Nacionalismos

Antonella Marty: “Milei gobierna en Argentina como un adolescente"

La politóloga liberal publica el ensayo "Ideologías" y arremete contra Javier Milei y los líderes que "van contra el liberalismo"

Antonella Marty, escritora
La politóloga argentina Antonella MartyCedida

Muchas de las grandes ideologías del siglo XIX no han muerto, pero el tiempo las ha deformado y travestido a conveniencia de los nuevos líderes populistas que en el mundo han surgido. Así piensa la politóloga Antonella Marty (Buenos Aires, 32 años), que decidió escribir un ensayo para explicar el origen y la evolución de conceptos como "liberalismo", "socialismo", "conservadurismo", "fascismo" o "libertarismo" y poner un poco de orden en la biblioteca de las ideas políticas. La autora ha estado recientemente en Madrid para presentar "Ideologías" (editorial Deusto) en la Fundación Rafael del Pino. Autora de "El manual liberal" (2021) y "Todo lo que necesitas saber sobre…" (2022), Marty se ha convertido en un azote para líderes como su presidente Javier Milei, de quien afirma que gobierna como un adolescente.

Javier Milei se ve como un auténtico liberal. En cambio, usted dice que él representa la unión de política y religión. ¿Cuál es su visión del presidente argentino?

Milei, como Bolsonaro, Bukele y Trump es un populista de derechas con una necesidad constante de aprobación y con un marcado narcisismo. Hay en Milei una cosa mística que recurre a la religión. Por tanto, yo no lo considero liberal. Si nos vamos al origen del liberalismo con la mayor honestidad intelectual, vemos que nace rompiendo la relación entre el poder y la religión. Y eso es lo que hoy viene a presentar Milei, quien en sus propias palabras dice que representa las fuerzas del cielo, y que se comunica de una manera directa con Dios y que Dios le dice que su misión es combatir las fuerzas del maligno en la tierra. De lo que menos habla Milei es de libertad, de autonomía, de que cada persona pueda tomar una decisión por sí misma. Milei ha formado un gobierno que tiene a más de 40 peronistas dentro, con gran parte de esa casta de la que él habla en su gabinete, incluso gente que él ha criticado. Milei es una persona que gobierna como un adolescente, no termina de ser consciente de la figura de la que está a cargo. Además, gobierna con esta forma de violencia y de agresión y confrontación permanentes que le lleva a decir que el Congreso es un nido de ratas. En una relación permanente de conflicto con todos. Se ha peleado hasta con quien fue su mentor, Ricardo López Murphy, uno de los principales liberales clásicos más conocidos de Latinoamérica.

¿Cuál es el mayor peligro que afrontan las democracias?

El gran peligro es el auge del nacionalismo, y hoy con mayor potencia el nacionalismo de derechas, el que se intenta unir religión y poder y que tiene como vehículo un modo de gobernar antidemocrático que se llama populismo. Además del narcisismo, lo que identifica al mesías es que divide a la sociedad entre ellos y nosotros, crea enemigos a los que siempre hay que combatir. Otra característica es esa búsqueda que tienen de una pureza, creen que el mundo se está contaminando de lo que ellos llaman marxismo cultural, que no es otra cosa que todo lo que va en contra de la moral religiosa puntual que ellos quieren imponer a través del Estado y que la titulan como batalla cultural, que en realidad es una cruzada moral, porque en la batalla cultural no hay ningún interés por la cultura, por la antropología, la arquitectura o la música. Y cuando decimos batalla cultural también es una contradicción en términos, porque la batalla es un término bélico y la cultura es un orden espontáneo.

¿Cuál es el fantasma recurrente que esgrimen estos líderes populistas?

Uno de ellos es el feminismo, que curiosamente lo que ha hecho desde la primera hasta la última ola es hablar en nombre de las mujeres en Occidente. Pero este Occidente del que tanto hablan los populistas de derecha es el previo a la Ilustración, no el que viene después. Ellos defienden un intento de retorno de resistencia frente a los avances y las libertades civiles individuales y que ellos lo llaman marxismo, porque tienen la mentalidad en la Guerra Fría. Pero en realidad no estamos hablando ni de socialismo, ni de comunismo. Comunistas hoy solo quedan dos países que ni siquiera hablan de Marx, hablan de la patria o muerte, que es básicamente el mismo mensaje que te puede dar hoy Marine Le Pen, Santiago Abascal, pero también Nicolás Maduro.

¿No cree que sin el proceso de globalización que se ha vivido desde los años noventa hasta ahora no se habría producido ese movimiento pendular hacia el nacionalismo?

