Estados Unidos
Baltimore vive una oleada de violencia sin precedentes tras la muerte de Gray
La crisis que vive la mayor ciudad del estado de Maryland desde hace más de dos meses se ha traducido en la destitución del jefe de Policía, Anthony Batts.
Baltimore, la ciudad que a finales de abril copó portadas y noticiarios de todo el mundo por las protestas por la muerte del joven negro Freddie Gray mientras estaba bajo custodia policial, se encuentra sumida en una oleada de violencia y homicidios sin precedentes. Informa Marc Arcas/Efe.
Desde la muerte de Gray el 19 de abril y hasta finales de junio, se han producido en Baltimore 80 homicidios, casi el doble que los 42 registrados en el mismo período del año pasado, y muy por encima también de los 53 de 2013, los 48 de 2012 y los 45 de 2011.
Mayo, el mes posterior a los fuertes disturbios en las calles de Baltimore, registró 43 homicidios, la mayor cifra mensual desde 1971, cuando la ciudad tenía por lo menos un tercio más de población de la que tiene actualmente, y la cifra de asesinados se ha mantenido excepcionalmente alta en junio y en lo que va de julio.
Las últimas víctimas de esta oleada de violencia fueron tres personas que murieron el martes a consecuencia de heridas de bala cerca del campus de la Universidad de Maryland.
La crisis que vive la mayor ciudad del estado de Maryland desde hace más de dos meses se ha traducido hoy en la destitución del jefe de Policía, Anthony Batts, quien fue el rostro más visible de las autoridades durante las manifestaciones y cuya actuación se ha puesto en entredicho.
Al anunciar su destitución, la alcaldesa demócrata, Stephanie Rawlings-Blake, aseguró que durante las últimas semanas el debate sobre el liderazgo de Batts al frente del departamento de Policía se ha convertido en "una distracción"en la lucha contra la oleada de violencia.
A Batts se le recrimina una supuesta falta de apoyo al cuerpo que dirigía; la, a juicio de algunos, pronta condena y rechazo de los seis agentes presuntamente implicados en la muerte de Gray, y sus órdenes de no actuar contra los manifestantes violentos pese a los destrozos materiales y las heridas causadas a los policías.
Todo ello ha minado la confianza de los alrededor de 2.500 efectivos que conforman el cuerpo de Policía de Baltimore en su máximo responsable, algo que se ha traducido en una relajación de sus funciones por parte de los agentes.
Y es que en paralelo al incremento de los homicidios, el número de detenciones en la ciudad (una de las más violentas de EEUU) se ha reducido drásticamente.
"Ellos (los agentes) piensan: 'Si cometo un error, ¿qué me hará esta administración? ¿Seré el siguiente en ser suspendido? ¿Seré el siguiente contra quien se presenten cargos criminales?", indicó el teniente Kenneth Butler, líder del sindicato policial Vanguard Justice Society de Baltimore.
La CNN emitió una entrevista con dos agentes del cuerpo de Policía de la ciudad, con la voz distorsionada y escondiéndoles el rostro, quienes aseguraron sentirse "abandonados"por Batts y "asustados"por arriesgarse a que se presenten contra ellos cargos criminales por hacer lo que consideran su trabajo.
"Los elementos criminales sienten que no vamos a correr el riesgo de perseguirles si van armados con una pistola, y aprovechan esta oportunidad para pasar viejas facturas con aquellos con quienes mantienen un conflicto", indicó uno de los agentes entrevistados.
La Policía se queja de que ya no pueden patrullar como antes por las calles de Baltimore, ya que cuando sospechan de alguien y proceden a su detención, los ciudadanos les rodean de inmediato para tratar de evitarlo y para grabarles y sacar fotografías con sus teléfonos móviles.
Ante esta situación, y con el miedo de correr la misma suerte que sus seis compañeros que se enfrentan a cargos criminales por la muerte de Gray, muchos optan por minimizar los riesgos y evitar actuaciones más allá de lo estrictamente necesario.
Aunque la escalada de la violencia en Baltimore es especialmente acusada y está estrechamente relacionada con lo sucedido tras la muerte de Gray, otras ciudades estadounidenses como Nueva York y Chicago están viviendo situaciones parecidas, con incrementos de hasta un 20 % en el número de homicidios.
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