Reino Unido
Starmer lucha por su supervivencia política en el Número 10 de Downing Street
La Prensa revela que varios ministros planean una moción de confianza contra el líder laborista
Cuenta con una mayoría absoluta en el parlamento y lleva poco más de un año en Downing Street. Pero nadie asegura que Keir Starmer seguirá siendo el primer ministro británico para las Navidades. El desafío a su liderazgo ya no es sólo un rumor. Es una noticia que protagoniza las portadas y que podría producirse tan pronto como se presenten los Presupuestos Generales del Estado el próximo 26 de noviembre.
El malestar entre las filas laboristas es palpable. Starmer no venció en las elecciones de 2024 por su gran carisma, sino por el hartazgo del electorado ante catorce años de gobierno conservador. Pero, desde entonces, su popularidad no ha conseguido despuntar.
Las encuestas le sitúan como el primer ministro británico más impopular desde que comenzaron los sondeos en la era moderna. Mientras que el Partido Laborista no cuenta con más de una quinta parte del electorado, el populista Nigel Farage, líder de la formación de derecha radical Reform UK, no para de aumentar su ventaja.
En medio de este escenario, las elecciones locales, galesas y escocesas de mayo -donde está previsto que los laboristas cosechen malos resultados- se consideraban un examen crucial para la supervivencia política de Starmer. Pero parece que las cosas se han precipitado ante el descontento de los Presupuestos Generales donde se da por hecho que el Gobierno tendrá que incumplir su promesa y subir finalmente los impuestos para hacer frente a una economía estancada.
En un intento inusual y aparentemente deliberado por parte de figuras destacadas en el Número 10 para apuntalar la posición del aún primer ministro se advirtió a los conspiradores que un intento de golpe de Estado podría generar inquietud en los mercados. Esto se suma a la intensa guerra de filtraciones que se vive desde el martes por la noche con los nombres de los ministros que supuestamente están llevando a cabo sus maniobras de liderazgo.
El que acapara más atención es Wes Streeting, titular de Sanidad, quien ayer negó estar detrás de un complot y exigió el despido de quienes filtran información en su contra, lo que ha profundizado la ya de por sí extraordinaria división en la cúpula del Ejecutivo. Por su parte, desde el círculo de Shabana Mahmood, responsable de Interior, rechazaron también las insinuaciones de que estuviera conspirando, calificándolas de “absurdas” y afirmando que “claramente hay una gran operación en marcha desde Downing Street” para afianzar la posición de Starmer. Ed Miliband, exlíder laborista y actual ministro de Energía, también figura en los medios como otro de los interesados.
Una fuente gubernamental, crítica con la operación de filtraciones en Downing Street, declaró al rotativo conservador The Telegraph que el “el Número 10 se ha atrincherado por completo, traicionando a sus ministros más leales sin motivo alguno”.
Durante la sesión del control al Gobierno de ayer en la Cámara de los Comunes, la líder de la oposición conservadora, Kemi Badenoch, preguntó a Starmer por la “cultura tóxica en Downing Street” que horas antes había denunciado el titular de Sanidad, a lo que el primer ministro respondió que cualquier ataque contra un miembro de su gabinete es “completamente inaceptable”.
Lo cierto es que la decisión de Downing Street de informar sobre la determinación del primer ministro de permanecer en su cargo sugiere que existe una preocupación real de que su posición esté en peligro. Su autoridad se ha visto debilitada en los últimos meses por una serie de errores, incluyendo reformas fallidas del sistema de bienestar social y una mala gestión de los escándalos que llevaron a la dimisión de la viceprimera ministra, Angela Rayner -por impago de impuestos- y del embajador británico en Washington, Peter Mandelson, -por su amistad con el pedófilo convicto Jeffrey Epstein-.
El Partido Laborista se encuentra por detrás de Reform UK en las encuestas desde las elecciones locales de mayo, con un 18% de intención de voto, frente al 31% del partido de Farage. Los diputados de la izquierda moderada también temen que el Partido Laborista pierda más votantes a favor de los partidos progresistas tras el reciente aumento del apoyo al Partido Verde y su derrota ante los nacionalistas galeses Plaid Cymru en una elección parcial en Cardiff.
A diferencia de los `tories´, quien forzaron la salida de Margaret Thatcher, Boris Johnson y Liz Trus, ningún primer ministro laborista en ejercicio ha sido destituido mediante un desafío formal al liderazgo, aunque Tony Blair dimitió tras años de presión por parte de su ministro del Tesoro, Gordon Brown. Según el reglamento de la formación, el 20% del grupo parlamentario, actualmente compuesto por 81 diputados, tendría que respaldar a un candidato rival para que se produzca una moción de censura.