
Giro político
Takaichi, al borde del poder tras un pacto inédito en Tokio
La alianza entre el Partido Liberal Democrático y el Japan Innovation Party redefine el equilibrio político

Japón entra en una inusitada nueva era de poder. El Partido Liberal Democrático (PLD) y el Japan Innovation Party (JIP) sellaron en Tokio un acuerdo de coalición que anticipa la llegada casi segura de Sanae Takaichi a la jefatura del Gobierno. Si su investidura se materializa, no solo superará barreras invisibles históricas como primera mujer en dirigir el Ejecutivo nipón, además simbolizará la consolidación de una nueva ortodoxia conservadora, más cohesionada, más pragmática y menos dependiente de viejos equilibrios.
El sorprendente pacto se fraguó en el límite del calendario y tras días de conversaciones frenéticas, filtraciones y resistencias dentro del propio PLD. Takaichi había quedado políticamente acorralada desde la ruptura con su socio tradicional, el Komeito, un golpe que amenazó con fracturar la estabilidad parlamentaria. La alianza con el JIP —una fuerza reformista, de discurso tecnocrático y ambiciones nacionales nacida en Osaka— restituye al Gobierno una mayoría sólida y redibuja el eje del poder en el archipiélago, desplazando el centro de gravedad hacia una derecha más autónoma frente a las élites burocráticas de Tokio.
El nuevo bloque simboliza la "emergencia" de esa derecha tecnocrática y nacionalista, destinada a marcar el curso político de los próximos años. Su prioridad inmediata será recuperar la iniciativa estratégica frente al estancamiento económico y el declive demográfico, pero también reafirmar el papel del país del Sol Naciente en un entorno geopolítico dominado por la rivalidad entre China y Estados Unidos.
Takaichi encarna esa apuesta. Apegada a la ortodoxia del poder, pero con una determinación insólita, aspira a convertir la resiliencia en doctrina de Estado. Sus críticos advierten, sin embargo, del riesgo de un rearme ideológico que podría endurecer la línea nacionalista del PLD y tensar los equilibrios con sus socios más moderados.
“Japón está en un callejón sin salida”
El gobernador de Osaka y líder del JIP, Hirofumi Yoshimura, confirmó que telefoneó a Takaichi el lunes por la mañana para transmitirle la decisión de su partido. “Le dije: empujemos a Japón hacia adelante juntos”, explicó el dirigente durante una comparecencia en Osaka. Horas más tarde, al firmar el entendimiento en Tokio, añadió un matiz de advertencia: “Integrarnos en el bloque gobernante implica una enorme responsabilidad. Si nadie asume este riesgo, Japón no encontrará una salida de este punto muerto. ”En su perfil de la red social X, Yoshimura fue aún más explícito: “Daremos un paso adelante, por Japón, por la aplicación real de las políticas y por una sociedad que necesita avanzar.”
La coalición, en la práctica, garantiza que los 35 diputados y 19 senadores del JIP votarán este martes a favor de Takaichi en la elección parlamentaria. El respaldo sellará formalmente su investidura y cerrará la crisis abierta tras la salida de su antiguo aliado, el Komeito.
Un acuerdo con condiciones y límites
La sintonía entre ambas facciones no ha sido sencilla. Fuentes de la negociación señalan que las conversaciones se prolongaron hasta última hora por las discrepancias en dos puntos sensibles: la prohibición de donaciones políticas de empresas y la eliminación temporal del impuesto al consumo sobre los alimentos. El JIP presionó para avanzar en ambas medidas, pero el PLD —principal beneficiario de aportes corporativos y garante del sistema fiscal que financia las pensiones— se resistió a asumir compromisos inmediatos.
El texto final establece que ambas cuestiones serán debatidas en sendos comités conjuntos antes de septiembre de 2027, coincidiendo con el final del mandato de Takaichi como presidenta del PLD.
La coalición, no obstante, logró consensuar otros puntos: un plan para reducir en un 10 % el número de escaños en la Dieta, la reforma del sistema de seguridad social y, sobre todo, la creación de una “segunda capital” para descongestionar Tokio. Este último punto, una vieja aspiración del JIP, apunta a transformar Osaka en un núcleo político-administrativo complementario de la capital, reforzando la descentralización del poder económico. “Esperamos aprobar la ley de la capital secundaria durante la próxima sesión ordinaria del Parlamento, a comienzos del año que viene”, anunció Yoshimura.
