Guerra Fría

Xi confía en un "progreso" en las relaciones entre EE UU y China después de su encuentro "positivo" con Blinken

Pekín y Washington ponen freno a la espiral de desencuentros y retoman el diálogo bilateral sin descartar una próxima reunión entre los dos presidentes

La primera misión en cinco años de un secretario de Estado estadounidense a Pekín transcurrió mejor de lo esperado, coronada por las conversaciones con el presidente chino, Xi Jinping. La esperada audiencia del líder chino con Antony Blinken se celebró finalmente la tarde del lunes en el Gran Salón del Pueblo, en la plaza de Tiananmen. Un encuentro que se mantuvo en secreto hasta el último momento, tras una misión de dos días que se valora como un pequeño avance hacia el camino de la distensión y la estabilización de unas relaciones extremadamente deterioradas.

Se trató de una reunión inusual desde el punto de vista del protocolo, además Pekín no confirmó la posibilidad de tal encuentro hasta 45 minutos antes del mismo, por lo que se ha interpretado como un gesto especial. Cualquier negativa por parte de Xi habría supuesto un revés en el esfuerzo por restablecer y mantener altos niveles de comunicación entre ambos países.

Estas conversaciones para volver a tejer los hilos de una relación resquebrajada, fueron calificadas de "constructivas" por ambas partes. Así, el presidente chino destacó los "progresos" y los "puntos en común" entre Pekín y Washington. Xi detalló que China había "aclarado sus posiciones", que "las dos partes mantuvieron conversaciones francas y en profundidad" y que "acordaron seguir los entendimientos que el presidente Biden y él mismo alcanzaron en Bali". En la bilateral celebrada al margen del G20 indonesio en noviembre, los dos mandatarios fijaron tres puntos en particular: la línea roja sobre Taiwán, el no retorno a la Guerra Fría y la escalada en Ucrania. Las partes, según Xi, también avanzaron "y llegaron a un acuerdo sobre algunas cuestiones específicas". Sin embargo, no detalló de qué asuntos se trata.

La parte estadounidense aseguró que acatará el compromiso del presidente Biden de no buscar una "nueva Guerra Fría", de no tratar de cambiar el sistema chino, de no tratar de reforzar las alianzas contra China, de no apoyar la "independencia de Taiwán" y de no entrar en conflicto con el gigante asiático. Además, espera un compromiso de alto nivel con la parte china.

Blinken aseveró que ambos quieren "estabilizar" sus relaciones, pero se mostró " realista" sobre los profundos desacuerdos bilaterales. "No nos hacemos ilusiones sobre los retos a futuro. Hay muchos asuntos en los que discrepamos profundamente", afirmó, expresando su preocupación por las acciones "provocadoras" en el estrecho de Taiwán, por la posible venta de armas a Rusia, y por las cuestiones de Xinjiang, Tíbet y Hong Kong.

No armar a Rusia

"Nosotros y otros países hemos recibido garantías de China de que no proporciona ni proporcionará apoyo letal a Rusia. Lo agradecemos", declaró en una rueda de prensa en Pekín. Blinken calificó de "importante" esa política de China y señaló que hasta ahora EE UU no ha visto "ninguna prueba que pueda contradecir" las garantías chinas. Además, mostró su preocupación por que empresas chinas puedan estar suministrando tecnología a Rusia y por ello instó a Pekín a "estar vigilante". En cuanto a Taiwán, Estados Unidos insistió en que no ha cambiado su postura y respeta el principio de "una sola China", y "no apoyan la independencia de Taiwán.

Han sido dos intensas jornadas de reuniones sin triunfalismos, pero con el deseo de poder restablecer, sobre una base mutuamente beneficiosa, un diálogo que por el momento sólo parece "forzado". Una comunicación indispensable para evitar "errores de cálculo", es decir, poner fin a la espiral de enemistad y provocaciones que hacían temer graves enfrentamientos, incluso militares.

Seis horas con Qin Gang

Más de seis horas duró la primera cita de Blinken con su homólogo chino, Qin Gang, el domingo en la casa de huéspedes estatal china Diaoyutai. Fue un signo de los esfuerzos desplegados para reavivar los canales de comunicación inactivos. Más aún cuando ninguna de las partes se apresuró a hacer declaraciones públicas posteriores. En su lugar, hablaron de "conversaciones abiertas, francas y constructivas para reducir el riesgo de percepciones erróneas y errores de cálculo". No obstante, ambos afirmaron que los avances en las cuestiones que les dividen siguen siendo escasos, mientras que el Ministerio de Exteriores chino afirmó, en tono gélido, que "las relaciones sino-estadounidenses se encuentran en su punto más bajo desde su establecimiento en 1979".

En su segundo día de visita, Blinken se entrevistó con el máximo responsable de la política exterior china, Wang Yi. El secretario de Estado invitó a su homólogo a una nueva reunión en Washington y éste aceptó. Un resquicio de esperanza, si se atiende además a la motivación dada por el establishment chino que afirmó que “es preciso ser responsables ante el pueblo, ante la historia y ante el mundo, invertir la espiral descendente de las relaciones chino-estadounidenses, promover el retorno a una senda sana y estable, y trabajar juntos para encontrar el camino correcto, para que, en la nueva era, la convivencia sea fluida”.

China considera que la Casa Blanca “tiene una percepción equivocada y que, a través de una comprensión objetiva del país asiático, deben reflexionar con calma y profesionalidad para evitar accidentes estratégicos”.

Taiwán en el centro de la disputa

Hasta ahora los continuos choques han tenido como epicentro la disputa sobre Taiwán. El principio de "una sola China" es una línea roja para Pekín, que también fue defendido por Estados Unidos en el pasado. Aunque en un segundo plano, además de la guerra en Ucrania y las relaciones con Rusia, ha ido emergiendo la realidad de un conflicto tecnológico y comercial global. Con todo, las dos potencias habían entrado en un violento rumbo de colisión.

China no cede ni un ápice en su pretensión de unificar Taiwán. Por ello, en esta ocasión Wang Yi fue tajante. Exigió a EEUU que deje de especular con la "teoría de la amenaza china", “levante las sanciones unilaterales ilegales, abandone su supresión del desarrollo científico y tecnológico chino y se abstenga de interferir arbitrariamente en sus asuntos internos”. Se centró sobre todo en la esencia de la cuestión de Taiwán, subrayando que “salvaguardar la unidad nacional es siempre el núcleo de sus intereses esenciales y la misión histórica del Partido Comunista Chino”. En esta cuestión, China no tiene margen para compromisos ni concesiones. “La parte estadounidense debe adherirse realmente al principio de una sola China, tal y como se define en los tres comunicados conjuntos de sus naciones, respetar la soberanía y la integridad territorial de China y oponerse claramente a la independencia de Taiwán".

Ahora bien, los puntos por aclarar y las brechas por salvar continúan existiendo con una visión de futuro complicada de conciliar. Por un lado, está China, una potencia emergente que aspira a un nuevo orden mundial que vaya más allá del actual sistema unipolar que ve a Estados Unidos como potencia hegemónica. Por otro, Washington, que en cambio quiere preservar el statu quo, frenando el ascenso de Pekín y otros países emergentes.