Catástrofe natural
Asciende a 400 el número de fallecidos por las inundaciones en República Democrática del Congo
Las inundaciones también han destruido hasta 5.000 viviendas en Ruanda
Las casas sin tejado, los árboles sin tronco, sillas partidas y semienterradas en el lodazal, los centenares de cuerpos por identificar, traumas compartidos. Todo está cubierto de un barro pringoso en las localidades afectadas debido a las inundaciones propiciadas por las lluvias en Kivu Sur (República Democrática del Congo) desde el jueves de la semana pasada. Escombros repartidos por los caminos como semillas de piedra, lágrimas que no llegan a despegar del sudor de los rostros. La cifra oficial ha ascendido en las últimas veinticuatro horas hasta rozar las cuatrocientas víctimas mortales en el territorio de Kahele, a las orillas del lago Kivu. Es un largo camino desde las 176 contabilizadas el pasado viernes, aunque las imágenes compartidas a los medios de comunicación hacen temer que la cuenta de fallecidos continúe en los próximos días.
La época de lluvias ha golpeado con fuerza en Ruanda y en el este de República del Congo. La tierra arcillosa no ha conseguido soportar el peso del agua y la última semana consistió en una sucesión de inundaciones y grandes desprendimientos de tierra: miles de viviendas han sido arrasadas en ambos países, llevándose consigo a sus inquilinos. En Ruanda se calculan cinco mil viviendas destruidas y 130 fallecidos por la catástrofe; en Congo, las cifras no dejan de aumentar.
La época de lluvias, que comenzó en el mes de marzo y concluirá este mismo mes de mayo, ha traído engaños en esta ocasión. Los ríos Nyamukubi y Chishova se hincharon más de lo debido. La fuerza de las riadas arrastró consigo los hogares pero también las vallas que delimitan los terrenos, los mástiles de las banderas de los colegios, los bares y las tiendas de alimentación, establos y paradas de autobús, localidades enteras que ahora se llevan las manos a la cabeza mientras observan sus puntos de referencia desordenados por el agua. Algo así ha ocurrido en la localidad de Nyamukubi, a las orillas del río del mismo nombre y donde cientos de hogares se evaporaron en pocos minutos. Los locales no saben distinguir ahora cuáles son los terrenos de cada uno; donde antes hubo una roca o un árbol que determinaba la propiedad de uno u otro, ahora miran muñones de tierra que sangran del color del barro.
Mucho más que un cambio climático
Un miembro del gobierno local de Bakenge dijo a AP que “esta es la cuarta vez que los mismos ríos causan este daño. No pasan diez años sin que hagan un daño enorme”. Frente a las palabras del secretario general de la ONU, Antonio Guterres, donde se limitó a culpar lo ocurrido “al cambio climático de lo ocurrido”, la realidad es que las inundaciones en el Congo llevan sucediéndose desde que los ríos tienen memoria. En 1908, 1962 y 1999, por ejemplo, ocurrieron sendos desbordamientos en el río que da nombre a esta nación, provocando la muerte de centenares de personas y el desplazamiento de decenas de miles.
Al igual que ocurre en Nigeria o Senegal, el problema no viene en exclusiva de la mano de un cambio climático, sino de la pésima calidad de los hogares construidos con chapa, madera y ladrillos baratos que son incapaces de resistir la furia de una riada. Los sistemas de drenaje habilitados en los núcleos urbanos, de una calidad igualmente mediocre, tampoco facilitan la gestión de las inundaciones periódicas que siguen a las épocas de lluvias.
La escasez de medios del gobierno congoleño para hacer frente a la crisis ha llevado a enterrar a las víctimas en fosas comunes, una escena que ha indignado a la población local. Las fotografías de las víctimas empaquetadas en bolsas grises y apiladas con cuidado han cruzado todo el país, que celebrará sus elecciones generales este mismo mes de diciembre.
Cabe a recordar que los habitantes del este de RDC están inmersos no sólo en este diluvio, sino también en un prolongado conflicto motivado por los recursos naturales y que ha traído hasta la zona a militares de decenas de países para combatir la presencia de más de 130 grupos armados, entre los que se incluyen el M-23 (una milicia tutsi financiada por Ruanda), la CODECO (un grupo perteneciente a la etnia lendu que sólo en el mes de abril asesinó a 85 personas) y filiales del Estado Islámico. La zona afectada por las inundaciones cuenta además con la intervención de cascos azules pakistaníes integrados en la MONUSCO, la misión de Naciones Unidas en el país, y se encuentra próxima a las ambicionadas minas de coltán junto a la ciudad de Goma.
El presidente del Gobierno congoleño ha declarado un día de luto nacional por las víctimas.
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