Es "la alianza más insólita en la política nipona", afirmó Michael Cucek, experto en Estudios Asiáticos de la Universidad de Temple en Tokio. En un análisis contundente, Cucek señaló que la JIP no logra beneficios tangibles: "Sin cargos ministeriales sólo obtiene promesas de políticas que el PLD difícilmente cumplirá". El académico recordó que la JIP ya fue "engañada" por el ex primer ministro Fumio Kishida, quien en 2024 prometió reformar la ley de control de fondos políticos a cambio de apoyo parlamentario, pero incumplió. Ahora, la JIP insiste en esa misma enmienda, con nuevas garantías del PLD que Cucek tilda de ilusorias: "No aprendieron. Hace poco no lograron nada y ahora tampoco lo harán"
Sin ministerios... por ahora
Aunque Takaichi ofreció al JIP “varias carteras ministeriales” para consolidar la alianza, el partido reformista se ha mostrado reacio a integrarse formalmente en el Gabinete. “Es pronto para asumir cargos ejecutivos”, afirmaron fuentes cercanas a la dirección del JIP. El exlíder Nobuyuki Baba fue aún más directo: “Nadie expresó el deseo de ocupar un puesto ministerial en la administración Takaichi.” A cambio, Hiroshi Kajiyama, responsable de Asuntos Parlamentarios del PLD, y su homólogo del JIP, Takashi Endo —una de las figuras clave del entendimiento— acordaron crear un grupo de trabajo permanente para coordinar la agenda legislativa y los próximos pasos de la coalición. Endo, según fuentes parlamentarias, figura en las quinielas para convertirse en asesor cercano de la nueva primera ministra.
La ortodoxa que rompe el techo de cristal
El ascenso de Takaichi será emblemático. Puede ascender a primera dama para comandar el Estado, pero su perfil poco tiene de rupturista. Conservadora férrea, admiradora declarada de Shinzo Abe y defensora de la reforma constitucional que permita ampliar las capacidades de defensa del país, ha forjado una reputación de disciplina y control absoluto sobre los resortes de poder.
Nacida en la prefectura de Nara y graduada en políticas públicas en el Instituto Matsushita, comenzó su carrera política en 1993 tras una breve estancia en Estados Unidos, donde trabajó como asistente de una congresista republicana de Hawái. Tiene fama de trabajadora infatigable, devota del béisbol —es hincha de los Hanshin Tigers— y de la música heavy; en su época universitaria tocaba la batería en un grupo amateur. En su escritorio, cuentan sus colaboradores, conserva un pequeño reloj antiguo que perteneció a su padre, símbolo de su obsesión por la puntualidad: “Cada minuto cuenta”, suele decir en campaña.
Conserva también rituales personales llamativos. Antes de cada votación decisiva, se pone los auriculares y escucha Smoke on the Water, de Deep Purple. “Me tranquiliza la mente”, explicó en una entrevista televisiva hace unos años.
Un nuevo equilibrio político
La alianza PLD-JIP inaugura un rediseño de poder que refleja tanto la fatiga del electorado como la necesidad de preservar la estabilidad económica. Tras dos décadas de dominio casi ininterrumpido del PLD, el país asiste al nacimiento de un modelo de cooperación híbrido: un bloque hegemónico sostenido por una fuerza reformista que promete fiscalizar desde dentro.
No faltan voces escépticas. Analistas advierten que la entente podría ser efímera si el JIP percibe desgaste entre su base en Osaka, donde ha construido su identidad sobre el rechazo al centralismo tokiota. Otros, sin embargo, lo interpretan como un gesto de madurez institucional. “Por primera vez, una fuerza nueva entra al gobierno no para destruir, sino para corregir”, resume el profesor Kenta Moriyama, de la Universidad de Keio.
La votación de este martes en la Dieta convertirá casi con certeza a la Dama de hierro en la 102.ª primera ministra de Japón. Será también, inevitablemente, el inicio de una nueva etapa, en la que la líder de origen humilde que siempre quiso “administrar Japón con precisión mecánica” deberá demostrar que sabe también mover las palancas de la política con pulso humano.
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