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El rey de Las Vegas deja el Comité Republicano acusado de acoso

Steve Wynn, máximo recaudador del partido, es un millonario muy cercano a Donald Trump

Steve Wynn recaudaba miles de dólares por sus contactos en Wall Street
Steve Wynn recaudaba miles de dólares por sus contactos en Wall Streetlarazon

Steve Wynn, máximo recaudador del partido, es un millonario muy cercano a Donald Trump.

Quizás pensó que era intocable. Que estaba a salvo de las tarascadas del fátum y hasta de los mordiscos de las redes sociales. No en vano se trata del último príncipe coronado en la ciudad del desierto. Pero el tsunami #MeToo también ha fundido la coraza del multimillonario que bautizó casinos. Steve Wynn, recaudador principal del Partido Republicano, ha dimitido. Su estrepitosa caída ha sido forzada por una avalancha de denuncias de acoso sexual. Publicadas por «The Wall Street Journal», las acusaciones retratan a un sátiro que perseguía a las trabajadoras por los pasillos, solicitaba masajes, coaccionaba para recibir favores sexuales y, acorralado por las posibles demandas, llegó a pagar siete millones de dólares en un acuerdo extrajudicial con la esteticista de uno de sus casinos. Todo presuntamente, aunque no lo suficiente como para evitar las llamaradas.

Acorralado por el escándalo, esto es, reconvertido en el Harvey Weinstein de la semana y con los rivales políticos relamiéndose por su cercanía al presidente, Wynn trató en vano de proteger su honor ante la Prensa: «La idea de que alguna vez haya asaltado a una mujer es absurda, pero nos encontramos en un mundo en el que la gente puede hacer estas alegaciones, con independencia de la verdad, y los individuos tienen que elegir entre soportar los insultos públicos o verse inmersos en una serie de juicios durante años». Pero esta declaración del sábado sirvió de poco y finalmente acabó por ondear la bandera blanca. Dimitió, y su caída supone un golpe durísimo para la maquinaria económica de los republicanos. A la que contribuyó no sólo con su propia fortuna sino, esencialmente, con sus bien engrasados contactos en el mundo empresarial y del espectáculo. Al final reconoció que dimitía para evitar «distracciones» al partido y añadió que «la historia de éxito que estamos logrando debe seguir».

Hasta este fin de semana aciago, Wynn estaba considerado una pieza esencial para poner rumbo a las legislativas de otoño. Acuciados por los escándalos que salpican a la Presidencia y con un puñado de asientos clave en el Congreso y el Senado bailando en las encuestas, Wynn era el encargado de rearmar económicamente la campaña. Y así hizo, con probada eficacia, con cenas a miles de dólares el cubierto y fiestas y reuniones de alto nivel, hasta que «The Wall Street Journal» publicó las alegaciones del huracán.

La de Wynn con Trump es una historia tan complicada, ciclotímica, incendiaria y caprichosa como el resto de las que adornan la biografía presidencial. En mitad del fragor mediático, degustando las declaraciones cruzadas de unos republicanos golpeados y unos demócratas ávidos de sorber la mala publicidad, la Prensa ha recordado los enfrentamientos de los dos empresarios. Su rivalidad arrancó a principios de los 90, cuando Trump invertía en Atlantic City y aspiraba a coronarse emperador de la ruleta. Después de unos cuantos choques de ego, luego de casi dos décadas enfrentados, llegó el día en que uno lanzó su carrera política y el otro, tras coquetear con la idea de apoyar la candidatura de Ted Cruz, con el que se reunió, comprendió que Trump arrasaría. Lo cubrió de halagos y fichó por su equipo.

A sus 76 años será difícil que Wynn logre reflotar una imagen amenazada por la ruina. Lanzó el Strip en los 90 rumbo a la era de prosperidad, pirámides de metacrilato, fuegos artificiales y tragaperras temáticas financiadas con bonos basura, o sea, que se trata de uno de los padres indiscutibles de Las Vegas que retrató Martin Scorsese en las postrimerías de «Casino», de Las Vegas modernas, transformadas en imparable máquina de hacer dinero, pero desde el artículo del «WSJ» su nombre provoca vahídos en los gabinetes de prensa. Incluso el consejo directivo de su empresa, Wynns Resort, anuncia una investigación. Están en juego demasiados millones como para dejarlos arder con el prestigio de un individuo.