Análisis
«Las bandas criminales en Haití quieren inmunidad»
Vanda Felbab-Brown, investigadora principal en Brookings, analiza la amenaza de los grupos armados que han sumido a la mitad de la isla del Caribe en el caos
¿Cómo han conseguido las bandas amasar tanto poder en Haití?
La crisis en Haití es la más profunda en décadas. En los últimos 20 o 30 años, las bandas han ido amasando un poder considerable a través de varios medios. Uno de ellos ha sido su constante interacción con la clase política y empresarial. Eso les ha enseñado no solo a estar a merced de los políticos, sino también a escapar de sus redes. Las interacciones político-criminales en Haití son fundamentalmente la base del poder de las bandas. La segunda es la aparición de negocios ilegales, como el narcotráfico, que permiten a las bandas obtener dinero con independencia de los políticos. Ya no dependen de los ingresos de la clase política por prestar servicios, votar durante las elecciones o protegerlos de empresarios rivales, y con el tiempo, a medida que las bandas han interactuado con diversas misiones de seguridad internacionales en Haití, también han adquirido tácticas y han aprendido de esa experiencia cómo mejorar su rendimiento en el campo de batalla, aunque este sigue siendo débil y desde luego no esté a la altura de Al-Shabaab en Somalia o los cárteles mexicanos, por ejemplo. Por último, el contrabando de armas desde Estados Unidos, concretamente desde Miami, les ha dotado de una importante potencia de fuego. Han aprendido a adoptar tecnologías, como los drones, aunque no dispongan de otros medios aéreos, como helicópteros.
¿Qué quieren conseguir?
No está del todo claro cuáles son las ambiciones de las bandas. No es obvio ni inevitable que intenten apoderarse del país. Buscan extender su poder político, lo que ha tenido profundos efectos, entre ellos forzar la dimisión del hasta ahora primer ministro, Ariel Henry. Lo que quieren, con seguridad, es inmunidad frente a un procesamiento que llevaría a los miembros y líderes de estas bandas a las cárceles durante un periodo de tiempo considerable. Y dado el poder que han demostrado sobre el terreno desde la pasada semana, sospecharía que las bandas poderosas no quieren hacer frente a cualquier pena de prisión en absoluto. Así, mientras que hace unos meses las negociaciones entre el Estado, la sociedad y las bandas podrían haber versado sobre la reducción de penas, ahora mismo, con la preponderancia de poder que han demostrado ejercer, las bandas quieren inmunidad. E inmunidad significa poder quedarse en Haití, no verse obligados a exiliarse y no temer la posibilidad de un procesamiento judicial. Con el tiempo, los líderes de estos grupos criminales podrían incluso exigir escaños en el Parlamento o quizá ser nombrados para un cargo ministerial. De hecho, es más probable que lo que quieran sean nombramientos ministeriales. Por supuesto, todo esto es absolutamente anatema para grandes segmentos de la sociedad haitiana, que han sufrido una gran brutalidad.
¿Qué sucederá ahora?
Ya estamos viendo algunas de las consecuencias de la dimisión de Ariel Henry. Kenia ha anunciado que suspende el despliegue de seguridad en Haití hasta que haya alguna entidad de Gobierno. ¿Cuánto tiempo se necesitará para crear esa entidad? No está claro. Se suponía que había un consejo de transición compuesto por siete miembros. Quién formaría parte de ese consejo sigue siendo muy discutido, políticos muy problemáticos como Guy Phillipe, con estrechos vínculos con las bandas y al parecer con algún tipo de alianza con [el líder del principal grupo armado Jimmy] Chérizier. La presencia de Phillipe de nuevo sería extremadamente controvertida a nivel internacional y nacional. Hay mucha gente en Haití que le percibe como un golpista y un criminal, con una condena de prisión cumplida en Estados Unidos.
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