7 kilómetros
En la capilla ardiente de Isabel II «Estamos aquí para cerrar una era»
La marea humana no cesa, pero en el Salón de Westminster se impone un silencio sobrecogedor que solo se quiebra con el cambio de guardia
El silencio que se respira en la capilla ardiente de Isabel II es sobrecogedor. El féretro descansa en el Salón de Westminster, un imponente espacio del Siglo XI. La escena no puede contener más contrastes. El edificio donde “respira una de las democracias más antiguas del mundo” -como describió el propio Carlos III - dando cobijo y solemnidad a la representante de una institución cuyos miembros no son elegidos por el pueblo.
Y, sin embargo, durante siete décadas de reinado, Isabel II consiguió convertirse en la monarca de todos. La marea humana no cesa. La fila para darle el último adiós se alargaba esta tarde 7 kilómetros, rebasando el puente de Londres, y es posible que crezca aún más de cara al fin de semana. Alrededor de 800.000 personas podrían pasar por la capilla ardiente.
Las hay de todas las razas, religiones, edades y backgrounds. Algunos hacen reverencia. Otros rezan una oración. Y hay quienes no pueden contener las lágrimas. Todo lo que acontece estos días no deja de tener un componente extraño. Seres humanos venerando a otro ser humano cuyo mérito, a simple vista, es haber nacido en una familia con un apellido determinado. Pero en un mundo en continuo cambio, la monarquía logra transmitir ese símbolo de continuidad.
El autocontrol incansable y la solemnidad fueron los pilares que marcaron la vida de Isabel II. Fue una constante en una era de rápidos cambios sociales y políticos, una figura clave en la historia de Reino Unido, un vínculo vivo con su pasado imperial y de posguerra, una imagen ampliamente reconocida a ambos lados del Atlántico. Y al no ofrecer nunca sus puntos de vista -regla para perpetuar la institución- cada uno logró formarse su propia visión de ella. Cuando miles de personas se unen por una causa no deja de ser sobrecogedor.
La imagen de la capilla ardiente tiene la pompa y boato que siempre han caracterizado a Buckingham. Encima del ataúd luce la corona imperial del Estado, el orbe (esfera de oro hueca con cruz que simboliza el mundo cristiano) y el cetro de la soberana. Y en cada extremo, la guardia real y los beefeaters la velan con la cabeza baja en señal de duelo. El cambio de guardia cada 20 minutos representa una coreografía milimétricamente sincronizada. Pero al mismo tiempo, la escenografía no deja de ofrecer una sencillez impecable que absorbe a los que estos días se convierten en testigos de la Historia. Porque Reino Unido está despidiendo a su reina. Pero el mundo entero rinde tributo a la última monarca global.
Carlos III y el resto de la familia real se declararon este jueves en un comunicado “conmovidos” por “la respuesta global y el afecto” demostrado por la población. La Casa Real quiere expresar su “sincera gratitud” por los mensajes de condolencias recibidos desde entonces, que algunos de los miembros de la familia real han recogido en persona en múltiples acercamientos a la población.
Como el protagonizado por el príncipe Guillermo y su mujer, Catalina, ahora príncipes de Gales, que conversaron con ciudadanos al acercarse a ver las ofrendas en homenaje a la difunta monarca depositadas junto a la residencia oficial de Sandringham, en el condado inglés de Norfolk.
Por su parte, tras una semana de intensa actividad, Carlos III y Camilla descansaron de los focos, en su residencia campestre privada, en Highgrove. Aunque este viernes concluirá la gira que está realizando por las cuatro naciones que componen el país, con una visita a Gales. Por la tarde, regresará al palacio de Buckingham, donde se reunirá con líderes religiosos, y luego velará durante unos minutos el féretro de su madre junto con su tres hermanos -Ana, Andrés y Eduardo-, como ya hizo mientras el ataúd descansó en la catedral de St Giles en Edimburgo.
La reina Isabel II será enterrada el próximo día 19 junto a la tumba de su marido, el duque de Edimburgo, en la capilla Rey Jorge VI, en el castillo de Windsor, en una ceremonia privada, informó el palacio de Buckingham. Esta ceremonia tendrá lugar a las 19.30 hora local, después de la celebración en Londres del funeral de Estado, que tendrá lugar en la Abadía de Westminster, y al que asistirán numerosos jefes de Estado o Gobierno y representantes de casas reales. Según algunos detalles del funeral divulgados hoy, al término del servicio religioso habrá en todo el país dos minutos de silencio tras lo cual se entonará el himno nacional “Dios salve al Rey”.
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