Oriente Medio
Los ayatolás intensifican la represión contra los deportistas iraníes
El régimen condena al futbolista Amir Nasr Azadani a 26 años de cárcel por participar en las protestas
El futbolista iraní Amir Nasr Azadani, cuya posible condena de muerte desató la ira internacional de deportistas y artistas de renombre internacional, finalmente se librará de la horca. No obstante, no fue absuelto del crimen de moharabeh(crimen contra Dios), y deberá cumplir una pena de cárcel de 26 años de prisión.
El joven futbolista está acusado de participar en la muerte de tres miembros de las fuerzas de seguridad del régimen, así como pertenencia a grupos ilegales y conspiración para cometer delitos en Isfahán, su ciudad natal. Además del caso del mediático jugador, permanecen detenidos decenas de deportistas. El motivo: mostrar solidaridad con la revolución de las mujeres, que exige la caída del régimen de los ayatolás tras la muerte de Masha Amini, fallecida bajo custodia policial por vestir inapropiadamente el velo islámico.
Como en condenas y ejecuciones previas, activistas locales denuncian que su confesión del crimen se hizo bajo coacción, y bajo amenazas a sus familiares para que permanezcan en silencio. Otros tres manifestantes que también fueron juzgados en la misma sala recibieron la pena capital, en un juicio tildado de vergüenza por grupos pro derechos humanos.
“Conociendo su carácter, puede ser que se manifestara junto a sus amigos para pedir derechos básicos y libertad para las mujeres, porque es una persona que se preocupa por los demás. Pero no lo veo emprendiendo un crimen contra Dios ni actos violentos”, declaró Sebastian Strandvall, ex compañero de equipo del jugador.
La noticia llega dos días después de la ejecución de otros dos jóvenes, Mohammad Mehdi y Mahammad Hosseini, por presuntamente matar a un paramilitar Basij. Desde el inicio de las protestas en setiembre, ya son cuatro personas ejecutadas tras recibir la pena capital, una condena emitida ya contra 16 personas. Pese a la dificultad de mantener una contabilidad fidedigna por la censura, se estima que más de 500 manifestantes han sido abatidos por las fuerzas represivas del régimen, y unos 20.000 habrían sido detenidos.
Mientras en Teherán y otras ciudades cada vez son más habituales las imágenes de mujeres paseando por las calles con el pelo descubierto, el régimen de los ayatolás sigue actuando brutalmente contra su propia población para intentar frenar la revuelta. Saleh Mirhashemi, Majid Kazemi y Saeed Yaqoubi, los sentenciados a muerte junto al futbolista, probablemente serán juzgados sin posibilidad de elegir a sus propios abogados, ni podrán ver las evidencias por las que se les acusa.
Según el medio anti-régimen “IranWire”, Amir Nasr Azadani –detenido el 24 de noviembre- sí formó parte de las manifestaciones, pero en ningún caso estuvo cerca de la zona donde se produjeron las muertes de los agentes. Poco después, las autoridades avisaron a sus familiares que si hacían declaraciones ante la prensa extranjera recibiría la pena de muerte inmediatamente.
Los juicios y ahorcamientos, que en algunos casos se produjeron públicamente desde lo alto de grúas, fueron catalogados por Amnistía Internacional como “farsas” o “injustas venganzas”. Pese a las posibles consecuencias de hablar sin tapujos, muchos futbolistas iraníes pidieron la libertad para Azadani.
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