Análisis

Cumbre de las Américas: Sin estrategia para la región

El experto Carlos Blanco analiza para LA RAZÓN las claves de la cumbre

Joe Biden
Joe BidenPatrick SemanskyAgencia AP

El gobierno de Biden tomó la decisión final de excluir a los gobiernos de Cuba, Venezuela y Nicaragua de la Cumbre de las Américas que comienza esta semana en Los Ángeles, a pesar de las amenazas del presidente de México de no participar en la reunión a menos que todos los países del Hemisferio Occidental estén invitados. La decisión de Estados Unidos puede impulsar un boicot de la reunión organizada por Estados Unidos si el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, y algunos otros líderes deciden no presentarse.

¿Por qué parece más importante la lista de asistentes a la cumbre que lo que se acuerde en este foro?

La invitación del gobierno de los EE UU a los jefes de estado de la región revela una política en muchos sentidos. El enredo sobre las invitaciones es el enredo de la política hacia la región. No saben qué hacer con Maduro y Díaz-Canel, aunque hay una definición mayor y más enérgica hacia la pareja que depreda Nicaragua, Ortega y Murillo. En relación con los que mandan en Venezuela y Cuba la actitud básica y tradicional de EE UU es la de enfrentarlos como los regímenes criminales que son; sin embargo, con el giro rojo y rosado de los recientes años, la actitud de López Obrador en México, las posibilidades de Lula en Brasil, las de Petro –ahora menguadas- en Colombia, las ruedas sueltas de Bukele en El Salvador y Xiomara Castro en Honduras, para colocar unos ejemplos, la política de Washington anda perdida.

En el caso de Venezuela se añade el problema de que desde Trump y luego con Biden, Guaidó fue reconocido como presidente interino, inicialmente en medio de gran entusiasmo. Ese interinato se desgastó dentro de Venezuela de manera radical; en el exterior ha sido mantenido, lánguidamente en los tiempos recientes, por EE UU y Colombia. Hay países que EE UU quiere que estén en la cumbre –México en primer lugar- pero López Obrador ha dicho que no acepta la exclusión de Cuba y otros que no aceptan la presencia de Guaidó. De tal manera que esa cumbre está enredada.

¿Qué peso tiene actualmente la administración Biden entre los países de América del Sur?

Mi impresión es que les importa América Latina y el Caribe en términos conceptuales, pero en términos políticos prácticos no están claros en los objetivos, los aliados y el trato hacia los enemigos. Una política que pasa, por ejemplo, de plantear la salida de Maduro del poder a negociar con él en sus términos, no aclara nada sino que confunde todo. Haber forzado la lucha que inicialmente enarboló Guaidó del “cese de la usurpación”, la salida del régimen encabezado por Maduro, a la negociación para obtener de ese régimen “elecciones libres y limpias” implica un giro que no ha sido asimilado todavía por quienes luchan por la libertad en Venezuela.

Juan González que es el principal asesor del presidente Biden para la región, tiene sensibilidad latinoamericana, pero no parece haber podido articular una política visible, orgánica y exitosa. Sin embargo, la cumbre próxima, con todos sus riesgos, puede servir más que para cada país de América Latina para que EEUU organice su visión y políticas.

La posible victoria de Petro en Colombia reforzaría el giro progresista en la región. ¿Cree que América Latina seguirá igual de dividida al margen de la tendencia de los gobiernos?

El término “progresista” quiere decir muchas cosas a la vez y varias de ellas contradictorias. El “progresismo” suele ser sinónimo de “izquierda”, concepto también muy cuestionado en América Latina donde la línea horizontal que va de izquierdas a derechas ha sido superada por la vertical desde autoritarismos en un extremo, hasta liberalismo, libertarianismo o democracias plenas, en el otro. En cualquier caso, la trayectoria de Petro, sus aliados dentro y fuera de Colombia, y su actitud en la campaña electoral hasta la primera vuelta, lo muestran más del lado del extremismo de izquierda del cual viene que del lado de la izquierda moderada, incluso la que compitió con él y el ingeniero Hernández. No veo a Boric, Fernández y López Obrador en comparsa con Petro, pero peores cosas se han visto…

¿Cuba sigue siendo un factor muy divisivo entre Washington y el resto de países del sur?

Cuba es el elefante en la cristalería, de acuerdo al manido recurso para evidenciar un gran y desatendido problema. En toda la región y en el Departamento de Estado hay posiciones divididas en relación con el régimen cubano sobre la mejor forma de impulsar la apertura y obtener algunas concesiones como la liberta de los presos políticos. Hay quienes piensan que deben fortalecerse el cerco y otros sostienen que el diálogo es la mejor manera de obtener algunos, aunque magros resultados. Ninguna de esas dos políticas ha obtenido los resultados que se ha propuesto, lo cual debería llevar a replantear los fundamentos de cómo lidiar con un régimen tiránico estabilizado a través de una dura e inclemente represión. Desde luego también hay gobiernos –por ahora escasos- que estiman que la salida de los regímenes cubano, venezolano y nicaragüense es la solución más profunda y de largo plazo. Las divisiones en esta como en otras materias no son entre países sino entre posiciones políticas que a veces atraviesan a los propios gobiernos.