Noruega
¿Por qué Breivik pide ahora que se le conceda la libertad bajo vigilancia?
El autor de la matanza de Utøya no podía presentar esta solicitud hasta no cumplir al menos 10 de sus 21 años de su pena de prisión
A sus 42 años, Anders Behring Breivik simboliza un mal sueño para la sociedad noruega. El terrorista ultraderechista arrancó de cuajo aquel viernes 22 de julio con la inocencia de una sociedad construida desde su liberación de la ocupación nazi a base de tolerancia, igualdad y democracia. Un sociedad abierta a todos el que quisiera integrarse en ella independientemente de dónde nació o sus creencias. Este multiculturalismo era precisamente el blanco del odio de Breivik al colocar un camión bomba frente al complejo gubernamental en Oslo y asesinar a tiros durante más de una hora a adolescentes inocentes que disfrutaba de un campamento de verano en la hasta entonces paradisiaca isla de Utøya.
Diez años después de aquella tragedia, el mayor atentado ultraderechista en suelo europeo, su autor acude a la Justicia para hacer uso de su derecho de reclamar la concesión de la libertad bajo vigilancia. Breivik asegura abjurar ahora de la violencia, que fue víctima del “lavado de cerebro” de internet y promete irse a vivir a un inhóspito lugar del Ártico noruego en caso de que recupere la libertad. Incluso llegó a presentar este martes al tribunal un plan de negocio con el que aspira a ganarse la vida. Nadie duda, en todo caso, de que los magistrados se pronunciarán en contra de su petición en la resolución que se dará a conocer en unas semanas.
“Si lo aceptan, dejaré lo que sea problemático de la ultraderecha y haré todo lo que digan”, declaró Breivik, dispuesto al perdón recíproco y a mostrar “misericordia” si sus correligionarios también lo reciben, a la vez que aseguraba contar con “miles de apoyos”. El dirigente ultraderechista, que no desaprovechó ser de nuevo el foco de atención pública para difundir sus proclamas nacionalsocialistas saludo nazi incluido, aspira a defender ahora sus ideas a través de un partido político.
El terrorista de extrema derecha fue condenado en 2012 a la pena máxima que contemplaba entonces el Código Penal noruego, 21 años de prisión en régimen de aislamiento, pero en la práctica es una cadena perpetua, pues la sentencia contempla que puede permanecer en prisión de forma indefinida si sigue representando una amenaza para la sociedad.
El régimen penitenciario de Breivik es realmente particular. En prisión de Skien, en el distrito de Telemark (al oeste de Oslo), el reo dispone de tres celdas con televisión, reproductor de DVD, máquina de escribir e incluso una consola de videojuegos. Sus denuncias ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra el Gobierno noruego por discriminación fueron archivadas en última instancia.
Una victoria del Estado de derecho
Solo tras permanecer una década en prisión, Breivik tenía derecho a presentar una solicitud de libertad bajo vigilancia contra la que la propia fiscal, Hulda Karlsdottir, se ha declarado contraria porque el terrorista sigue representando una amenaza para la sociedad noruega. En opinión de la fiscal, los hechos “no tienen comparación” en la historia noruega, que fueron planeados durante años y que hay un peligro real de que se puedan repetir y de que Breivik tenga “voluntad y capacidad para cometer nuevos atentados”.
A pesar de dolor del dolor y la rabia nacional, Noruega no está dispuesta a hacer excepciones para que el asesino de Utøya sea tratado como un preso más y pueda beneficiarse de todas las garantías legales. “Los juicios y la forma en que se llevaron a cabo son, en cierto modo, una victoria del Estado de derecho sobre el terrorista Breivik” que quería destruirlo, resume Tore Bjorgo, director del Centro de Investigación sobre el Extremismo (C-REX) de la Universidad de Oslo
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