Sí, ellos hablan de globalismo como el demonio. Es otra vez la construcción de los fantasmas que nunca existen. Frente a ello defienden el nacionalismo, que es el miedo al otro, a lo distinto. El nacionalismo es el culto al colectivismo, la exaltación de la nación. Es el “somos” por encima del “soy”. Forma parte de este proceso de reacción frente a cualquier apertura que se ha visto a lo largo de los milenios. Hay una parte que piensa que el mundo estaba mejor antes cuando era un mundo cerrado. Y ahí entra otra vez el proceso religioso como toma de poder, incluso en un momento en el que tenemos sociedades que son cada vez más laicas y en las que la religión ha dejado de ser una guía moral para vivir la vida.

¿Es el gran argumento de la izquierda para atraer votos en Europa su capacidad para frenar la extrema derecha, como esgrime Pedro Sánchez? ¿Qué ideología introduce más en su discurso el concepto de revolución?

La extrema derecha se postula como una especie de revolución o una sacudida muy importante. Este es un discurso que tradicionalmente siempre ha sido de la izquierda. Desde el discurso económico, esta nueva derecha es muy contradictoria. Milei dice una cosa cuando sale de Argentina muy distinta de la que defiende dentro de su país. En el foro de Davos habla a favor de los empresarios y del capitalismo, pero al día siguiente regresa a casa y sube los impuestos a las exportaciones de soja, a la gasolina, al maíz, y a muchos otros productos, y no termina de eliminar el cepo cambiario, que era una de las medidas principales que cualquier gobierno que apuesta por la libertad económica tiene que hacer. Recuerdo que hace un par de años escuchaba acá a Jorge Buxadé, de Vox, diciendo que no quería ver una M de McDonald's porque eso le generaba rechazo. Resulta que al final terminan siendo proteccionistas y convirtiéndose en lo mismo que ellos critican de los socialistas. La parte revolucionaria, en todo caso, está en su capacidad de movilizar a las masas y de alimentar el espíritu tribal del ser humano, que atenta contra la democracia. El ejemplo más claro fue la toma del Capitolio el 6 de enero en Estados Unidos, algo que después se termina replicando en América Latina con el caso de Brasil.

La derecha siempre ha presumido de gestionar mejor la economía, pero en Brasil, Bolsonaro no generó el crecimiento deseado. De hecho, volvió a ganar Lula da Silva, un personaje que suscita mucha polarización en su país. ¿Cómo ve Brasil con respecto a Argentina ahora?

El Brasil de Lula ahora está dando mejores resultados comparado con la economía de Argentina. Brasil está atrayendo más inversión y creando más empleo. Ya no sé qué tanto en Argentina se le puede reprochar al gobierno anterior. El otro día se le acercó un señor mayor a Milei para decirle, “presidente, no llego a fin de mes”. Y la respuesta de Milei fue la siguiente, “si no llegaras a fin de mes estarías muerto”. Esta respuesta muestra a un presidente que está totalmente desconectado.

¿Cree que la derecha clásica liberal se va a acabar uniendo y aceptando el discurso de estas otras derechas extremistas?

Los políticos que quedaron afuera y a los que se les tambaleó el tablero político de los partidos tradicionales por la llegada de estos “outsiders” están tratando de competir para ver quién es el más macho alfa y el que más discurso de odio tiene. Uno de sus argumentos, además de la batalla cultural, es lo que ellos llaman el “derecho a ofender”, que para mí no existe, no hay tal cosa como un derecho a ofender. Una cosa es la libertad de expresión y otra cosa es creer que puedes insultar al otro.

¿El fascismo como sistema político puede resucitar en un futuro con otros matices frente al que emergió en la Europa de los años 20 y 30 del siglo XX?

Sí, definitivamente, puede pasar porque nunca estamos a salvo de las malas ideas y menos de las ideas colectivistas que apelan al espíritu de la tribu, de la nación y la pureza. Siempre va a existir ese poder. ¿Por qué? Porque siempre va a haber una facción que se rebele y que se resista al cambio, la resistencia al cambio forma parte de la historia del ser humano. Muchas veces se cree que, tras la Segunda Guerra Mundial, el nazismo desapareció, que los nazis desaparecieron, pero lo cierto es que hay mucha gente que sigue celebrando esas posturas; lo vemos en muchos movimientos neonazis del mundo. Yo creo que tenemos que defender una sociedad más abierta y empática, en la que nadie te diga cómo tienes que vivir tu vida y en la que no sea necesario combatir al otro.