Anuario 2023

El escenario de las dos Coreas, ¿una solución para Ucrania?

El conflicto bélico está estancado y suma 500.000 víctimas. ¿Cuánto durará la ayuda de EE. UU con los escollos en el Congreso y las próximas presidenciales a la vista? ¿Y, cuánto la paciencia rusa ante la guerra que Putin aseguró ganaría en tres días?

A priest conducts a service by the coffins of Tetiana Androsovych, 60, and Mykola Androsovych, 63, killed by a rocket strike, at a graveyard in the village of Hroza, near Kharkiv, Ukraine, Saturday, Oct. 7, 2023. The Ukrainian village of Hroza has been plunged into mourning by a Russian rocket strike on a village store and cafe that killed more than 50 people on Thursday, Oct. 5. (AP Photo/Alex Babenko)
Russia Ukraine WarASSOCIATED PRESSAgencia AP

A poco más de dos meses de que se cumpla el segundo aniversario de la fallida invasión rusa de Ucrania, el conflicto está más enquistado que nunca y ha vuelto a la dinámica de la lucha inamovible y estática de la guerra del Donbás, en 2014, solo que ahora la confrontación es mucho más mortal y sucede a lo largo de un frente de 1000 kilómetros que sigue destruyendo y arrasando pueblos y ciudades, deteniendo la economía cada vez más dependiente de Occidente, con la perdida de autonomía que eso puede suponer para su futuro, a la vez que las sanciones internacionales no han hecho mella en el Kremlin, cuya capacidad para sacrificar soldados continúa férrea, mientras una cuarta parte de la población ucraniana sigue desplazada.

En febrero de 2022, pocos esperaban que el Gobierno del presidente Volodimir Zelenski sobreviviera. Desde entonces, lo ha hecho a base de sangre y sacrificios que, por otro lado, no pueden durar para siempre. Dos años y 500.000 víctimas después, entre muertos y heridos en ambos bandos, la supervivencia ha dado paso a una guerra de atrición en la que las carencias militares de las dos partes hacen cada vez más difícil una rotura del frente que desencadene una victoria total. Por ello, la advertencia que hizo el año pasado el jefe de inteligencia militar ucraniana, Kyrylo Budanov, es ahora una predicción que la diplomacia internacional empieza a considerar seriamente: «Hay motivos para creer que Putin está considerando un escenario a la coreana. Es decir, intentar imponer una línea divisoria entre las regiones ocupadas y desocupadas porque no es capaz de tragarse a todo el país», advirtió.

La solución coreana

En julio pasado, el 70º aniversario del Armisticio entre Corea del Norte y Corea del Sur pasó casi desapercibido, a pesar de ser una de las estrategias diplomáticas más arriesgadas y exitosas del siglo XX para congelar, a lo largo del paralelo 38, el devastador conflicto que, entre 1950-1953, causó más de un millón de muertos y puso al mundo ante el precipicio de la guerra nuclear, como se teme ahora lo pueda hacer la guerra de Ucrania, la cual presenta muchas similitudes porque también está determinada por un combate de trincheras, mientras los bombardeos aéreos y de la artillería pesada no consiguen hacer mella en el frente y los valedores de los bandos abren la posibilidad de un conflicto global.

Otra similitud es el hecho de que el entonces republicano Dwight Eisenhower se postuló, en 1952, para la presidencia exigiendo que se pusiera fin a la Guerra de Corea, al igual que lo hace hoy, salvando las distancias, el que posiblemente será el candidato de los republicanos, Donald Trump. ¿La diferencia? Eisenhower fue el general que venció a la Alemania nazi, por lo que quería evitar la matanza, mientras los motivos de Trump para acabar con la guerra de Ucrania están envueltos en una constante controversia, dada su amistad con el propio presidente ruso, Vladimir Putin.

Vista desde fuera, la solución coreana puede parecer creíble y estable, pero, hoy por hoy, no cuenta con el apoyo de la ciudadanía ucraniana, sin cuyo respaldo cualquier iniciativa de paz estará condenada al fracaso y, seguramente, pondría en peligro al propio Gobierno de Zelenski. Una encuesta reciente publicada por la empresa Gallup confirmó que la mayoría de los ucranianos «todavía apoyan firmemente la guerra», y creen que su país debería seguir luchando contra Rusia hasta ganar y restablecer las fronteras de 1991.

Por otra parte, forzar un alto el fuego dejaría a millones de ucranianos que han luchado y resistido contra Rusia en manos de Moscú, la cual ha probado sobradamente con las matanzas en Bucha, Izyum o Mariupol, que tomará represalias extremas contra los disidentes. Más aún, ¿puede confiar en Kiev en la palabra del Kremlin teniendo en cuenta que esta suele vulnerar sus acuerdos? Sin duda, la flagrante rotura de los Protocolos de Minsk, establecidos en 2014, o el abandono de Rusia de la Cumbre de Normandía que pretendía evitar la invasión de 2022, hace esa confianza algo muy improbable.

Más aún, desde el punto de vista militar una solución a la coreana detendría la contraofensiva de Ucrania, la cual ha recuperado «el 54% de la tierra que Rusia capturó al comienzo de la guerra», según The New York Times. No obstante, aunque los avances pueden parecer muchos, el frente de guerra está lejos del punto de rotura, con lo que el Ejército ucraniano teme que Putin pudiese utilizar el cese de hostilidades para reagruparse y lanzarse a un nuevo intento de invasión.

EE UU, un aliado incierto

Aplicar la solución coreana también aliviaría el gigantesco coste económico que la guerra está teniendo para la Unión Europea y, sobre todo, Estados Unidos, cuyo apoyo empieza a flaquear no solo por la fatiga popular hacia el conflicto, sino porque la guerra en Israel ha cambiado las prioridades de Washington. Los recientes escollos en el Congreso para seguir financiando la defensa de Ucrania, o la carta que 30 demócratas progresistas de la Cámara de Representantes enviaron al presidente, Joe Biden, que el año próximo se presenta las presidenciales, para que buscara un alto el fuego son dos ejemplos de que el apoyo estadounidense tiene una fecha de caducidad próxima.

Desde el punto de vista ruso, la solución a la coreana puede ser una ventana que salve al régimen de la inestabilidad y las críticas que propiciaron el alzamiento del malogrado fundador del grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, que supuso la amenaza más grande a Putin en la última década. Además, teniendo en cuenta que el inquilino del Kremlin aseguró que vencería en tres días y que, dos años después, ha sido humillado militarmente en varias ocasiones, un alto el fuego le permitiría seguir trabajando para fortalecer los BRICS, formada por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y que a partir de enero incorporará a Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía, cuyo objetivo es cambiar el balance mundial de fuerzas dominado política y económicamente por las democracias Occidentales.

Los pros y contras de una solución a la coreana son muchos, pero la gran virtud de un acuerdo así es que supondría el cese inmediato de los combates, a la vez que establecería la línea del frente, y una zona neutral como sucede en Corea, como nueva frontera para el futuro previsible. Que sea posible, o no, dependerá de Zelenski, quien fue elegido originalmente para buscar la paz con el país vecino, y de Putin, cuya apuesta por devorar a Ucrania no solo le ha salido rana, sino que, si no consigue una salida que su pueblo considere honrosa, puede acabar con su régimen cada vez más estalinista. Torres más altas han caído en Rusia.