Entrevista
"Sin un escudo legislativo, Milei seguirá atado a la oposición kirchnerista"
Constanza Mazzina, directora de Ciencias Políticas de la UCEMA, analiza cómo la renovación parcial del Congreso y la representación proporcional en las elecciones de este domingo limitan el poder del Gobierno en Argentina
La politóloga Constanza Mazzina, directora de la Licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad de UCEMA (Argentina), analiza las particularidades del sistema institucional argentino a pocas horas de las elecciones legislativas. Según explica a LA RAZÓN, el país combina la renovación parcial de ambas cámaras con un esquema de representación proporcional, un diseño que “amortigua” cualquier cambio brusco en el poder político. La especialista subraya que Milei necesita al menos 87 diputados para construir un “escudo legislativo” que le permita frenar las iniciativas opositoras y proteger sus vetos presidenciales. Sin ese tercio de bloqueo, “seguirá dependiendo de alianzas y negociaciones constantes”. Más allá de los números, Mazzina considera que la campaña se desarrolló en un clima de apatía ciudadana, baja participación y fatiga política. “El discurso anticasta ya no moviliza como en 2023, y la corrupción dejó de ser un tema central. La gente vota con resignación, no con esperanza”, sostiene.
Argentina es el único país del mundo, sobre todo en clave presidencial, que renueva sus dos Cámaras parcialmente. ¿Qué significa esto? Que cada dos años se renueva la mitad de diputados y un tercio del Senado. Por lo tanto, cuando es una elección presidencial, esta coincide con la renovación parcial de diputados y senadores. Dos años después, tiene lugar la otra renovación parcial de la otra mitad y el otro tercio. Los diputados duran 4 años y los senadores 6. A esto le sumo algunas cuestiones institucionales más que me parecen importantes para entender de dónde venimos y cómo estamos de cara a la elección del domingo. Si a la renovación parcial le agregamos que la distribución de escaños en Diputados es por representación proporcional, un cambio en la preferencia del votante se ve amortiguado muchísimo en la conformación final de la Cámara.
Milei ganó la segunda vuelta en las elecciones de 2023, pero la elección general (que definió la composición del Congreso) la ganó el kirchnerismo. ¿Cuál fue el impacto real de esta disparidad y cómo se relaciona esto con lo que podemos esperar en las elecciones de este domingo?
En 2023 tuvimos las PASO (primarias), que las ganó Milei, la elección general la ganó el kirchnerismo (Massa y Unión por la Patria), y Milei ganó el balotaje (segunda vuelta). Esto significa que la repartición de las bancas de diputados y del Senado que se renovaban se hizo de acuerdo a los resultados de las generales, que, insisto, las ganó el kirchnerismo. Si superponemos todo esto con la regla de la renovación parcial, hay que tener en cuenta que La Libertad Avanza (Milei) es un partido que irrumpe en nuestro sistema en 2021. Por lo tanto, La Libertad Avanza no arrastra diputados ni senadores de elecciones anteriores. Esto le dejó en 2023 con una cantidad de legisladores y una bancada muy endeble, comparada fundamentalmente con el kirchnerismo, que sigue siendo el principal partido de oposición. Esto significó que el partido de Milei quedó inicialmente con unos 37 o 38 diputados, aunque después mejoró sus números tejiendo alianzas y coaliciones. ¿Qué es lo importante de cara a la elección del domingo? Primero, no esperar grandes cambios por estas dos reglas que mencioné: la distribución con representación proporcional y la renovación parcial. Supongamos que La Libertad Avanza arrasa: ese número solo se verá reflejado en la mitad de una de las Cámaras, específicamente, en la mitad de diputados.
Más allá de los escaños, ¿qué implicaciones políticas tendría para el oficialismo consolidar o perder poder en el Congreso en términos de gobernabilidad y legitimidad?
Hoy La Libertad Avanza necesita un número de unos 87 a 90 diputados para conseguir ese escudo legislativo. Este escudo impediría a la oposición no solo sancionar proyectos que desestabilicen el equilibrio fiscal, sino, sobre todo, insistir con esos proyectos y alcanzar los dos tercios para anular un veto presidencial. Si La Libertad Avanza consigue su propio tercio más uno, la oposición no podría seguir avanzando, como lo hizo en estos meses, con proyectos que tuvieron la clara intencionalidad de romper el equilibrio fiscal. Por lo tanto, es importante que para los próximos dos años LLA consiga ese tercio, ese escudo legislativo, para bloquear las insistencias del Congreso frente a los vetos del presidente.
¿Estamos ante un voto de castigo, de resignación o de apatía generalizada?
La ciudadanía en general ha sido muy permisiva con el kirchnerismo, y no ha habido una condena generalizada a los problemas de corrupción. Pero lo cierto es que el discurso anticasta, que llevó a Milei a ganar la elección de 2023, ya está bastante desgastado como eslogan para esta campaña. Respecto a las reglas electorales, como somos un país federal, muchas provincias adelantaron sus elecciones, lo que generó resultados muy dispares para La Libertad Avanza y el kirchnerismo. Un tema que se nacionalizó fue la elección de la provincia de Buenos Aires a principios de septiembre, que terminó siendo portada de los diarios aunque no era más que una elección provincial de medio término. La nota constante en todas estas elecciones anticipadas es la baja participación. Aquí hay dos factores: primero, el hartazgo ciudadano y la falta de opciones reales, porque si te fijas, en todas las listas hay nombres que se repiten hace décadas. Si bien hay opciones entre dos modelos, tampoco hay cambios o propuestas nuevas. Segundo, también es cierto que, desde 1983 (la vuelta de la democracia), en todas las elecciones legislativas baja la participación respecto a las presidenciales. No podemos concluir automáticamente que la gente no quiere votar, sino que hay que esperar la tasa real de participación en estas elecciones que ahora sí son nacionales.
¿La corrupción sigue teniendo un peso electoral real o se ha convertido en un ruido de fondo normalizado por la sociedad?
Yo diría que la corrupción nunca es un tema central en la agenda política argentina. La corrupción puede ser un tema que miramos una parte de la ciudadanía a la que le importan las instituciones, la transparencia y la rendición de cuentas. Pero también somos, en líneas generales, muy variables con este tema. ¿A qué me refiero? Vivimos cuatro gobiernos kirchneristas completamente corruptos, de una corrupción tremenda, que recién ahora con las declaraciones del 'Pollo' Carvajal en los Estados Unidos estamos terminando de descubrir hasta dónde llega la profundidad y la extensión. Y, sin embargo, la sociedad en líneas generales no ha castigado al kirchnerismo. Por otro lado, seguimos en una elección muy polarizada. Si en 2023 no quedaba claro con quién iba a seguir polarizando Milei, a partir de que la condena de Cristina Fernández de Kirchner quedó ratificada por la Corte Suprema de Justicia, ella se convirtió, desde su punto de vista y su propia definición, en una víctima del partido judicial. Al convertirse en víctima, ella es la enemiga perfecta para Milei, y Milei es el enemigo perfecto para Cristina.
¿El peronismo mantiene capacidad de recuperación o estamos ante una transformación más profunda del sistema de partidos tradicionales?
Esto es importante porque incluso una Cristina condenada con prisión domiciliaria sigue siendo la referente de la oposición en la Argentina (es decir, del kirchnerismo y la oposición en general). Esto significa que aún no ha surgido nadie que pueda representar o aunar a aquellos que se oponen al gobierno de Javier Milei.