpiar su reputación», amenazó el magnate reiterando que «Bragg debería dimitir ya» antes de borrar el mensaje en Truth Social.

Ante todas las posibles opciones a las que se enfrenta ahora, ningún mecanismo legal podría impedirle que optara a las presidenciales de 2024 como candidato republicano, ni siquiera desde el banquillo de los acusados. O, incluso, que las ganara elecciones desde la cárcel y volviera a la Casa Blanca, en otro posible escenario difícil por ahora de imaginar.

Y ya de regreso a Florida, al finalizar el trámite judicial en Nueva York, Trump organizó «argumentar su caso ante los estadounidenses por la noche en Mar-a-Lago», según adelantó también uno de sus asesores al explicar que el magnate atendería a la prensa en una gran convocatoria en su mansión de Palm Beach junto a otros invitados, incluyendo sus más allegados.