Elecciones en Portugal

Debacle de la derecha en Portugal

La arrolladora victoria socialista en las municipales refuerza a Costa.Crecen las voces que piden la dimisión del conservador Passos-Coelho.

El líder socialista portugués, Antonio Costa, en un acto de la campaña
El líder socialista portugués, Antonio Costa, en un acto de la campañalarazon

La arrolladora victoria socialista en las municipales refuerza a Costa.Crecen las voces que piden la dimisión del conservador Passos-Coelho.

La celebración de elecciones municipales en Portugal ha supuesto una victoria absoluta para el primer ministro António Costa, cuyo Partido Socialista (PS) ha arrasado, manteniendo su control sobre la mayoría de las ciudades más importantes del país –entre ellas Lisboa, Vila Nova de Gaia y Coimbra– y conquistando 16 ciudades, entre ellas Almada, bastión de los comunistas lusos desde la Revolución de los Claveles, y Pedrógão Grande, donde los electores han dado su apoyo a los socialistas a pesar de las críticas al Gobierno por su gestión de los incendios en los que murieron 64 personas este verano. Los socialistas lusos se han hecho con el poder en 10 de los 17 municipios más poblados del país y han conseguido más votos que hace cuatro años, aumentando su ventaja frente a la derecha por 100.000 votos.

Aunque los comicios municipales tienden a ser campañas personalistas en el interior del país vecino, en las grandes ciudades los electores votan por partidos, y en este caso el apoyo a los socialistas revela una población que confía cada vez más en el Gobierno de Costa, que gobierna en minoría desde finales de 2015, sostenido por una inédita alianza parlamentaria de la izquierda. Cuando asumió el poder hace dos años muchos dudaron que el ex alcalde socialista de Lisboa conseguiría mantener la extraña unión de socialistas, comunistas lusos y los marxistas del Bloque de Izquierda (BI), y pocos pensaron que lograría cumplir con su promesa de “pasar página a la austeridad” sin arruinar la delicada economía nacional.

Sin embargo, el mandato de Costa ha coincidido con la mejora de la economía europea –que ha contribuido a un espectacular aumento de las exportaciones lusas–, el boom del turismo en el país vecino, y un dramático incremento en la demanda de vivienda por parte de extranjeros que han venido a vivir su particular fantasía portuguesa. El resultado es un país que cerrará 2017 creciendo al 2,5%, y en el cual el ministro de Finanzas, Mário Centeno, ha logrado acabar con ciertas –no todas– medidas de austeridad a la vez que cumple con los requisitos de reducción del déficit impuestos por Bruselas.

La mayoría de los portugueses todavía no se han beneficiado del nuevo bienestar económico, y aunque el paro ha bajado, proliferan los trabajos de mala calidad, lo que impide la vuelta de tantos trabajadores calificados que emigraron durante la crisis. Pese a ello, se vive un cierto espíritu de optimismo que los buenos tiempos están por delante de los portugueses, y los socialistas de Costa se han beneficiado de ello.

Quien ha sufrido un enorme desgaste es el ex primer ministro conservador Pedro Passos Coelho, cuyo Partido Social Demócrata (PSD) ha registrado su peor resultado de siempre, terminando en tercer lugar tanto en Lisboa –donde el socialista Fernando Medina se ha hecho con un segundo mandato– como en Oporto –donde el independiente Rui Moreira repite, esta vez con mayoría absoluta–. La campaña especialmente incompetente de Teresa Leal Coelho, candidata escogida personalmente por Passos Coelho para conquistar la capital lusa, ha hecho que los barones del partido se vuelvan contra su líder, y muchos ya piden su dimisión abiertamente.

Es un duro reverso para un hombre que se quedó a solo 17 escaños de repetir como primer ministro en 2015. En ese momento, Passos Coelho alertó que el gobierno de izquierdas llevaría al país a la ruina. No podría haber anticipado que la inesperada combinación de factores exteriores, y la nueva popularidad del país, terminarían por dar a los socialistas un prestigio imbatible.