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Asesinada una profesora en Siria por razones sectarias
La joven, perteneciente a la minoría alauí, fue atacada en Homs por un hombre vinculado al nuevo aparato de seguridad

En un goteo que no cesa, las minorías continúan sufriendo en sus carnes episodios de violencia en Siria. La semana pasada, dos personas -una profesora de primaria y su hermana, naturales y residentes en Homs- pertenecientes a la comunidad etnorreligiosa alauí -la misma comunidad de la que eran miembros los cargos más importantes del anterior régimen, incluido el clan Asad- fueron objeto de un ataque a la postre mortal.
Desde hace once meses, una amalgama de entidades islamistas radicales cuando no yihadistas -reunidas bajo las siglas Hayat Tahrir al Sham (HTS)- alcanzaron Damasco en una fulgurante operación militar que provocó el desmoronamiento de la dictadura baazista en tiempo récord. Prometen proteger a las minorías de un país-mosaico como Siria, pero la realidad del último año es que el Gobierno interino no ha sido capaz de poner coto -una parte de la población les acusa directamente de complicidad- a la violencia perpetrada por milicias o individuos ideológicamente afines.
Junto a los drusos (víctimas de dos graves episodios de violencia en mayo y julio), los alauíes -una minoría emparentada con el chiismo que los sectores más radicales del islam suní, ampliamente mayoritario en Siria, consideran una herejía- se han llevado la peor parte en los últimos meses. Aunque en una escala mucho menor, también los cristianos -que apenas representan entre el 1 y el 2% de la población siria- han sido objeto de actos de discriminación o violencia.
Riham Nizar Hamouda, de 32 años, fue sorprendida el día 24 de octubre y sucumbió a sus heridas después de que un desconocido lanzara dos granadas de mano contra su vivienda en el barrio de Al Waleed de Homs, según informaba la pasada semana la Red Siria para los Derechos Humanos y recogían medios locales. La finada era natural de la pequeña localidad de Zama, en la provincia de Jableh.
La joven, madre de dos pequeños, trabajaba como profesora de infantil en la escuela Sabea Rajoub de Homs, una de las ciudades más diversas de Siria y también más destruidas después de catorce años de violencia. En el ataque resultó herida de gravedad su amiga Sara Muhammad Hamidoosh. Fuentes locales aseguran que la policía de Homs admite no haber encontrado aún al autor del crimen, pero medios locales aseguran que trata de elementos vinculados a los islamistas radicales ahora en control de Siria.
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una ONG con sede en el Reino Unido y una amplia red de colaboradores sobre el terreno, un total de 57 personas pertenecientes a este grupo etnorreligioso -que representa el 10% de la población siria y es mayoritario en las provincias del litoral- murieron en Siria en ataque similares solo en el mes de octubre. Casi dos decenas de estas víctimas -entre ellas un niño- perecieron, según la misma organización no gubernamental, en Homs.
El 7 de octubre otra profesora perteneciente al mismo grupo étnico y religioso fue asesinada de un tiro delante de su escuela en Homs. El 20 de octubre, un guardia de seguridad que trabajaba para la representación de la ONU en la ciudad era abatido a tiros por un grupo de desconocidos. Al día siguiente, una joven alauí fue asesinada y su hermana herida por fuego de un grupo afiliado al nuevo régimen en la misma ciudad, según Syria Justice Archive (una plataforma dedicada a documentar violaciones de derechos humanos en el país). El mismo día se identificaba el cuerpo de un joven alauí en el hospital Al Waer de Homs tras haber sido asesinado en el barrio de Al Qarabis.
El año en su conjunto, en suma, está siendo nefasto para la minoría alauí. A escala nacional, las pérdidas humanas en el seno de la comunidad alauí se cuentan por centenares desde comienzos de 2025. Sólo en los días fatídicos del 7 al 10 de marzo, cuando fuerzas gubernamentales o emparentadas con el mismo irrumpieron en más de una treintena de localidades de mayoría alauí en el oeste del país con la intención de tomarse la justicia por su mano contra grupos armados vinculados al régimen de Asad.
La operación fue respondida por grupos armados leales a la depuesta dictadura. El episodio de violencia, uno de los peores desde diciembre del año pasado, costó la vida a más de 1.400 personas, la gran mayoría civiles y casi un centenar de ellos mujeres. Muchos de ellos fueron torturados y ejecutados de manera brutal. Si estos crímenes se han cebado con los varones alauíes, a finales del pasado mes de abril se contabilizaban en cinco decenas las mujeres pertenecientes al citado grupo etnorreligioso desaparecidas de sus domicilios por razones poco claras.
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