Política

Crimen organizado

El «huachicoleo» pone en jaque al México de AMLO

Residentes buscan restos humanos tras la explosión en Tlahuelilpanen
Residentes buscan restos humanos tras la explosión en Tlahuelilpanenlarazon

Gerónimo Reyes se prepara para lo que nunca pensó que haría. Es el único cliente en esta gasolinera cerrada tras agotar todo su combustible. El resto de vehículos que hacían cola ha desistido, pero este hombre de 35 años está dispuesto a hacer guardia tras 6 horas de espera. Necesita su coche para ir a trabajar a un restaurante a una hora de la ciudad así que se ha enfundado el pantalón de pijama y se dispone a pasar la noche esperando el camión cisterna. Los empleados de la estación de servicio le dicen que puede llegar de madrugada, o tal vez a la mañana siguiente.

La kafkiana escena se vivió la pasada semana en el centro de la Ciudad de México, que sufre problemas de abastecimiento de hidrocarburos (más de 3 horas para llenar el tanque) desde los primeros días del año junto con otros estados del centro y occidente del país. El episodio más trágico de esta crisis sucedió el pasado viernes en Tlahuelilpan, estado de Hidalgo, con el estallido de un ducto que dejó al menos 89 muertos y decenas de heridos por quemaduras. Los familiares de las víctimas, que se encontraban recogiendo gasolina de una gran fuga en el momento de la explosión, dijeron que el desabasto de las últimas semanas les había empujado a arriesgarse a conseguir algunos litros.

¿Cuál es la causa de la escasez? La cruzada emprendida por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador contra el robo de combustible, el llamado huachicoleo. El presidente ha decidido dar su primera gran batalla contra un viejo delito en un país petrolero, que se ha disparado desde principios de siglo hasta alcanzar cifras récord. Según la empresa paraestatal Petroleos Mexicanos (Pemex) el saqueo les cuesta a los mexicanos al menos 3.000 millones de dólares al año.

Para detener la sangría el gobierno ha decidido cortar parcialmente el flujo de los ductos por los que se transporta el combustible desde las refinerías y los centros de producción, blanco del crimen organizado que “pincha” las tuberías para extraer el líquido y venderlo en el mercado negro. Por el momento la distribución se hace mediante camiones cisterna, un sistema más caro y mucho más lento, incapaz de surtir la demanda diaria. Para reforzar el reparto por carretera, el gobierno anunció este lunes la compra de 571 vehículos por 85 millones de dólares.

López Obrador defiende los resultados obtenidos hasta la fecha y aporta datos que le respaldan. Antes de aplicar el plan se robaba de media el equivalente a 787 cisternas al día (20.000 litros cada una) y ahora se redujo a 177 diarias. A pesar de la tragedia de Hidalgo y los problemas para llenar el depósito, la ciudadanía apoya mayoritariamente (75%) el combate al huachicol, según la última encuesta del diario El Universal.

El huachicoleo ha crecido de forma exponencial durante las tres últimas administraciones, tal como cuenta a La Razón Ana Lilia Pérez, autora del libro El cartel negro: cómo el crimen organizado se ha apoderado de Pemex y una autoridad en la materia. “En algunos estados del norte como Tamaulipas y Coahuila se ha convertido en el principal negocio del crimen organizado por encima del tráfico de drogas”. Para esta periodista, que tuvo que salir de México durante un tiempo por las amenazas recibidas mientras investigaba sobre Pemex, el origen de la situación actual es la profunda corrupción de la petrolera y cualquier solución pasa por la revisión del personal interno que ha colaborado con el crimen organizado. “La estrategia va a funcionar en la medida en que se saque al enemigo de casa”.

Algunos trabajadores de Pemex actúan como cómplices del crimen organizado, otros simplemente son víctimas. “ Hay privaciones de libertad y desapariciones para conocer dónde se encuentran (los ductos), cómo funcionan, en qué horarios hay mayor presión y es más fácil hacer las extracciones.”, señala Francisco Rivas, director del director del Observatorio Nacional Ciudadano, organización dedicada al análisis del delito en México.

En conversación con La Razón Rivas apunta que el huachicoleo es una actividad especialmente perniciosa porque “descompone comunidades enteras, donde se instala crecen los homicidios, los secuestros, el robo de vehículos...porque se requiere la complicidad de una comunidad completa que les ayude a hacer la extracción, se generan incentivos perversos, miedo y el estado se debilita.”

Pero ¿cómo ha crecido tanto en los últimos años? Según este analista México ha tenido que “elegir sus batallas” al enfrentar un gran reto para el que no estaba preparado y contar con fuerzas de seguridad deficientes. “Se decidió combatir el tráfico de drogas, los secuestros, la extorsión...y al tráfico de hidrocarburos no se le daba tanta relevancia.”

El debate se centra ahora en la actuación de los militares. Con el inicio del plan antirrobo López Obrador ordenó el despliegue de unos 4.000 efectivos y les encargó vigilar refinerías, centros de producción y las rutas de los ductos. La tragedia de Tlahuelilpan dejó al descubierto las limitaciones de los uniformados, incapaces de asegurar la zona e impedir que los pobladores permaneciesen junto a la fuga. La situación es crítica y las dudas sobre la capacidad del ejército para proteger el sistema petrolero nacional van en aumento. El presidente no se atreve a ofrecer una fecha para la normalización del servicio pero se apoya en su amplia popularidad para insistir en su estrategia y lanzar un mensaje de fortaleza: “Que quede claro que no voy a dar ni un paso atrás”.