Investigación en Italia

Los francotiradores de los "safaris humanos" en Bosnia tenían premio por "abatir a niños", dice la ex alcaldesa de Sarajevo

Según un ex agente de inteligencia bosnia, eran ricos italianos amantes de la caza con un perfil "psicópata"

La avenida de los francotiradores en Sarajevo
La avenida de los francotiradores en SarajevoWikipedia

El mundo contempla horrorizado la investigación abierta por la Fiscalía de Milán para esclarecer las acusaciones lanzadas por un exagente de la inteligencia bosnia según las cuales particulares italianos acudieron a Sarajevo en los años noventa para participar en una cacería humana. El acto macabro que se está investigando consistió, según esta acusación, en viajes con un coste de hasta 100.000 euros (cobrados supuestamente por las milicias serbias) para disparar como francotiradores contra civiles indefensos, incluidos mujeres, ancianos y niños, desde posiciones serbias en Sarajevo. Esta histórica ciudad sufrió un cerco infernal durante la guerra serbobonia que comenzó en abril de 1992 y acabó en 1995 con la firma de los acuerdos de Dayton.

El caso está siendo coordinado por el fiscal Alessandro Gobbis, experto en terrorismo, junto con los Carabinieri del ROS (Reparto Operaciones Especiales). La pieza clave de la investigación es Edin Subasic, un exagente de inteligencia militar bosnio, quien proporcionó información detallada sobre la supuesta participación de italianos en estos "safaris humanos". Según Subasic, su agencia descubrió estas actividades a finales de 1993 y así se lo trasladó a los servicios secretos militares italianos (SISMI) en 1994. La red operaba desde Trieste, que servía de punto de partida de los cazadores hacia Belgrado y, de ahí, a Sarajevo mediante transporte aéreo militar.

Según la fuente, los servicios secretos italianos pusieron fin a esta práctica y no descarta que aún conserve la identidad de las personas que estarían involucradas. "No obtuvimos del SISMI los nombres de los cazadores ni de los organizadores; debería existir un documento del SISMI que certifique que, en la primera mitad de 1994, en Trieste, descubrieron el punto de partida e interrumpieron la operación", ha dicho Subasic.

El exagente describió a los tiradores como hombres adinerados, aficionados a la caza y las armas, que buscaban una nueva forma de adrenalina tras participar en safaris legales. En sus palabras, se trataba de individuos "psicópatas y con influencia social o política suficiente para encubrir sus actos". La exalcaldesa de Sarajevo, Benjamina Karic, también ha aportado su testimonio, citando a un agente de inteligencia esloveno que presenció cómo se ofrecían recompensas mayores por "abatir a un niño", el objetivo más difícil y, para los asesinos, más valioso.

La investigación, aún en fase preliminar, contempla los delitos de asesinato con agravantes de premeditación y crueldad, los cuales no prescriben bajo la ley italiana. Los investigadores buscan corroborar la existencia de registros, pagos y comunicaciones entre los implicados y las autoridades serbobosnias de la época. Además, la Fiscalía de Milán ha solicitado al Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia acceso a documentos de archivo sobre el asedio.

Personas que acudieron a Sarajevo durante el tristemente célebre cerco han asegurado que había un rumor extendido de que a la ciudad llegaban francotiradores de otros países. Renato Sacco, consejero de Pax Christi, ha afirmado que al final de la guerra pudo ver cajas de munición, fabricadas en Italia, "utilizadas para atacar a los habitantes de Sarajevo desde las montañas que la rodean durante el asedio", que terminó a finales de 1995. "Confieso, sin embargo, que nunca imaginé que leería en los periódicos estos días que "francotiradores turistas" también salían de Italia hacia Sarajevo para disparar, a cambio de dinero, a mujeres y niños", añade.

De confirmarse los hechos, Italia podría enfrentarse a uno de los capítulos más oscuros de su historia reciente: un grupo de compatriotas que, atraídos por el morbo de la guerra, viajaron a un país devastado para matar por placer.